Revista Opinión
La primera noticia en el informativo de esta noche: una famosa presentadora de TVE dice que es mejor que no se hayan donado los órganos del asesino de El Salobral porque algo de su alma podría pasar al receptor. La segunda noticia: un candidato republicano al senado de los EEUU dice en plena campaña que un embarazo fruto de una violación sucede porque dios quiere y por tanto no debe ser interrumpido. La tercera noticia: identificado el talibán que intentó asesinar a una niña en Pakistán porque defendía la educación de las mujeres.
En los tres casos hay una idea común: el rechazo a la razón y a la ciencia, la preferencia por la superstición y las teorías indemostrables frente a aquello que es explicable y mesurable. Disfrazada de pseudociencia (la teoría de la memoria celular, una estupidez que jamás debería tener cabida en la televisión pública) o de religión, la ignorancia y el fanatismo siguen siendo la causa de muchos de nuestros males, y sus defensores siguen alegrándose de que alguien no reciba el trasplante que necesita para vivir, obligando a mujeres violadas a tener hijos o disparando en el autobús escolar a niñas que no se conforman con quedarse en casa sumisamente. Y podríamos seguir comentando noticias. ¿Hablamos de los bombardeos israelíes sobre población palestina? ¿O de los cohetes caseros palestinos lanzados sobre Israel, que lo mismo me da? ¿Hablamos de Irán, o de Afganistán, o de Pakistán? ¿Hablamos de las trabas a la investigación con células madre?
Mejor no hablemos, y escuchemos la música de un gran compositor que declaró su negativa a creer en supersticiones y, aun así, compuso música para la liturgia que suena así de bien. Escuchamos la versión original de la Misa Glagolítica de Leos Janacek, interpretada por la Orquesta y el Coro de la Radio Nacional Danesa, dirigidos por Sir Charles Mackerras. Los solistas son Tina Kiberg (soprano), Randi Stene (alto), Peter Svensson (tenor) y Ulrik Cold (bajo). Al órgano, Per Salo.
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En los tres casos hay una idea común: el rechazo a la razón y a la ciencia, la preferencia por la superstición y las teorías indemostrables frente a aquello que es explicable y mesurable. Disfrazada de pseudociencia (la teoría de la memoria celular, una estupidez que jamás debería tener cabida en la televisión pública) o de religión, la ignorancia y el fanatismo siguen siendo la causa de muchos de nuestros males, y sus defensores siguen alegrándose de que alguien no reciba el trasplante que necesita para vivir, obligando a mujeres violadas a tener hijos o disparando en el autobús escolar a niñas que no se conforman con quedarse en casa sumisamente. Y podríamos seguir comentando noticias. ¿Hablamos de los bombardeos israelíes sobre población palestina? ¿O de los cohetes caseros palestinos lanzados sobre Israel, que lo mismo me da? ¿Hablamos de Irán, o de Afganistán, o de Pakistán? ¿Hablamos de las trabas a la investigación con células madre?
Mejor no hablemos, y escuchemos la música de un gran compositor que declaró su negativa a creer en supersticiones y, aun así, compuso música para la liturgia que suena así de bien. Escuchamos la versión original de la Misa Glagolítica de Leos Janacek, interpretada por la Orquesta y el Coro de la Radio Nacional Danesa, dirigidos por Sir Charles Mackerras. Los solistas son Tina Kiberg (soprano), Randi Stene (alto), Peter Svensson (tenor) y Ulrik Cold (bajo). Al órgano, Per Salo.
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