Sir Oliver Ramsey fallece en un accidente aéreo. Su cuerpo resulta destrozado pero no se encuentra su anillo en forma de escorpión. Durante su funeral, una carcajada que parece proceder del féretro resuena en todo la iglesia. Poco después de este curioso incidente, algunos cercanos a la familia Ramsey comienzan a ser asesinados. Sir Cecil (Wolfgang Kieling), el hermano de Sir Oliver, cree que éste ha regresado de la tumba en forma de “zombie” con el propósito de matarle. Será responsabilidad del inspector Higgins (Joachim Fuschsberger) y de la joven periodista Peggy Ward (Siw Mattson), averiguar quien está detrás de los asesinatos antes de que sea demasiado tarde.
“Im Banne des Unheimlichen” es una de las tantas adaptaciones de la obra de Edgar Wallace que el productor Horst Wendlandt y su compañia Rialto Films, llevarían a cabo entre 1959 y 1972. En esta ocasión, Joachim Fuschsberger vuelve a encarnar al inspector Higgins de Scotland Yard, papel que interpretaría en once ocasiones, mientras que su jefe habitual, Sir John (Siegfried Schuerenberg), sería reemplazado por Sir Arthur (Hubert von Meyenrink), el cual es igual de torpe y descuidado que su predecesor. La cinta comienza en un pueblo rural a las afueras de Londres, en pleno servicio fúnebre de Sir Oliver. Aparentemente, él era un hombre querido por la comunidad, especialmente por sus contribuciones a la iglesia y al hospital local. Desde el momento en que se cae el ataúd, escuchamos la siniestra risa de Sir Oliver, y comienza la particular secuencia de créditos acompañada por la estrafalaria música de Peter Thomas, podemos imaginar a lo que nos estamos enfrentando. Las adaptaciones de Edgar Wallace siempre se caracterizaron por mezclar la comedia con el misterio, dando como resultado cintas con un estilo propio, que durante algunos años terminaron intercambiando algunos elementos con el giallo italiano.
Respecto a esto, el hecho de que Sir Oliver haya muerto en un accidente de avión, y de que los asesinatos tengan relación con el anillo perdido del difunto, el cual tiene forma de escorpión, son las similitudes más evidentes que esta cinta presenta con el giallo, “The Case of the Scorpion’s Tail” (1971), del director Sergio Martino. Por otro lado, el director de fotografía Kart Lob, explota bastaste los colores rojo, verde y azul, algo muy común en el cine de terror italiano de la época, donde su máximo exponente es el director Mario Bava. La estética de la cinta es una de las primeras cosas que llama la atención, ya que por momentos los colores se mezclan con escenarios realmente surrealistas, como lo que sucede en la escena en que Higgins junto a su secretaria van a cenar a un bizarro restaurante en el cual sombras humanas son utilizadas como parte del decorado de los muros, y donde se pueden ver palomas revoloteando al interior del establecimiento, las cuales incluso se posan en la cabeza de las camareras mientras estas entregan los pedidos. Aunque esta escena poco tiene que ver con la historia, sirve para demostrar lo particulares que eran estas producciones.
La cinta funciona como un relato de misterio en toda su regla. Hay una larga lista de sospechosos que se irá reduciendo a medida que avanza el metraje, debido a que es el mismo asesino el que se encarga de eliminarlos. Aunque los asesinatos son claramente motivados por una sed de venganza, no es hasta el último tramo de la historia que se nos aclaran por completo los motivos de esta oleada criminal. Los encargados de investigar los asesinatos serán el inspector Higgins, quien representa a Scotland Yard, y la reportera Peggy Ward, cuya única meta es hacerse famosa publicando todos los detalles que rodean al “asesino que ríe”, en el periódico en el cual trabaja. Estas ansias por obtener primero la información, además de complicar la investigación de Higgins, terminarán poniéndola en la mira del misterioso asesino. Pese a su relación antagónica a ratos, entre ambos personajes se desarrollará una relación amorosa con algunos toques de comedia.
El asesino de turno, utiliza un traje negro y guantes, aproximándose un poco a la estética de los asesinos del giallo. Al mismo tiempo el estatus de “zombie” que le dan los involucrados de la trama y su aspecto espectral, ayudan a presentarlo como una figura cercana al cine de terror. Esto último es reforzado con la selección de tenebrosos castillos, funerarias, y criptas como algunos de los lugares claves en los cuales es llevada la investigación. Por momentos, estos escenarios presentan una estética muy similar a la exhibida por algunas cintas de la Hammer. Por supuesto que en la actualidad, ninguno de estos elementos logra crear una verdadera sensación de terror, objetivo que probablemente cumplían en la época en la que fue estrenada la cinta. En cuanto al método del asesino, este utiliza un anillo con un veneno que supuestamente produce una rápida coagulación de la sangre, la que termina desatando un paro cardiaco. Por lo tanto, el film solo presenta la violencia necesaria como para que la trama funcione sin problemas.
Las actuaciones en general son correctas. Joachim Fuschsberger realiza un buen trabajo interpretando una vez más al inspector Higgins, quien se caracteriza tanto por su agudeza mental, como por su fama de galán. Siw Mattson por su parte, interpreta de buena manera a la independiente Peggy Ward. La reportera es una mujer que no le teme a nada, y que no está dispuesta a abandonar la investigación, incluso luego de que el asesino intente matarla. Quien se encarga de aportar con gran parte de la comedia que presenta el film es Hubert von Meyenrink con su personaje de Sir Arthur. Es un personaje francamente torpe, que pone en peligro la captura del criminal en múltiples ocasiones, y que además exhibe una fascinación por el ballet, al punto que le gusta bailar al interior de su oficina en Scotland Yard. La fotografía de Kart Lob es realmente estupenda, precisamente por la mezcla estética que este realiza. Por otro lado, la extravagante banda sonora de Peter Thomas, funciona bastante bien intensificando la atmósfera de constante peligro a la que están sometidos nuestros protagonistas.
“Im Banne des Unheimlichen”, es una de las mejores adaptaciones de la obra de Edgar Wallace realizadas por la Rialto que me ha tocado ver. La historia es interesante, y es bastante más "aterrizada" en comparación con otras adaptaciones realizadas por el estudio alemán. Alfred Vohrer impide que el relato se vuelva tedioso, imprimiéndole a la cinta un ritmo narrativo más que adecuado. Por otra parte, la identidad del asesino no resulta obvia, debido a que el director de manera inteligente, retrata a todos los involucrados en la historia como potenciales sospechosos en algún momento del relato. Como un buen representante del “krimi”, “Im Banne des Unheimlichen” presenta algunos elementos bastante extravagantes, entre los que se destacan el restaurante mencionado anteriormente, un número musical que sirve para presentar la canción principal del film, y el hecho de que uno de los personajes tiene la piel verde. Pese a que al igual que los giallos, los krimis presentan más de algún agujero en el guión y algunas situaciones que rayan en la inverosímil, “Im Banne des Unheimlichen” es una película sumamente entretenida, que además de presentar un misterio bien planteado, tiene una serie de otras virtudes que convierten a esta cinta en una buena forma de matar el aburrimiento.
por Fantomas.