Revista Cine
Film bélicos en la historia del cine hay muchísimos, pero aquí en Argentina están prácticamente ausentes. ¿Por qué las Malvinas es una guerra de la que pareciera no querer hablarse?. Tristan Bauer estrena entonces en 2005 un film basado en la novela homónima de Edgardo Esteban, un ex combatiente de Malvinas hoy periodista.El film no quiere retratar un documento fiel de aquella época, la historia apunta directamente a la memoria, insta a preguntarnos porqué olvidamos, porqué no honramos a nuestros héroes, porqué parece que siempre nos olvidamos de lo que nos pasa.
El argumento comienza con Esteban en la época actual. Periodista, casado con hijos, un tipo normal. Pero una mañana recibe una llamada de teléfono y todo cambia: Vargas, ex compañero de combate ha tratado de suicidarse y yace en una cama de hospital en coma crítico. Este suceso será entonces el detonante del recuerdo, el film nos adentra en la guerra, en sus penurias, en los miedos, en la amistad. Nos cuenta sobretodo que los que fueron a la guerra eran niños de apenas 17 años, algunos incluso más chicos, niños de toda clase y nivel social que no tenían formación militar y ni siquiera sabían empuñar un arma o lanzar una granada. Niños que seguramente no tenían idea ni de conflictos políticos ni formación política en sí viviendo como vivían en una sociedad donde la dictadura todo lo callaba.
El film puede tener sus contrapuntos débiles, se le ha endilgado que faltan elementos que en el libro sí se mencionan como el tema de la religión a los que muchos soldados se veían apegados gracias a los rosarios de plástico que se les entregaban o, así como se destaca los maltratos a los que eran sometidos los muchachos por militares insensibles, otros son destacados con un increíble carácter valeroso que en el film brillan por su ausencia. Como el libro no lo leí no puedo juzgar ni comparar (tampoco me gusta comparar lo literario con lo fílmico) pero lo cierto es que la película está hecha desde la emotividad, lo cual generó muchas críticas intolerantes.
Iluminados por el fuego, una coproducción con España que finalmente ganó incontables premios, es un film que no se puede dejar de ver. Más allá de cómo está contada, si deja o no baches, si es o no una copia fiel de lo que sucedió entonces, es un documento sobretodo del después. La verdad es que luego de los horrores que padecieron los que lucharon en Malvinas, acá llegaron envueltos en el total anonimato, ignorados y hasta repudiados- cuántos ex combatientes que hoy mendigan en los trenes por monedas son vistos con ojos mezquinos a veces nomas por llevar una chaqueta militar. Una historia contada para mostrar no para denunciar, para reflexionar y sentir, no para debatir. Una película que deja constancia que, por ejemplo, se perdieron más vidas después de la guerra en suicidios que en la batalla en sí.
A mi gusto el film presenta muchos grandes momentos que hablan por sí mismos: el picadito de pelota en el campo embarrado y ese silencio con el que los demás miran el juego, la visión de Esteban de la sala de emergencias donde lleva a su compañero herido o el protagonista en pleno bombardeo inglés acatando las órdenes de su teniente de empacar sus cosas... hasta que dice basta y le espeta unas líneas inolvidables.
Para el bajo presupuesto con el que contaban, el film es un verdadero logro; se le nota mucho pulmón y compromiso en su realización. Duele un poco leer por ahí críticas tan desmenuzadamente cinéfilas y exigentes cuando la realidad de lo que se quiere contar pasa por otro lado, lo cual me hace pensar cuan influenciados estamos por otro cine. Si quieren una verdadera película de acción bélica, esta no es la adecuada. Este es un drama, un drama del que parece no querer hablarse.