No ha existido en toda la historia un jugador más grande que Iker Casillas. Nadie ha demostrado un nivel de profesionalidad semejante. Su conducta es intachable, sus méritos saltan a la vista, y es un maravilloso ejemplo donde los niños pueden mirarse.
Y en la final donde estaba a punto de ganar su segunda Eurocopa consecutiva, cuando el marcador ya mostraba un aplastante 4-0 frente a Italia, Casillas le pedía al árbitro asistente de fondo que pitara ya por respeto al rival. Enorme este tío, enorme!