Es reconfortante que alguien famoso se atreva a romper el muro de corrección política progre a cuya cima se suben habitualmente actores, políticos y otra gente de dudosa honradez para gritar a los cuatro vientos sus apoyos sin reservas a las ideologías dictatoriales que la agenda globalista pugna por imponernos a diario.
Es reconfortante, no solo por una cuestión estrictamente moral o ética.
Es reconfortante, porque el solo hecho de que un famoso abra una pequeña brecha en ese muro que amalgama a la ideología de género, al feminazismo, al aborto, a la pedofilia, a la memoria histórica progre y a la ley de violencia de género, y cuyo cemento suele ser la búsqueda de la subvención o directamente el expolio del dinero público, muestra un ejemplo que, aunque otros no quieran seguir por cobardía, deja bien patente que las personas de pensamiento verdaderamente independiente no temen mostrar su opinión y planteamientos en público.
Lo habitual, desgraciadamente, es lo contrario. Toda una recua de indeseables progres del mundo del espectáculo, de los medios de información y de la política son los que profieren sus soflamas contra todo aquello que no se ajuste al pensamiento único promovido por la agenda globalista. Y son mayoría. Son mayoría porque cuentan con el respaldo de las instituciones, de los medios de comunicación, de las grandes corporaciones y de los partidos políticos en general. Todo lo que se salga de esa dirección impuesta es “fascista”. Y quienes se atreven a alzar la voz en contra de este imperio de la degeneración y la corrupción son señalados y apartados, como ha sucedido con personajes como Loquillo, Frank de la Jungla y otros.
Así que, cuando llega una ocasión como esta, en la que alguien con decenas de miles de seguidores habla sin intenciones políticas y expresa sin temor su rebeldía frente al estado intervencionista en el que vivimos y su rechazo a quienes lo dirigen, no puedo por menos que felicitarle y darle difusión.
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