Revista Cultura y Ocio

Igmar Bergman, el autor (de Fresas Salvajes)

Publicado el 15 abril 2013 por Ruta42 @ruta42
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Fotograma de Fresas salvajes

El bautizo del cine de autor podría atribuirse a los escritores de Cáhiers du Cinéma, que revindicaron la importancia del director en su propia obra. La reclamación de Truffaut y los suyos existió antes de su propia denominación, y es que la esencia de un cine personal ha sido marca de muchos autores desde su comienzo.

El cine de autor se trata, básicamente, de la preponderancia de un autor sobre su trabajo. Las intenciones del realizador quedan grabadas en su obra a través de una manera de realizar, unos personajes recurrentes y alusión a unos temas determinados, que en muchos casos –aunque no siempre- guardan relación con rasgos autobiográficos de éste.

Uno de los paradigmas del cine de autor europeo y que coincidió cronológicoamente con la Nouvelle Vague fue Igmar Bergman. El sueco desarrolló un trabajo personal y autobiográfico, centrado en la reflexión sobre temas humanos y también metafísicos. Como el director afirmaba en ocasiones, sus tópicos muchos tenían que ver sobre su infancia en Upsala marcada por la represión y los severos castigos a manos de su padre, un pastor luterano.

Las preocupaciones de Bergman siempre quedaron retratadas en sus obras; la muerte, el amor, la soledad…muchas de ellas se pueden encontrar en la que es una de las piedras angulares en su filmografía, el largo “Fresas Salvajes”.

La película se centra en el viaje espiritual y físico de su protagonista Isak Borg, interpretado por el director Victor Sjöström, que reflexiona sobre su vida cuando siente cómo esta se acaba en soledad, por haber primado su carrera profesional a la emocional: “Aunque tú sabes muchas cosas, en realidad no sabes nada”, le dice Sara, un antiguo amor que lo rechazó para quedarse con su hermano.

No será la única Sara de “Fresas Salvaje”s, la otra es una joven vital y atractiva con dos pretendientes, Viktor y Anders, que no sólo se disputan el amor de la joven, sino también reflexionan sobre la religión y su lucha contra el hombre moderno – no en vano, Viktor, al igual que el padre de Bergman, es pastor -.
Ese extraño triángulo amoroso complementa las relaciones sentimentales con una que Isak se encontrará mientras viaja en coche; una pareja todo menos ideal, y que representa la reflexión de Bergman sobre el matrimonio, otro de sus tópicos fetiche.

Todo pensamiento desarrollado en el filme está, como no puede ser de otra forma, el propio del directo, que se demuestra tendente a la metafísica y a la complejidad de un ser humano egoísta en sus sentimientos y en su forma de compartirlos con el resto.

Los ambientes en los que desenvuelve sus ideas están descritos en gran medida por un trabajo de iluminación nada despreciable para tratarse del año de rodaje del largo, 1957, y que queda explícito en diferentes secuencias del filme, especialmente en aquellas que se embarcan en el mundo onírico del protagonista.

Pero la verdadera forma de expresión de Bergman son los actores que componen su reparto, que de hecho siempre estuvo acotado a un pequeño elenco con los que trabajó en gran parte de su filmografía: Bibi Andersson aparece también en “Persona” y “El séptimo sello”; Ingrid Thulin en “Gritos y Susurros” y “La hora del lobo”; Gunnar Björnstrand en “Fanny y Alexander” y “Sonrisas de una noche de verano”; Max Von Sydow en “El manantial de la doncella” y “Los comulgantes”, etc.

Bergman lleva a cabo un estilo sin alardes, donde priman los primeros planos de actores en los que se pueda dar rienda suelta a toda su expresividad; una forma de narrar quizás influenciada por la verdadera pasión del realizador, el teatro.

Bergman comenzó su andadura en el cine como ayudante de dirección de Alf Sjöberg en la película “Tortura”, de 1944. Su última película como realizador sería Saraband , y dataría de 2003. En sus prolíficos 59 años de carrera consiguió hacerse con los mayores galardones de la industria cinematográfica, Oscar, Globo de Oro, César, BAFTA…un reconocimiento de la crítica que coincide en destacar el cine de Igmar Bergman como difícil de ver, pero apasionante y desgarrador en el análisis del ser humano que llevó a cabo durante casi tres décadas en todas sus obras.

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Cartel de la película

 

Fresas salvajes (Smultronstället )
Suecia, 1957
Ingmar Bergman
Svensk Filmindustri

Igmar Bergman, el autor (de Fresas Salvajes)

Dafne Calvo

Por afecto o por defecto, pero me encanta el periodismo. Sueño con un mundo dibujado sobre viñetas, donde esté prohibido comer palomitas en el cine.

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