Mientras que la Uno de TVE, esa cadena de televisión pública que últimamente tenía pretensiones de rivalizar en prestigio con la BBC y que gracias al sentido democrático de algunos es previsible que se convierta en un apéndice del poder ejecutivo (otro sueño que se nos viene al traste), retransmitía el Festival de Eurovisión con Pastora Soler como representante de la cadena (ignoro en qué posición habrá quedado), en el Palau de les Arts de Valencia se inauguraba la quinta edición (aquí cruzo los dedos y no me santiguo porque no soy practicante, ni siquiera creyente) del Festival del Mediterráneo con la presencia de Su Majestad la Reina de España (tampoco en este caso soy creyente), que para eso se bautizó el edificio con su nombre, Reina Sofía. Es todo un detalle que la Corona apoye a esta institución, por lo menos alguien más allá de nuestras fronteras nos hace algo de caso, más mérito tiene si pensamos en la que le está cayendo a su yerno, implicado en una trama de corrupción que de refilón pasa por la Ciudad de las Artes y las Ciencias. La ópera elegida en esta ocasión es una de las obras maestras de Verdi, Il trovatore, lo digo por si alguien no se había enterado, y es que llevo más de un mes con esta ópera para arriba y para abajo un poco sin ton ni son o, en todo caso, sin orden ni concierto. Presiento que en el futuro El blog de maac atravesará una larga sequía trovadoresca, así que no sufriréis más en este sentido, pero también es verdad que se me han quedado dos o tres cosas en el tintero. Las hordas levantiscas estaban esta vez divididas, unos en Les Arts, los otros en el Liceu asistiendo a Adriana Lecouvreur.
Pero vayamos al grano. Il trovatore es la primera ópera de Verdi que dirige Zubin Mehta en el Palau de les Arts, ópera que podemos considerar su especialidad dentro del repertorio del de Busseto, el director cuenta con dos grabaciones en estudio, una de ellas, la de 1970 para RCA, puede situarse tranquilamente entre las de referencia, cuenta con la participación de Leontyne Price, Plácido Domingo, Fiorenza Cossotto e Sherrill Milnesl en los principales papeles, la otra, grabada para DECCA en 1996, cuenta con un reparto interesante para la época (Pavarotti, Banaudi, Verret y Nucci) .
La producción está firmada escénicamente por Gerardo Vera y la misma servirá para representar Medea de Luigi Cherubini, económicamente es una buena solución, así matamos dos pájaros de un tiro, esperemos que artísticamente el resultado también sea positivo. Para que la utilización de una misma escenografía tenga sentido en dos óperas como Il trovatore y Medea, cuya acción se desarrolla en épocas y lugares tan distintos, se ha trasladado a la época moderna pero prescindiendo de ubicarla en un lugar y un tiempo en concreto (al menos eso se desprende del variado verstuario de Alejandro Andrújar) y parece lógico que haya sido así, aunque reconocía Gerardo Vela (encargado tanto de la dirección de escena como de la escenografía) que se había inspirado en estampas de Mogadiscio, Afganistan o el Líbano, “edificios destruidos, huecos, quemados, construcciones inacabadas, envueltos en una atmósfera fantasmal, con la ausencia del hombre, que sólo los transita velozmente… Las huellas y heridas ocasionadas por el tiempo en el espacio son producidas principalmente por el hombre, por la historia, por la política, por la guerra”. La utilización de proyecciones (magnifico el trabajo de Álvaro Luna) y la eficaz y sugerente ilumionación de Juan Gómez Cornejo ha sido todo un acierto, en cuanto al espacio escéncio resultaba atractivo a la vista, me gustó estéticamente, y muy funcional permitiendo con variaciones en la disposición de los decorados evocar lugares y situaciones distintos, tenía también su porcentaje de espectacularidad (esa especie de salida de estación de metro). Cumplía sobradamente con el ambiente de nocturnidad y opresión que planea musicalmente por toda la ópera y distinguía con claridad los dos bandos enfrentados, representados por el conde de Luna y Manrico. Los gitanos aparecen por primera vez en escena como una especie de refugiados políticos, con maletas en un lugar que bien pudiera ser ser una estación de tren, mientras que los seguidores de Fernando de Aragón visten ropas oficiales y aparecen como el instrumento de opresión del poder establecido. Inexplicablemente el director de escénica recibió abucheos, aunque por un sector muy reducido de público que se quiso hacer notar demasiado, al final no pudieron imponerse a los aplausos que fueron ampliamente mayoritarios, me parece injusto que propuestas en las que se aprecia un trabajo detrás se abucheen de esta forma, no estábamos ante una tomadura de pelo, pero siempre hay quien tiene afán de protagonismo. Fueron los mismos que bravearon con desmesura al, por otra parte, buen conde de Luna de Juan Jesús Rodríguez que sustituía al indispuesto Sebastián Catana, por un momento tuve la sensación de haber vuelto de las "claques", estas reacciones desproporcionadas no favorecen a los cantantes noveles.
Encarnaba a Leonora la soprano Maria Agresta y me sorprendió gratamente, el trimbre, de soprano lírica, es muy hermoso, aterciopelado y su línea de canto muy pulida, recurriendo a bonitas regulaciones y filados, una grandísima Leonora. Jorge de León, tenor habitual de Les Arts (Leonardo de La Bruja, Paco de La Vida Breve, Radames, Don José, Turiddu, Cavaradossi, Le Cid) debutaba en el complicado papel de Manrico, como ya he dicho otras veces no es un tenor que me llegue especialmente pero hay que reconocer que cumplió más que sobradamente con las exigencias de "In quella pira" y que estuvo realmente bien en el último acto, si puliera un poquito más la línea de canto sería un Manrico ideal. Azucena estuvo encarnada por la mezzosoprano eslava Ekaterina Semenchuk tambien me sorprendió por expresividad, calidez y musicalidad, me llamó la atención que no estuviera caracterizada como una anciana, este hecho unido a su timbre hacían de ella una Azucena hasta demasiado sensual. Y Sebastian Catana, como ya he dicho, fue sustituido por Juan Jesús Rodríguez como Conde de Luna, un barítono a tener en cuenta en el futuro, no es que sea un fuera de serie, como por los bravos algunos pretendían hacer ver, pero resolvió el papel con naturalidad y suficiencia. Muy bien estuvo Liang Li como Ferrando, Ilona Mataradze como Ines y Mario Cerdá como Ruiz. Extraordinarios el Coro de la Generalitat Valenciana y la Orquesta de la Comunidad Valenciana dirigidos por un Zubin Mehta que supo cuidar muy bien de los cantantes y que mantuvo un nivel costante durante toda la ópera, dando muestra de sus tablas y conocimiento de esta obra maestra verdiana, sin intentar ser genial pero mostrándose siempre honesto con la partitura, tener un director así es todo un lujo.
En definitiva, una velada inolvidable de la que maac salió más contento que unas castañuelas, casi todo el mérito es de Verdi y un milagro que con un presupuesto tan tocado se puedan ofrecer cosas así.
Os dejo con un video gentileza del Palau de les Arts: