Desde la semana pasada comencé a leer línea a línea, palabra a palabra, el discurso pronunciado por el Presidente Nicolás Maduro el 8 de octubre ante la AN, en ocasión de solicitar la aprobación de poderes habilitantes para legislar durante un año sobre materia anticorrupción y sobre mejores mecanismos para enfrentar la GUERRA ECONÓMICA, desatada sobre el país por parte de la derecha nacional e internacional, con el claro objetivo de crear una CRISIS PSICOLÓGICA COLECTIVA, y de esta manera, crear las condiciones para salir de la Revolución Bolivariana. El plan del imperio norteamericano es claro y nada nuevo. Quien no lo crea que vea los videos sobre cómo desestabilizaron la economía de Chile para tumbar y asesinar al Presidente
Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973. Todos saben que después vinieron 17 años de represión, crímenes y corrupción. El imperio norteamericano pretende que Venezuela beba de la misma amarga medicina. Aunque algunos dicen que “los únicos que aprenden en cabeza ajena son las y los barberos y peluqueras”; el pueblo venezolano romperá ese designio y aprenderá de la experiencia chilena.
Nos anima la idea de buscar la vía de reforzar las leyes para blindarlas, de manera tal que la corrupción nunca quede impune. Sin embargo, Bolívar nos enseñó y la experiencia personal nos ha demostrado que las leyes son importantes, pero las mujeres y los hombres encargados de aplicarlas, son tan importantes y a veces más importantes que las mismas leyes. De esto nos alertó Bolívar el 15 de febrero de 1819, durante su famoso discurso de Angostura: “LOS CÓDIGOS, LOS SISTEMAS, LOS ESTATUTOS, POR SABIOS QUE SEAN SON OBRAS MUERTAS QUE POCO INFLUYEN SOBRE LAS SOCIEDADES: ¡HOMBRES VIRTUOSOS, HOMBRES PATRIOTAS, HOMBRES ILUSTRADOS CONSTITUYEN LAS REPÚBLICAS”. La virtud es lo primero que Bolívar destaca, porque las leyes pueden ser muy completas, muy explícitas, pero para que cumplan su cometido deben ser aplicadas por hombres y mujeres amantes de su PRÓJIMO, de la VERDAD y de la JUSTICIA.
Quienes tienen que aplicar las leyes también deben ser amantes de la Patria y no sólo del dinero. No en balde la palabra de
Dios señala que: “el amor al dinero es el origen de todos los males”. Por dinero el ser humano extravía el camino del bien. Por dinero, algunos seres humanos traicionan los ideales más sagrados. Por dinero, se arranca la vida al prójimo. Por dinero, se traiciona la Patria. Por decirlo con palabras del profeta Isaías, por dinero, “A lo malo le decimos bueno, de la luz hacemos tiniebla y a lo dulce lo llamamos amargo”. La codicia por el dinero siempre sirve para torcer el rumbo de la justicia, sin importar el daño que la IMPUNIDAD le hace a la moral de la Patria. ¿Por qué hemos desdeñado por tantos años las sabias lecciones de Bolívar? “LA IMPUNIDAD DE LOS DELITOS HACE QUE ÉSTOS SE COMETAN CON MÁS FRECUENCIA, Y AL FIN, LLEGA EL CASO QUE EL CASTIGO NO BASTA PARA REPRIMIRLOS. SI SE USA LA INDULGENCIA CON LOS CÓMPLICES DE ESTA CONSPIRACIÓN, ÉSTA SE REPETIRÁ Y SE PERDERÁ TOTALMENTE EL PAÍS…” El 15 de enero de 1824, Bolívar le escribía en estos términos al Gral. Bartolomé Salom, quien para el momento era jefe de los Departamentos del sur de Colombia (Ecuador y Azuay). Todo esto, en relación a un alzamiento ocurrido en el Departamento de
Quito.
A lo mejor nuestros lectores dirán: ¿Hasta cuándo nos repiten los mismos pensamientos de Bolívar? ¡Hasta que los hayamos internalizados, nos hayamos apropiados de ellos y lo pongamos en práctica! Hay que insistir hasta que la lección esté aprendida y practicada, para poder enseñar con el ejemplo, que es la única forma de enseñar! Por eso, para “continuar construyendo el Socialismo Bolivariano del siglo XXI en Venezuela…”, el Comandante Chávez en su testamento político nos manda a: “Convocar y promover una nueva orientación ética, moral y espiritual de la sociedad, basada en los valores liberadores del socialismo (Objetivo 2.4). Este objetivo tiene que ser transversal a todos los otros; porque en nuestra opinión, los dos problemas más importantes y graves que aquejan a la Patria son: 1. El acoso permanente del imperio norteamericano, en su afán de apoderarse nuevamente de nuestras riquezas y soberanía y 2. La descomposición social debida a la pérdida de valores, donde la corrupción y la criminalidad representan las dos manifestaciones más conspicuas e indeseables.
Finalmente, afirmamos categóricamente, que el imperio no nos asedia por causa de nuestros errores, pero los errores cometidos por personeros que representan la institucionalidad, nos hace más vulnerables a los planes del enemigo; porque en la medida que perdamos credibilidad ante el pueblo; la psiquis de ese pueblo es penetrada y desestabilizada con más facilidad por las campañas de guerra psicológica dirigidas al alma colectiva; donde la tergiversación y la magnificación de nuestros errores, reales e inventados, es aprovechada como insumo para convencer o inmovilizar. Nuestro enemigo interno y externo, que es uno mismo, no necesita de nuestros errores para desacreditarnos ante los ojos del mundo y de nuestros nacionales. Sin embargo, cualquier error de nuestra parte lo utilizan como un arma poderosa elevada a la enésima potencia. Por eso, sin pretender ser perfectos, porque el ser humano nunca lo será, tenemos que buscar la perfectibilidad de nuestras actuaciones públicas y privadas. Así mismo, debemos ser implacables con el individualismo, egoísmo, burocratismo, nepotismo, indolencia, incompetencia, corrupción; todo lo cual conduce a la ineficiencia.