Ahora la iglesia católica ha dejado de ser de izquierdas o de derechas; progresista o conservadora, para convertirse en nacionalista. Los fieles catalanes salen a la calle dispuestos a convencernos a todos, a propios y a extraños, de que Jesucristo era independentista y que parte del Sermón de la Montaña fue pronunciado en catalán, por lo menos. A la Iglesia Católica, en general, le han caído calificativos de todos los colores: Es progresista para unos, conservadora si defiende la vida o la familia, fascista si desfila junto a ciertos políticos o comprometida con la izuqierda abertzale; ahora le tocó el turno al independentismo aldeanista y se apunta con Dios a la independencia, olvidando la frase de Jesucristo: Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.