La primera de mis intenciones era obtener 9 creditazos del ala que me hacían falta para completar rollos burocráticos que no vienen al caso.
La segunda era aprender a soltarme en público, a evitar los miedos escénicos y a dominar los nervios para mejorar mi comunicación ya que en aquél momento consideraba y considero que no sólo es necesario conocer la Historia, sino también contarla.
Y para finalizar, si tenemos que ser sinceros, la otra intención era la pasar dos horas haciendo el borrego y echarnos unas risas, que nunca son suficientes.
Hicimos varias obritas. Dos de ellas eran de Lorca y de una escritora argentina y era tan raras que no sabría decir de qué iban o qué papeles interpreté, así que os ahorro rodeos innecesarios.
La otra y la que daba la nota era Tío Vania, de Antón Chéjov. Moló. Los ensayos eran cualquier cosa menos eso precisamente y las decoraciones las hicimos nosotros a base una percha, de papel y botes de espray, simulando "a la perfección" las estepas siberianas. Entre todos los papeles de la obra a mí me tocó casualmente interpretar a Mijail Lvovich Astrov, médico y cortés galán... ¡Ya empezaban los desatinos!

Eso sí, las colosales y decimonónicas me las dejé de natural, nada de postizos... Mis amigos dan fe de ello. ¡Tendríais que haber visto las caras de los familiares de mi tía cuando fui al bautizo de mi primo con semejante facha!:)