Revista Opinión
Entrevista a Ilaria Morali, profesora de teología en la Facultad de Teología de la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma, especializada en el tema de la Gracia, publicada en Zenit.org, y responde sobre la Ignorancia Invencible. Leer entrevista completa aquí.
-- Morali: Históricamente, el Evangelio no ha llegado a conquistar a todos los corazones, ya sea porque no ha llegado materialmente a todos los lugares de la tierra, ya sea porque, aunque llegue, no todos lo han acogido.
--Y, ¿cuál es la doctrina cristiana de la salvación en este contexto?
--Morali: La doctrina cristiana de la salvación es muy clara. Para explicarla recurriría a dos textos del Magisterio: el primero es un discurso de Pío IX con ocasión del consistorio que tuvo lugar el 8 de diciembre de 1854 con motivo de la solemne proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción. El Papa dijo que los que ignoran la verdadera religión, cuando su ignorancia es invencible, no son culpables de este hecho ante los ojos de Dios.
Años después quiso retomar esta enseñanza aclarando el sentido de la ignorancia invencible en la carta encíclica «Quanto conficiamur moerore» de 1863: «Es sabido --escribió- que los que observan con celo la ley natural y sus preceptos esculpidos por Dios en el corazón de todo hombre, pueden alcanzar la vida eterna si están dispuestos a obedecer a Dios y si conducen una vida recta».
Pío IX volvió a proponer una convicción consolidada ya desde hace siglos en la teología cristiana: hay hombres y mujeres que, por varias razones, ya sea por condicionamientos culturales, ya sea por una experiencia o un contacto negativo con la fe cristiana, no llegan al consentimiento de la fe.
Aunque parezca que estas personas rechazan conscientemente a Cristo, no se puede emitir un juicio incuestionable sobre este rechazo.
Ignorancia invencible indica precisamente una condición de falta de conocimiento con respecto a Cristo, a la Iglesia, a la fe, falta de conocimiento que, por el momento, no puede ser superado con un acto de voluntad.
La persona está bloqueada, como imposibilitada para llegar al «sí» de la fe. Como experimentamos todos los días entre nuestros conocidos, las razones por las que muchas personas dicen no a Cristo son múltiples. Una desilusión, una traición, una mala catequesis, un condicionamiento cultural y social…
Pío IX mismo admitió la dificultad de delimitar los casos de ignorancia invencible preguntándose «quién se arrogará el poder de determinar los límites de esa ignorancia según la índole y la variedad de los pueblos, de las regiones, de los espíritus y de tantos otros elementos?».
Pío IX nos enseña, pues, una gran prudencia y un gran respeto por quien no tiene el regalo de la fe en Cristo.
No somos capaces de comprender hasta el final las razones de un rechazo de la fe, ni podemos saber con certeza que quien aparentemente parece que no tiene fe, en realidad tiene una forma muy imperfecta de fe.