Lamentablemente conocida por los disturbios acontecidos durante el mes de septiembre del año pasado, cuando las instituciones estatales fueron tomadas al asalto e incendiadas, y las activistas de defensa de los derechos humanos atacadas y amenazadas, Santa Cruz ha sido el escenario de un acontecimiento radicalmente diferente donde las mujeres, diversas como Bolivia misma, han intercambiado ideas, han discutido con vehemencia sobre distintos aspectos de la realidad, han afrontado sus problemas y han imaginado soluciones.
La participación del 52% de la población en un proceso político como el boliviano, resulta imprescindible para la superación de esas estructuras sociales y económicas que han lastrado la vida y el bienestar de los hombres y mujeres de Bolivia y toda Latinoamérica. Y una muestra de esa incorporación, todavía insuficiente, de las mujeres a la construcción creativa de una sociedad mejor, ha sido esta cumbre II Cumbre Social.
Durante dos días las mujeres del valle, de las tierras altas, del llano, de la amazonía… han llenado de esperanza e ilusión el muchas veces pesado ambiente cruceño, sobreponiéndose al calor, a la humedad asfixiante y a la intolerancia de los poderosos, reclamando para sí el derecho a reivindicarse como mujeres, exigiendo la apertura de los espacios de participación para su incidencia efectiva, rechazando los intentos de dinamitar esta oportunidad de las históricamente desposeídas y marginadas, soñando otra Bolivia y otro mundo…
Entre esas más de mil mujeres presentes en el Coliseo Real de Santa Cruz, las compañeras de la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígenas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa” han ejercido un papel articulador esencial para la búsqueda de consensos entre las diversas posturas allí presentes, liderando un proceso de empoderamiento y toma de conciencia imparable y denunciando la pervivencia de estructuras mentales coloniales y machistas, incluso cuando éstas aparecen entre sus propios compañeros de lucha.