Revista Sociedad

II #EconomíaParaTodos: El precio justo

Publicado el 21 diciembre 2014 por Adrián Calvo @adriantsn

En esta segunda entrega de la serie #EconomíaParaTodos, trataremos la problemática del precio justo y de los márgenes de beneficio.

Al concepto de propiedad privada está estrechamente ligado el del precio. Para que exista la propiedad debe existir, por razones lógicas, un mercado. En el caso de una sociedad comunista, el mercado se suprime puesto que, dado que nadie posee nada, nadie puede vender o comprar aquello que desea. En el capitalismo, por el contrario, debemos enfrentarnos a la siguiente problemática: ¿a qué precio estoy dispuesto a comprar un determinado producto? O, en el caso contrario, ¿a qué precio lo venderé?


Según la teoría económica actual, el precio será aquel que otro esté dispuesto a pagar. Es por ello que, bajo dicha teoría, no es lógica la expresión "esto un atraco" cuando nos referimos a un precio que, en nuestra opinión, es excesivo. En el momento en que el vendedor fije un precio superior al que el comprador está dispuesto a pagar, el producto dejará de tener cabida en el mercado y se desechará.

Cuando se tiene la impresión de un precio excesivo o desorbitado, el vendedor está llevando el precio al límite. En ese caso, lo ideal es no aceptar el precio del producto, lo que, si se repite entre los compradores, llevará al vendedor a bajar el precio de su producto.


Sin embargo, el vendedor puede aprovecharse de la necesidad de uno de sus productos o de su situación de monopolista en el mercado para establecer precios abusivos para aumentar sus márgenes de beneficios. Es lo que Santo Tomás de Aquino, en su obra Suma Teológica, califica como pecado, concluyendo que el precio justo es aquel que el comprador está dispuesto a pagar tras haber recibido la mayor cantidad de información posible.

En conclusión, la problemática del precio justo puede reducirse a dos campos. El primero, según la necesidad, la calidad y la abundancia del producto. El segundo, a una cuestión de moralidad. En cualquier caso, antes de comprar un helado, un coche o una casa, piensa si aquello que pide el vendedor responde a lo que estarías dispuesto a pagar.


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