Revista Arquitectura
Conocido popularme por ser el lugar de nacimiento del poeta romántico D. José de Espronceda, acaecido éste el 25 de marzo de 1.808, el Palacio de Monsalud, recuperado como sede del Ayuntamiento almendralejense desde que éste lo adquiriese por permuta con la Secretaría General del Movimiento en septiembre de 1.978, reinaugurado como tal en abril de 1.983 una vez finalizada la restauración que le devolviese el esplendor perdido tras el estado de abandono en que caería al verse el inmueble abandonado después de haber pasado por manos de Falange Española y ser edificio estatal destinado a diversos usos comunitarios, deriva en la que se hallase al ser enajenado en 1.929 por los herederos de la familia fundadora, los Marqueses de Monsalud, artífices de su erección a mediados del siglo XVIII, habitándolo hasta el fallecimiento del V Marqués de Monsalud en 1.910, guarda entre sus rincones auténticos detalles artísticos y joyas patrimoniales como los vestigios de la primitiva capilla del lugar, abierta al patio porticado central y engalanada por un friso dotado de policromados relieves escultóricos donde se alternan los motivos religiosos con diversos blasones entre barrocos angelotes, putis y volutas, bajo una simulada cúpula gallonada cuyo diseño se repite en el previo tramo abovedado que corona la escalera que da acceso al antaño sacro recinto de la residencia palaciega, la más conocida de entre aquéllas subsistentes en el casco histórico de Almendralejo.Almendralejo (Badajoz). Siglo XVIII; estilo barroco.
Arriba y abajo: desde el patio porticado que a modo de claustro centra el monumental inmueble palaciego almendralejense de Monsalud, bordeada por la misma colección seriada de azulejos que rematan las paredes circundante del mismo, una alta portada de trazas comparables a las que enmarcan el acceso a la escalinata de comunicación con la planta superior del edificio, da inicio a las escaleras de subida a la antigua capilla del lugar (arriba), convertida hoy en zona de paso hacia la estancia destinada a sala de informática del concejo de la ciudad, toda vez que en el lateral derecho del sacro habitáculo fuese abierto un portón hacia una de las cámaras de la vivienda, posiblemente durante alguna de las muchas reformas edilicias que ha vivido el bien, a juzgar por el recorte de la decoración que ocuparía el remate superior de tal paso, preservada por el contrario la práctica totalidad de la restante ornamentación escultórica policromada que, fabricada en material blando como yeso o escayola y fijada a las paredes semejando formar parte de las mismas, rodean fundamentalmente el punto último destinado primigeniamente a altar (abajo), apreciándose centrando el muro final como si de un mismo retablo que culmina el ábside se tratase la imagen en bulto semirredondo de la Inmaculada Concepción (abajo, siguiente), tocada de los tonos azulado y bermellón con que en consideración a sus virtudes humana y llena de gracia respectivamente se le suele artísticamente representar, supeditada sobre un globo terráqueo donde y bajo sus pies queda aplastado el ofídico maligno como portadora del Salvador del mundo, sostenida la orbe por un trío de querubines mientras que es otro pareado de seres celestiales en relieve el que porta sobre la Madre de Dios la corona que la identifica como Reina de los cielos, purificando su presencia con inciensario un dúo de ángeles, expuestos uno por cada lado de la sagrada figura, ofrecida al espectador por el dueto de criaturas espirituales que desde sendas esquinas supremas del flanco descorren el cortinaje que, como si de un trampantojo escultórico se tratase, parecía querer esconder el tesoro mariano que allí se guarda .
Arriba y abajo: mientras que la sacra imagen mariana protagoniza la decoración escultórica presentada en el muro frontal de la vetusta capilla palaciega, quedan los muros laterales centrados por paneles de similar fábrica y estilo compositivo, donde los angelotes presentan en esta ocasión, entre decoración vegetal y volutas, sendos cuadros religiosos, uno a cada lado del habitáculo, donde son representados en el que fuese muro del evangelio o izquierda del espectador San Juan Bautista portando el Cordero Místico que él mismo descubriese ante el mundo (arriba), cuando como Cordero que Dios ofreciese para el sacrificio ante los pecados de la humanidad presentase a Jesús, mientras que frente a él, en lo que sería el muro de la epístola, San José lleva de la mano al Niño Jesús (abajo), descubriéndose sendos personajes como santos patronos tanto del I Marqués de Monsalud, Juan José Nieto Domonte, como de su hijo y heredero Juan José Nieto Aguilar, rodeados éstos por cuatro blasones vinculados con la familia y que son, a la par, los que se presentan en la pareja de escudos que componen el gran blasón esquinero que capitanea la estampa más popular del exterior del edificio, repetido en ellos el león rampante que rodeado de cuatro flores de lis y otro cuarteto de hojas de higuera hace referencia al principal apellido del clan (abajo, siguiente), mientras que la representación centrada por un árbol, a su derecha en la capilla y ofrecida igualmente en la ornamentación de la fachada, ha sido considerada por muchos autores como escudo de la ciudad almendralejense y guiño de la estirpe hacia la población donde entonces se asentaba la familia, si bien la aparición de una serie de calderos en derredor de la planta difiere del dibujo simbólico de la urbe, barajándose la posibilidad, apoyada en la aparición de similar escudo en la portada principal del palacio con que contaría la estirpe en el centro de la ciudad hispalense, conocido igualmente como de Monsalud, de estar en realidad frente a un emblema relacionado con la prole o los títulos con que ésta contase, quizás el de la villa y sierra de Monsalud, posesiones que les llevasen en enero de 1.762 a recibir por parte de Carlos III el título con que mayormente fuesen conocidos, siendo así en tal caso un detalle clave a la hora de poder fechar sendas obras, capilla y escudo esquinero respectivamente, debiendo haber sido ejecutados siguiendo tal teoría una vez alcanzado el marquesado, diez años después de la inauguración del palacio en 1.752.
Arriba y abajo: como si de una auténtica cúpula se tratase, corona la estancia que conforma el oratorio propiamente dicho, de planta cuadrangular y menudas dimensiones que apenas rozan los cuatro metros cuadrados de amplitud, una techumbre de gusto barroco y albo diseño gallonado centrada por un medallón donde, igualmente policromado como el elenco de esculturas murales, un sol antropomórfico luce en lo que algunos autores han considerado un gesto de reconocimiento hacia las culturas precolombinas y la labor de los almedralejenses que hicieran las Indias (arriba), si bien es habitual en el mundo artístico la vinculación del astro rey con la Madre de Dios, toda vez que María fuese identificada por la Iglesia con la fémina que en las profecías del Apocalipsis de San Juan se apareciese en medio de los cielos vistiendo de nuestra estrella local, de similar forma a la observada en el techo de la capilla palaciega, contrapuesta al águila bicéfala coronada que remata en su zona más álgida la semicúpula o bóveda de horno que cubre la mayor parte de las escaleras de acceso al sacro enclave (abajo), igualmente gallonada mas en tonos rojizos y diseño que se asemeja al del interior de una venera, posible referencia falconada al Imperio español que entroncaría con el presunto recuerdo americano sito en la techumbre anexa, separados ambos coronamientos por un arco fajón decorado en su clave por cabezas de querubines (abajo, siguiente), descubriéndose en el intradós una pareja de putis que parecen querer sostener la amalgama de hojarasca y decoración vegetal en espiral que se aglutina entre el resto del espacio interno del arco y la cara que del mismo da hacia el oratorio en sí (abajo, imágenes tercera a quinta), repetido bajo la semicúpula que a la par simula mantenerse sobre cinco querubines que figuran sustentar las también cinco pechinas que juegan a soportar el peso de la obra (abajo, imágenes sexta y séptima), apoyada en realidad entre los muros laterales y el arco que da acceso al recinto desde el patio palaciego (abajo, imagen octava), contrariamente presentado éste por una exigua ornamentación que extraña frente al barroquismo de un horror vacui triunfante en el resto de la sala, basada en un sencillo medallón central donde la cruz de la Orden de Santiago (abajo, imagen novena), policromada y sobre fondo azulado, se ofrece inmersa dentro de lo que se adivina una corona laureada, apuntanto hacia la vinculación de la familia con tal Orden religioso-militar, siendo el fundador del palacio, D. Juan José Nieto Domonte, Caballero perteneciente a la misma, de igual manera que contase éste con el cargo de Regidor perpetuo de Almendralejo, ciudad con la que la familia quedaría vinculada y donde aún hoy en día su recuerdo persiste fundamentalmente a través de la obra monumental y artística que significa el Palacio de Monsalud, junto a los tesoros que, como la antigua capilla palaciega, forman parte intrínseca del mismo y del patrimonio cultural almendralejense y extremeño.
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