Ocasionó sesenta millones de muertos, uno de los conflictos bélicos más sanguinarios de la historia, diezmó la población mundial, considerando que, en 1.939, este número de bajas humanas representaba el 3% de los seres humanos que vivían en este planeta. De ellos, seis millones fueron judíos, exterminados por el nazismo, sometidos al horror, además del desprecio y la vejación. Grandes cementerios, como el que ilustra la entrada de hoy, abundan por Francia y Centroeuropa, estremeciendo al visitante, que suele alejarse con un nudo en la garganta.
Curiosamente, esta guerra cruel supuso menos muertos que una revolución comunista en China, en la que las cifras llegan a situar el número de fallecidos en setenta millones.
No menos llamativo es el hecho de que si pregunta vd. a un ciudadano cualquiera, al azar, que le refiera una purga política de dimensiones apocalípticas, le vendrá inmediatamente a la cabeza, el holocausto judío. D. Pablo Iglesias aplaudirá con las orejas y silenciará otros genocidios de mayor envergadura y menor publicidad.
Es la historia.
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