Ignorancia de l@s niñ@s, ¿lección para adultos…?

A raíz de leer un artículo de redactado en esta plataforma, cuya síntesis de la historia podíamos “reducir” a la idea de como un niño busca y trata de encontrar una explicación lógica, racional, a algo que dados sus conocimientos acordes a su corta edad, no alcanza a comprender aún, me preguntaba yo si tan tras anecdótica historia expuesta se halla quizás una lección epistemológica de primer orden. Y en efecto, creo que así es. La historia, en resumidas cuentas, narra como un niño, piensa que una mujer, encinta, se ha engullido a un familiar suyo. Ahora, es muy probable que alguien se pregunte, que tiene que ver la epistemología en todo este asunto, aparentemente anecdótico, tierno, y con un denominador común para quien con algún niño o niña ha convivido o compartido largos lapsos de tiempo. Si bien cualquier adulto en pleno uso de sus facultades mentales, sabe que ese es un hecho improbable, y con esa conclusión, cree distanciarse de quien su raciocinio aún es limitado, debe saber, que cae exactamente en el mismo error cada vez que observa, pongamos a modo de ejemplo, una mujer embarazada por la calle, que ese es realmente su estado, y, no lleva, por ejemplo, un molde, un cojín, bajo sus ropajes. Llegados a este punto, el lector pensará que quien estas líneas escribe, ha perdido los estribos, y está narrando disparates siderales. Tómese ese supuesto, como un máximo exponente de un ejemplo ilustrativo, y en comunión con el origen de esta reflexión, solamente. El objetivo de esta reflexión, es que quizás, el camino hacia el conocimiento más verdadero, más fiable, es alcanzar el máximo grado de raciocinio para saber desprenderse después de él. Si una vez alcanzada una lógica y unos conocimientos vitales, el ser humano no posee los mecanismos suficientes para saber desprenderse de ellos, así como también hacer uso de ellos, su rectitud racional y su probabilidad de acierto en la resolución de los existencialismos siempre será más certera por norma general, pero no ascenderá ese peldaño, ese peldaño de la eterna duda, ese peldaño de la incredulidad ante un escenario, a priori, tan sencillo y tan  escrutable, como intranscendental y obvio.