La Iglesia de Santa María delle Grazie es célebre en el mundo entero, no por la iglesia en sí misma sino por el convento del que forma parte y lo que en su interior se encuentra.
Fue construida en 1463 por orden del Duque de Milán Francisco Sforza y acabó siendo el lugar donde se daba sepultura a los miembros de la familia Sforza.
Casi 30 años después, Ludovico Sforza encargó a Leonardo Da Vinci una representación de la Última Cena en el refectorio del Convento. Tanto la iglesia como el convento quedaron seriamente dañados por los bombardeos de los aliados durante la Segunda Guerra Mundial pero la obra de Da Vinci quedó intacta. Lo que la hace correr extremo peligro de desaparecer es la humedad que esta poco a poco destrozando la obra pero ya se están tomando medidas para su conservación.
Nosotros por internet no pudimos conseguir la entrada que ya estaban agotadas 3 meses antes de llegar pero nos habían comentado que si conseguíamos llegar temprano a lo mejor en la taquilla se podían comprar alguna. Al final nos quedamos con las ganas de poder ver una de las obras de arte más famosas del mundo pero como siempre decimos, ya tenemos una excusa para volver otro año a Milán. 😉
Nos tuvimos que contentar con poder ver la Iglesia de Santa María delle Grazie que no es poco ya que, en conjunto con el Monasterio, está declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1980.
En el interior hay grandes obras de artes pintadas en sus paredes y una serie de arcos decorados muy llamativos.
Una última aclaración es que desde siempre ha sido una iglesia hasta 1993, año en que fue declarada basílica menor.
Esperamos que puedan tener más suerte que nosotros y puedan ver “La Última Cena”, nosotros seguimos el camino para conocer más cosas de la ciudad.
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