Revista Opinión

Igualdad…¿suena bonito, verdad?

Publicado el 27 abril 2018 por Carlosgu82

Silencio. La calle está totalmente en calma, sin embargo, me gustaría que estuviese llena de gente. Personas que van de aquí para allá, movimiento, ruido. Al menos el ajetreo haría pasar más desapercibida a una chica sola volviendo del trabajo a la una de la madrugada. El camino de vuelta se hace interminable. Camino mirando mi sombra y me alegro de que esté allí, conmigo, acompañándome. Siempre temo mirarla y ver alguna otra silueta junto a la mía. Eso indicaría que alguien camina demasiado cerca de mí. Por fin llego a la mitad del trayecto, la plaza. El lugar más transcurrido durante el día. Pero por la noche no hay nadie. De vez en cuando me cruzo con alguna pareja de enamorados, tan preocupados en sus cosas que ni me ven. Otras, a alguna que otra chica sola, que como yo, no levanta la cabeza del suelo para no perder de vista su sombra. Algunas noches, demasiadas, me topo con grupos de chicos que vuelven a casa. Ríen, hablan en voz alta, no temen a nada. Son depredadores y yo presa. Así es como me siento, y seguro que muchas como yo también se sienten amenazadas. La otra noche, cerca de la avenida que lleva a mi casa, caminaba distraída y confiada porque solo me quedaban unos metros para llegar a casa. De pronto, a mi derecha comencé a oír jaleo. Eran cuatro chicos. Uno de ellos me vio y dijo a sus compañeros: ¡chss mira! Acto seguido y de manera brusca todos callaron. Sentí cómo sus cabezas se giraban al unísono y clavaban sus ojos en mí. Todo cuanto había en mi cabeza se evaporó. Comencé a pensar qué haría en caso de que se me acercaran, cómo reaccionaría si quisieran llevarme de allí. Pensé mil cosas. No había nadie, o al menos yo no divisaba a nadie en la calle, salvo el grupo de amigos. Cuando pasaron delante de mí mirándome como si fuera un pastel de oreo uno de ellos, envalentonado, se dirigió a mí con un piropo obsceno que ya no recuerdo. No pude más que lanzarle una mirada asesina y sacar mi móvil para no sentirme tan sola. Todo el grupo se echó a reír. ¡Qué valientes! Dirigiéndose a una chica sola en mitad de la noche. Desee más que nunca llegar a la puerta de mi edificio. Aunque he de reconocer que no descanso hasta que no entro en el rellano y oigo el “click” de la puerta al cerrarse.

Cada vuelta a casa es una odisea. Hay quienes pensarán que soy una paranoica. Pero todas las mujeres han sentido esto alguna vez en sus vidas. ¿IGUALDAD? Igualdad es no temer por ser mujer e ir sola por la calle. Igualdad es no tener miedo a caminar de noche. Igualdad es no tener que perder el tiempo hoy en relatar el suplicio que sufren, como yo, muchas otras mujeres volviendo del trabajo, de fiesta o del instituto. Igualdad… ¿suena bonito verdad?


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