Revista Libros
El escritor segoviano Ignacio Sanz, con su obra El hombre que abrazaba a los árboles, ha resultado ganador del XXIV Premio de Literatura Infantil Ala Delta, convocado por el Grupo Edelvives y dotado con 12 100 €.
El jurado, presidido por Mª José Gómez-Navarro, e integrado por Marina Navarro, bibliotecaria; Ana López Andrade, profesora; Carmen Blázquez, crítica; David Fernández Sifres, autor galardonado en la anterior edición del premio; Violante Krahe, jefa del departamento de literatura de la editorial e Ignacio Chao, que actuó como secretario, decidió, por mayoría de votos, premiar el original presentado con el título El hombre que abrazaba a los árboles .
Ignacio Sanz Martín nació en Lastras de Cuéllar (Segovia) en 1953. Licenciado en Sociología, desde hace unos años se dedica exclusivamente a la escritura y a la narración oral. En Segovia, ciudad en la que reside, organiza y participa asiduamente en distintas actividades de animación sociocultural. Ha publicado novelas, relatos, poesía, libros de viajes y varios estudios etnográficos, además de una larga lista de títulos de literatura infantil y juvenil, entre ellos Una vaca, dos niños, y trescientos ruiseñores , con el que obtuvo este mismo galardón en el año 2010.
En El hombre que abrazaba a los árboles, Felicidad, una niña que vive en Piñares, cuenta la vida de Marcial, su vecino, un viejo leñador que acude cada día al monte a hacer acopio de madera. La niña le acompaña los sábados y entre ellos se establece una relación muy cálida gracias a las historias que Marcial le cuenta, especialmente las vividas en Canadá, país en el que pasó una temporada y aprendió su oficio.
Según Ignacio Sanz, «la historia parte de un hecho real: un olmo que ahora luce espléndido en el Paseo Nuevo de Segovia, salvado por la terquedad de un hachero que se negó a talarlo. Lo que late en la historia es una mirada hacia la naturaleza y hacia la gente solitaria y desvalida que no se da por vencida y tiene por aliada una imaginación prodigiosa». El escritor segoviano reconoce que obtener por segunda vez el premio Ala Delta «ha supuesto un estímulo. El escritor es un leñador solitario. Y más cuando habita una provincia remota. El reconocimiento da confianza y trae cariño».
Ricardo Gómez, XIII Premio Alandar
El escritor Ricardo Gómez, con su obra Juegos inocentes juegos, ha resultado ganador del XIII Premio de Literatura Juvenil Alandar, convocado por el Grupo Edelvives y dotado con 12 100 € .
El jurado, presidido por María José Gómez-Navarro e integrado por Luisa Mora, bibliotecaria; Francisco Díaz Valladares, autor galardonado en la edición anterior del premio; Pablo Barrena, crítico literario; Andrea Villarrubia, profesora; Belén Martul, directora de ediciones de la editorial y Juan Nieto Marín, que actuó como secretario del mismo, decidió, por mayoría de votos, premiar el original titulado Juegos inocentes juegos .
Ricardo Gómez (Madrid, 1954). Durante años fue profesor de Matemáticas en institutos. Aunque siempre le ha gustado reflexionar sobre la relación entre matemáticas y lenguaje y literatura, no fue hasta pasados los cuarenta años cuando comenzó a escribir. Ya en 2003, a raíz de la obtención del III premio Alandar por El cazador de estrellas , decidió dedicarse exclusivamente a la escritura. Apasionado, de la fotografía, del cine, de la música y los viajes, Ricardo Gómez ha publicado narrativa para adultos, poesía, libros de divulgación científica y, sobre todo, obras de ficción para niños y jóvenes, por las que ha merecido, además de dos ediciones del premio Alandar, galardones como el Cervantes Chico, que recibió en 2006.
Juegos inocentes juegos tiene como protagonista a Sebastian, un chico de dieciséis años que vive con su madre en un modesto barrio de Madrid y es un crack de la informática. Según explica el autor, «el dinero que gana probando prototipos, especialmente de videojuegos con drones o aviones de vuelo autónomo, completa la magra economía familiar. En ocasiones, los combates y escenarios son tan reales que comienza a sentir escrúpulos. ¿Es legítimo, como se pregunta su madre, matar, aunque sea en un juego de ordenador? En un mundo tan interconectado y tecnológico como en el que vivimos, la ficción se parece demasiado a la realidad. ¿Hasta dónde podemos distinguir una y otra?». Una obra que difícilmente dejará indiferente al lector.
Aunque conocía bien lo que supone ganar este galardón, Ricardo Gómez no pierde de vista que «como he reconocido en otras ocasiones, cualquier premio supone una satisfacción y una responsabilidad». Y en este sentido abunda: «Este reconocimiento confirma el tipo de literatura que quiero hacer, aunque soy consciente de la dificultad que supone haber subido un poco más el listón de mi autoexigencia».