Ikigami es una película japonesa basada en el manga del mismo título creado por Motoro Mase.
Ikigami nos sitúa en una sociedad japonesa en la que se ha promulgado la Ley para el sostenimiento de la prosperidad estatal, que consiste básicamente en que el Estado mata a personas al azar para motivar al resto de la población. A los niños en el colegio se les inyecta una vacuna, una de cada mil de esas vacunas lleva una nanocápsula que estalla cuando el niño tiene una edad entre 18 y 24 años. 24 horas antes de su muerte, reciben una notificación (llamada Ikigami) con su foto y una ficha donde se les indica la hora de su muerte. Sus familias recibirán una indemnización, siempre y cuando el afectado no cometa ningún crimen durante sus últimas horas de vida.
Kengo Fujimoto es un joven que comienza su trabajo como funcionario y le es encomendada la tarea de entregar notificaciones de muerte, a lo largo de la película vemos 3 casos diferentes y las reacciones de los afectados y sus familiares en cada caso. Asimismo, se ve la evolución de Fujimoto, que cada vez se encuentra más incómodo con su trabajo.
Esa incomodidad le lleva a cuestionarse un gobierno que mata a ciudadanos al azar, pero este cuestionamiento no puede ser abierto ni libre en ningún momento, ya que a las personas que comenten “crímenes ideológicos” se las llevan para “reeducarlas” de una manera que no queda muy clara. Como Fujimoto no puede expresar su disconformidad por miedo a las consecuencias, sus miradas son las que más dicen sobre sus sentimientos: el sufrimiento y la rabia que siente bajo el manto aséptico de funcionario que está obligado a llevar.
La sociedad de este Japón es una sociedad distópica al más puro estilo de 1984 de Orwell, la influencia es muy clara y se nota por la existencia de “crímenes ideológicos”, que en 1984 se llaman “crímenes de pensamiento”, la presencia de cámaras que vigilan todos los movimientos de los ciudadanos y de los funcionarios, como el “Gran Hermano”, y también por el ambiente de una sociedad gris y opresiva.
En cada una de las tres historias el único punto en común es el Ikigami y Kengo Fujimoto, el funcionario que entrega ese Ikigami.
En la primera de esas historias, un músico que anteriormente tocaba en la calle con su mejor amigo está a punto de debutar en televisión cuando recibe la notificación de muerte que le anuncia que morirá a la misma hora a la que va a debutar en el programa. Durante sus últimas 24 horas aprovecha para hacer las paces con su mejor amigo y hacer su primera y última actuación en televisión, que resultará mucho más intensa de lo esperado.
En la segunda historia, Fujimoto le notifica la muerte al hijo de una importante política que aspira a ser elegida en las elecciones que se celebran al día siguiente, ella es una ferviente defensora de la ley por la cual su hijo va a morir. En esta historia se mezclan elementos melodramáticos con cierto toque político.
Por último, en la tercera historia - la más enternecedora de las tres – el notificado con el Ikigami es un chico que tiene una hermana que se quedó ciega tras un accidente en el que sus padres murieron, él siempre ha cuidado de ella y antes de enterarse de que iba a morir alquila un apartamento para que se vayan a vivir juntos, pero cuando Fujimoto llega con el Ikigami todos los planes se van al carajo y Satoshi Iizuka decide engañar a su hermana Sakura antes de morir para que tenga una vida mejor.
Aunque el argumento inicial es bastante político y oscuro, la película resulta ser más dramática porque está centrada en las historias personales de los que van a morir, tal vez si se hubiera centrado más en el concepto de sociedad distópica y en la rebelión oculta que se insinúa se está gestando hubiera sido mucho más interesante. Sin embargo, es una película que merece la pena ver.