Ignorantia legis neminem excusat

La ignorancia no exime del cumplimiento de las leyes. Un latinajo de esos. Es una mierda, ¿verdad? Con lo mamotretos que son esos BOE y demás de las autonomías, boletines de la provincia, Estatutos, leyes, reglamentos, órdenes, circulares, etc. ¡¿Cómo voy a conocer todo eso?! Que voy de decir sobre la justicia que encierra tal precepto constituido para beneficio superlativo de los poderosos que pueden pagar a alguien que les interprete la ley a su favor. Todo es relativo y subjetivo. Las leyes nacieron por motivos de supervivencia social y humana,  y se ha transformado con los siglos en un maremágnum de obligaciones y condenas que subyugan a los más desfavorecidos. La justicia nunca ha sido ciega, pues siempre ha visto muy bien y con buenos ojos a los poderosos. La justicia no existe nada más como metáfora de un sueño que jamás se cumplirá. Por eso, nadie puede quedar libre de sus garras por desconocerla. Somos trogloditas que se rigen por falsos principios morales y éticos por motivos de economía antropológica. Las cosas prohibidas lo son porque atentaban o atentan contra un criterio social determinado. El latín nunca fue mi fuerte, ni por supuesto, el derecho romano ni el actual. Uno va aprendiendo a razón de los palos legales que le van saliendo. Con suerte, uno puede llegar a viejo sin cruzarse con una de esas putas frases en latín como ésta. El código civil resume los preceptos que rigen la legalidad, pero nadie nos explica nada al respecto. El juez determina si el desconocimiento legal de una persona es  suficiente alegato para los hechos que se juzgan. La justicia se convierte en injusticia ante el desconocimiento. Pero el mundo es así, en unos sitios quemar una bandera del país es traición, y en otros, entretenimiento de encapuchados. La justicia es subjetiva, muy subjetiva, y siempre tiene la balanza inclinada hacia el personaje más pudiente.
Dedicado a María Teresa Aláez García