“I am a fortunate homosexual man”, declaró Ricky Martin el 29 de marzo de 2010. Al salir del closet de esta forma tan monumental, Ricky Martin se convirtió en un ícono sin precedentes para los latinos LGBTQ de Estados Unidos. Sin querer y sin poder evitarlo, esta confesión pública marcó un antes y un después en la historia contemporánea de la comunidad LGBTQ.
Yo salí del closet 8 años ARM (antes de Ricky Martin). Para ese entonces, yo estaba casada con un hombre extraordinario con quien había compartido 13 años de mi vida. Salir del closet me tomó 6 años. Todo comenzó con un sueño. En el sueño, yo cargaba en mis brazos a una compañera de trabajo, la posaba sobre una cama y la besaba tiernamente en los labios. Recuerdo que al despertar, lo primero que hice fue contarle el sueño a mi esposo. Ambos reímos a carcajadas. Él me comentó “la verdad es que esa compañera de trabajo tuya es tan bella que no te culpo para nada.” Así termino ese primer episodio.
Pero siguieron otros. Poco frecuentes al principio. Bastante seguidos posteriormente. Comencé a sentirme angustiada. Yo amaba a mi esposo y lastimarlo, definitivamente, no estaba entre mis planes. Sin embargo, crecía dentro de mí el deseo imperante de amar a una mujer.Me enterré de cabeza en una terapia psicológica. Le dije a mi terapeuta: “¡quítame esto, por favor!, ¿será que si tengo un hijo se me pasa esta locura? ¿Qué puedo hacer?” Mi terapeuta me diagnosticó homosexual anxiety syndrome y me dijo algo tan simpático como que si lográbamos mantener la ansiedad al nivel de la mente para que no descendiera a mi cuerpo y a mi zona genital, quizás yo podría sobreponerme a este síndrome… ¡Qué te cuento! Ese día salí de su consultorio completamente abatida y segura de que ya era demasiado tarde. Este “síndrome” se había apoderado de mi.
Para hacer de un larga historia un breve cuento, yo le pedí a mi esposo que nos separáramos. Compartí con él toda mi verdad. Le dije que lo amaba profundamente pero que yo no podía ser plenamente yo dentro de nuestra relación, que aspectos inexplorados de mi personalidad estaban aflorando y que yo no podría ser feliz si no me aceptaba y amaba incondicionalmente, validándome plenamente, incluyendo a mi “ansiedad homosexual”.
Dolor. Encuentros. Lagrimas. Desencuentros. Silencios. Rabietas. Sonrisas. Peleas. Un día mi compañero de toda una vida me preguntó: “¿cómo fue que dejaste de amarme?” Recuerdo que le respondí: “¡yo jamás te dejé de amar! Si DIOS me hubiese dado la posibilidad de elegir entre separarme de ti o morir, yo hubiese escogido la muerte.” Ambos lloramos abrazados. A partir de allí, él volvió a mí de una forma distinta y nuestro matrimonio evolucionó hacia la más deliciosa de todas las amistades.
Un mes después de separarme de mi esposo, él también salio del closet… ¡Aja! ¡Te agarre! Como ves la cosa pica y se extiende! Para ese momento, yo ya había conocido a la primera mujer que besó mis labios y que me enamoró al primer intento. Ella y yo estamos juntas hoy, 9 años después de nuestro primer beso. Y, entre tú y yo, somos profundamente dichosas la mayor parte del tiempo.
Adaptarme a mi condición de mujer homosexual después de ser una chica hetero tuvo sus retos. Primero, percibir las reacciones de la gente cuando yo tomaba a mi amor de la mano o le daba un beso en los labios fue entre simpático y obstinante. Honestamente, mi corazón no notaba diferencia entre amar a un hombre o amar a una mujer. Era como que mi nuevo amor se vestía distinto. Había venido con un trajecito de mujer esta vez. Tan simple como eso. Sin embargo, era evidente que en algunos lugares los gestos de afecto romántico entre dos damas causaban más impacto del necesario. Así es que aprendí a hacer un estudio socio-demográfico antes de tomar a mi nena de la mano. Segundo, salir del closet ante mis familiares, amigos, compañeros de trabajo y demás conocidos se tornó en una faena laboriosa. Antes de encontrarme con cada uno de ellos, yo ensayaba, escribía lo que iba a decir, practicaba los chistes que iba a usar, en fin, todo un performance del Circ Du Soleil. Fue muy agotador emocionalmente. Tercero, necesité transitar a través del luto que generó en mí dejar atrás mi vida heterosexual.
La verdad es que después de cruzar la línea entre la heterosexualidad y la homosexualidad fue que me di cuenta de que a partir de ese momento empezaba a formar parte de una minoría y que ya no estaba dentro de “la norma”. Por ejemplo, generalmente, en las reuniones a las que asisto, mi compañera y yo somos la única pareja de lesbianas porque la mayoría de nuestros amigos son heterosexuales. También note mucho la ausencia de temáticas y protagonistas LGBTQ en películas, canciones, TV, teatro, literatura, etc. ¡Recuerda que esto sucedió hace 10 años! Todavía no había Queer as Folk, The L Word, Rent, Logo o Here TV. Cuarto, desde mi recién adquirida perspectiva de mujer lesbiana, me dolió mucho recordar que para algunas religiones la homosexualidad es considerada un pecado. Salir del closet es una de las experiencias más bellas que he vivido. Abrazarme plenamente, reconocerme y apreciarme sin condiciones y sin censuras ha sido uno de los gestos más amorosos que me he brindado a mí misma.
Pero todos estos retos gestaron nuevas oportunidades: en el 2006 yo comencé mis estudios de teología; en el 2010 fui ordenada como Ministra de Inter Fe y este año terminé mi Maestría en Divinidad. Ahora yo soy parte del clero y dedico mi vida a recordarnos que DIOS nos ama incondicionalmente, independientemente de nuestro género, color, etnia, fe u orientación sexual. Además, en el 2007, junto a mi amada compañera, mi adorado hermano menor y un amigo entrañable lanzamos la marca Between Angels y el eslogan Love is Always Right / “El Amor Siempre Tiene la Razón”. Desde entonces, miles de personas alrededor del mundo desfilan en las marchas del orgullo gay vistiendo el eslogan Love is Always Right / “El Amor Siempre Tiene la Razón”. Ha sido muy emotivo ver como familiares, amigos y compañeros de personas LGBTQ también han apoyado el lanzamiento y la distribución de Love is Always Right.Te guardé una perlita para el final. Yo soy melliza y mi mellizo también es gay. Cuando yo todavía no había salido del closet, el solía decirme, “hermanita, yo soy tan gay que tu tienes que ser gay”. ¡Dime tu! ¿Me conocía o no me conocía mi morochito? Por cierto, él es uno de los hombres más maravillosos que he conocido en mi vida. Un hombre de familia, noble de corazón y muy amoroso. Sí, estoy describiendo a un hombre gay.
Así es que bien ha valido la pena vivir. A pesar de las dificultades, el amor ha prevalecido: el amor a mi misma, a mi compañera, a mi ex-esposo, a mi familia, a mis amigos, a mis compañeros y a conocidos y desconocidos que han hecho de mi travesía toda una aventura. Como escritora, como motivadora, como ministra, como life coach, como familiar y como amiga sigo a la orden para apoyar a quienes necesiten recordar cuan magníficos son. Confieso que he amado y que he sido amada. Sé por experiencia que el amor puro, incondicional, verdadero, siempre tiene la razón. I am a fortunate homosexual woman.
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Ricky Martin, a ti, a nuestra colorida comunidad y a nuestros familiares y amigos, ¡dulces bendiciones!
Escrito por: Sonia Echezuria. Copyright © 2011 Sonia Echezuria & Inspirulina. Con licencia de publicación a cargo del Grupo CHM Para Camino a la Grandeza.com.ve. Todos los Derechos reservados.