Acabada la temporada en Italia y coronado el Inter de Milán con el triplete tras su brillante victoria en la final de la Champions del Bernabéu, creo que ya es hora de hablar de su entrenador, Jose Mourinho -a estas horas quizá ya es su ex técnico-. Me he estado reservando unos días para analizar la temporada en la Serie A, puesto que quería comprobar el grado de éxito del técnico portugués en su última campaña en el Calcio, que finalmente ha sido máximo.
Sin embargo, antes de entrar en materia quisiera hacer un inciso sobre el partido entre Bayern e Inter. He dicho que la victoria interista fue brillante porque ganó cuándo y cómo quiso a un equipo alemán que en mi opinión está a años luz en cuanto a fútbol y jugadores, pero bajo mi punto de vista, el resultado nos lleva de nuevo a una situación parecida a la que el mundo del fútbol vivía en 2004, cuando el Oporto del mismo Mourinho venció en la Champions y Grecia se alzó con la Eurocopa de Portugal.
En aquel entonces se condenó el estilo rácano y defensivo de ambos equipos, algo que, paradójicamente, no sucede hoy. Siguen habiendo detractores de lo que en adelante llamaremos “estilo Mourinho”, -yo entre ellos-, pero el discurso parece haber cambiado substancialmente, puesto que el portugués es ahora un ganador consumado. ¿Por qué ese cambio de discurso?
Pero antes de seguir hablando de “Mou”, dejádme que diga cuatro cosas sobre la temporada en Italia. El Inter ha sido un justísimo campeón, aunque no le quedaba otra en mi opinión, puesto que goza de la mejor plantilla -casi sin italianos, por cierto-. No obstante, el Roma ha puesto en duros aprietos a los neroazzurri, que quizá pagaron su flojo inicio de campaña. Al fin y al cabo, y después de haber visto la temporada, parece que sólo Inter y Roma podían luchar por el Scudetto. Así fue finalmente, y aunque los de Totti parecían haber dado el sorpasso definitivo a falta de pocas jornadas arrebantando el liderato al Inter, la derrota en casa ante la sorprendente Sampdoria lo frustró todo y demostró que el proyecto romanista está lejos de estar maduro. En cualquier caso, la temporada de Inter y Roma merece el mismo 10, los primeros por conseguirlo todo, y los segundos por competirlo, puesto que también perdieron ante el Inter la Coppa.
No pasa lo mismo con los otros dos grandes del Calcio, Juventus y Milan. Los bianconeri, fuera de Europa, han pagado el fracaso de su fichaje estrella, el brasileño Diego, y el de Ciro Ferrara al frente del equipo, y se han visto justamente sobrepasados por Sampdoria -ya he hablado de este equipo y me reitero, ha vuelto, aunque no sé si para quedarse-, Palermo y Napoli, cuarto, quinto y sexto respectivamente, que han copado los últimos tres puestos europeos. El fracaso ha sido tan absoluto que incluso antes de finalizar la temporada ya había rumores de revolución con Rafa Benítez al frente, aunque finalmente no se concretó. Al menos, sin embargo, parecen haber reconocido el problema.
Mención aparte se debe hacer sobre la enésima no renovación del Milan. Silvio Berlusconi parece haber perdido su antigua predilección por el club de sus amores, dejado de la mano de dios desde hace varios años. El efímero paso de Leonardo por el banquillo amagó con pelear el título al Inter, pero todo se quedó en agua de borrajas. Una plantilla llena de veteranísimos jugadores y de algún que otro retirado no puede aspirar al título. Muchos lo pensábamos antes de iniciar la temporada, y el desarrollo y final de la misma nos han dado la razón. Aquí también se necesita una revolución.
Pero volvamos al que para mi ha sido el verdadero protagonista de la temporada en Italia: Jose Mourinho. Él ha sido el responsable de acabar con el gafe del Inter en la Copa de Europa tras 45 años y le ha dado la gloria. Para mi, su temporada en San Siro es la enésima confirmación de que el método se puede sacrificar con éxito en favor del resultado, siempre y cuando éste sea lo que más te interese. Se le ficha y el portugués logra el objetivo. Lo hizo parcialmente en Inglaterra, donde consolidó al Chelsea entre los grandes pese a no alzarse con la Champions, y lo ha hecho en Italia también, con el Inter. Y ambos equipos sufrían de lo mismo: lo que Menotti llamó “urgencias históricas”.
Sin embargo, ante la figura de Mourinho se me plantea la siguiente incógnita: ¿porqué pasará a la historia? Por sus polémicas, sus gestos altivos en el terreno de juego, su dominio de los tiempos ante los medios de comunicación, o por sus títulos. Entre esos argumentos no cito el juego, puesto que su objetivo no es la belleza, sino la victoria, que ya ha demostrado que quiere a cualquier precio.
Llamádme romántico, pero si por algo el fútbol es capaz de arrastrar a las masas, es por su capacidad de enamorarlas con el espectáculo -ataque y goles-, no por el simple hecho de ganar, que además, no está garantizado por nada ni nadie, ni siquiera por Mourinho. No discutiré el éxito del portugués puesto que sus números son casi inmejorables, pero su papel de Maquiavelo del fútbol mundial me parece desafortunado. Sus equipos siempre han tenido grandes futbolistas, y todos ellos le han defendido a muerte pese a desnaturizarles -léase el caso de Eto'o este año, reconvertido en lateral en ocasiones-, pero ninguno de esos conjuntos creará escuela como uno de aquellos equipos merecedores de pasar a la historia del fútbol. Formarán en el palmarés de las mejores competiciones, cierto es, pero a mi sólo me convencieron a ratos -las dos contras de la final del sábado, por ejemplo-, que se intercalaron con horas de aburrimiento y algún que otro episodio de anti fútbol. Así de claro lo veo yo.
En Italia eso lo alabaron hasta la saciedad, pero ante el nuevo reto marcado por “Mou”, entrenar al Madrid y hacerle campeón de Europa dándole la Décima -ese debe ser su objetivo final, me planteo-, se encuentra ante su también exitoso anatema: el mejor FC Barcelona de la historia, el que pudo ser suyo y no lo fue por la aparición de Josep Guardiola.
El “estilo Mourinho” se halla ante el que quizá es su reto más importante, el que no ha logrado el “mejor” Madrid de la historia de la Liga, y se me antoja muy difícil que se pueda mejorar la efectividad de Manuel Pellegrini al frente del equipo blanco -en Liga, recalco; la Champions es otro cantar-. De lograrlo, me rendiría ante Mourinho de nuevo, pero no no creo que me convenza. Porque el estilo, ¿son sólo los títulos?