Tenés que ser espejo, tenés que reflejar la oportunidad del otro de conocer algo más de sí. Si no hay interés que valga, es falso, impostado, con tal de quedar bien y darle curso al evento. Elijo esperar, en paz, tranquilo, y ver qué viene a darnos la chance de enseñar y aprender, de descubrir algo que nos llame la atención e invite a ser espejos de contemplación cósmica, posible, plasmable, utilizable. Y lo útil no pensado desde el oportunismo, sino desde la vía que nos acerca a lo que estamos NE-CE-SI-TAN-DO, meditando, tantrizando.
Puesta a prueba, el camino de darse con el otro, al otro, ante la sagrada vida que nos deja ver una opción alternativa, que fomente a seguir sacando.
Si alguien no está para transmitirnos en esa circunstancia, que pase de largo. Escuchar a otros hablar hace que indefectiblemente nos pensemos en el aspecto que remarca, por eso es tan trascendente rodearse de seres que hablen en nuestra sintonía. Porque sino nos salimos del foco, hacen que se dispersen nuestras energías. Al hablar con alguien que compartimos tema, es una escalera ascendente, a la trascendencia, al descubrir juntos más y más cosas que se abren como un arco iris tras la lluvia.
Ya pasó. Hay una resolana que permite ver un futuro mejor.
¿No pidieron neutralidad? Acá me la doy, servida en bandeja, como la comida misma. ¡Qué productivo es escribir mientras como! Me logro meter en un mundo de papel y birome. Es como la meditación, al rato entrás en la instancia que te da paso a vislumbrar más. Al comienzo es un calentamiento.
Una oportunidad desperdiciada si damos lugar a la distracción con otra cosa. Si seguimos, perseveramos y damos con el hilo conductor que nos lleva de paseo, ahí estamos contando lo que verdaderamente el inconsciente quería expresar, sacar, dar a luz. Porque toda producción es luz, sólo que por escrito siento que queda asentada, sino el viento se lleva las palabras y no sabremos lo que pensamos en aquel momento de iluminación.
Porque son momentos, no se puede estar siempre en estado elevado.
Así como voy descubriendo que todo acto puede ser contemplado como acto meditativo. Manejar el auto, jugar, ver fútbol, interesarse por algo. No dejando de ponerse en juego. Posibilitando que el ser meditativo aflore y se destaque de la situación estanca de ser uno más entre todos.
El tiempo no apremia. Es tal como se nos presenta. Cómo saber si pasó una hora o diez minutos. Según lo que hayamos hecho y vislumbrado. La Era de Acuario está con nosotros. Nosotros con ella. Darle curso y paso a su voluntad de acción es la única forma que conozco de sacar una sonrisa a relucir mientras disfrutamos del trayecto. Vuelta a la carpa mancomunada.