¿Iguales ante qué ley?

Si alguien todavía pensaba que la justicia era igual para todos estos días y que el Rey de antes decía la verdad en su mensaje navideño se habrá llevado una gran decepción, algo así como el día en el que descubres a papá con tus juguetes de reyes metidos en un saco. Y no sólo por lo del caso NOOS (“lo de la rampa” para los amigos) en el que hemos enseñado al mundo, una vez más, que aquí todavía existe el antíguo régimen. No hemos mejorado con lo del cambio de Rey, seguimos igual que en la época de Felipe III. A ver como explicamos eso de que la Audiencia de Palma impute a más gente y añada un curioso delito de blanqueo de capitales que sólo afecta a aquellos que no tienen sangre azul en el mismo auto en el que a la infanta (una ignorante en la materia, que trabajaba en La Caixa, una miope que padecía la misma enfermedad que Doña Ana Mato, incapaz de ver un Jaguar en el garaje) sólo le imputa un par de delitos fiscales, a sabiendas de que van a aplicarle la doctrina Botín y  nunca va a sentar sus reales posaderas en el banquillo ya que la acusación particular (manos limpias) no puede hacer nada si los poderes públicos no mueven un dedo. Y teniendo en cuenta que  hacienda es miope y que de la fiscalía mejor ni hablamos pues ya lo tenemos claro. Seguro que si nosotros nos equivocamos a la hora de hacer la declaración de la renta ( propongo que IRPF signifique Impuesto sobre la Ruina de las Personas Físicas) nos aparece el fisco y nos da un palo que nos deja temblando a no ser que tengas cuentas millonarias en paraísos fiscales, entonces no solo no delinques sino que el mismo fisco te ofrece más facilidades que una tienda de muebles para blanquear (perdón, regularizar) esos dineros. Con hechos como este la Justicia no queda como aquella señora ciega sino más bien, como decía Shakira “vieja tuerta y testaruda” (o algo así) pero no desde luego como algo que afecta a todos por igual según la Constitución Española, esa cosa tan rara que se aplica de forma intermitente y según el viento que sople.
Otro ejemplo de que aquí algo no cuadra. Hace un año un señor disfrazado de cura entró en casa de los Barcenas (si, el mismo que viste y calza), amordazó a la Sra de Barcenas, un hijo y una empleada todo con la idea esa tan rara, mira tú, de llevarse unos documentos del ordenador, por lo visto no podía esperar a que “El Mundo” los publicase. Pues bien, al individuo en cuestión le han caído nada más y nada menos que veintidós años de cárcel por allanamiento de morada, tenencia ilícita de armas y unos “packs” de delitos multiplicados por tres, secuestro, amenazas y lesiones. Ah! Además ha de  pagar la cantidad de 200€ para cada víctima (un poco ridículo, no). Esto, código penal en mano, es perfecto pero si lo comparamos con otros casos de los que también estos días han cumplido años como el de las CINCO chicas fallecidas en el Madrid Arena es como mínimo sorprendente. Sólo se piden cuatro años de prisión para Miguel Angel Flores, el principal acusado por los nefastos hechos de los que hace un año en la que se dieron todo un cúmulo de desgracias, despropósitos  y chapuzas que debieran ser investigadas seriamente y no con aquello de “buenooo pues si esooo pues tal”, como quien no quiere hurgar demasiado.
¿De verdad la justicia está funcionando correctamente? Igual nos iría mucho mejor si en la Carrera de San Jerónimo en lugar de jugar al mus, se sentasen a pensar si acertaron a la hora de reformar y parchear los códigos porque está visto que además de que la justicia sigue protegiendo a los de siempre, no todos los delitos reciben la pena que merecen. Aunque, pensándolo bien, visto el número de imputados que se sientan en los parlamentos es como poner al lobo a cuidar a las gallinas.  Resulta indignante ver como en este país a los que les cae el peso de la ley estilo Atlas siempre es a los mismos mientras otros perpetran verdaderas barbaridades y reciben doctorados