Erigida en el conocido como Sitio de San Coronado, en los inmediaciones orientales del casco urbano burguillano, subsiste en estado de abandono y semirruina junto a las vías del tren y escasa distancia de la carretera regional EX-112, la conocida como ermita de Nuestra Señora de la Encarnación de Torres, o de la Virgen de las Torres, de única nave y perfecta orientación este-oeste, cuya fábrica primitiva sería atribuida, según algunos autores, a los templarios que rigiesen el lugar tras la reconquista del enclave en pleno siglo XIII, sumándose así al listado de edificaciones religiosas con que éstos dotasen el lugar, capitaneado por las antiguas iglesias de San Juan Bautista y de Santa María de la Encina, enriqueciendo el patrimonio monumental de una localidad cuyo conjunto histórico-artístico fuese declarado Bien de Interés Cultural por la Junta de Extremadura, mediante decreto 54/1998, de 21 de abril.
Burguillos del Cerro (Badajoz). Siglos XIII-XV (posiblemente reformada en el siglo XVII); presunto estilo gótico con posible influencia barroca posterior.
Arriba y abajo: reconquistado definitivamente el enclave en 1.238 al poder musulmán, cuya presencia quedaría testimoniada tanto por la alcazaba reconvertida en castillo, como por el morabito que se incluyera en la primitiva iglesia de San Juan Bautista, la entrega del lugar a la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón, más conocida como Orden del Temple, conllevaría la cristianización de la zona a través de la erección de diversas ermitas, presunto germen éstas del actual núcleo poblacional, levantadas a los pies de la fortaleza las de San Juan Bautista y Santa María de la Encina, parroquias iniciales del municipio, más lejanas las de Nuestra Señora del Valle o la de San Vicente, así como posiblemente la de Nuestra Señora de la Encarnación de Torres, o de la Virgen de las Torres, inscrita esta última en los aledaños orientales de la población, cercana a la vía de comunicación de Burguillos del Cerro con Alconera e inmediata hoy en día a la vía férrea que alcanza la localidad, pudiéndose observar inclusive desde la carretera regional EX-112 la figura de la misma sobre los campos en que queda actualmente inscrita (arriba), apreciándose la mole en ruina de un inmueble del que apenas existen datos registrados, sin ser mencionado el mismo entre las respuestas que fuesen otorgadas desde los poderes del municipio en 1.791 en cumplimiento de la orden de la Real Audiencia de Extremadura en pos de la elaboración de su Interrogatorio, barajándose la posibilidad de darse ya por entonces el abandono del edificio, ocasionado quizás a raíz de la Guerra de Restauración ejecutada a mediados del siglo XVII entre España y Portugal, o bien durante el desarrollo de la posterior Guerra de Sucesión, a comienzos del siglo XVIII, conocido el daño ocasionado durante tal contienda por las tropas inglesas sobre el patrimonio burguillano, a su paso por la localidad.
Arriba y abajo: ofreciendo una perfecta orientación este-oeste, con el cabecero del templo dirigido hacia levante (arriba), se abre mirando a occidente la única portada del inmueble, inscrita en los pies del edificio (abajo), supeditado el vano de entrada entre la fábrica de mampostería que compone la obra, por un pétreo dintel de dos piezas cumplimentado con otras tres que constituyen su cornisa de coronamiento y ornamentación (abajo, siguiente), aún figurando trás él los quicios donde quedasen encajadas las primitivas hojas de cierre de la capilla, dotado el ejemplar norteño de lo que pareciesen ser restos de relieves escultóricos desarrollados bajo la capa de cal que aún blanquea ciertas zonas edilicias, abriéndose la posibilidad de estar ante una pieza arquitectónica rescatada de alguna construcción previa, recordando aquéllas que de origen visigodo fuese igualmente utilizadas en otros muchos monumentos de la región, así los quicios conservados en la Puerta del Capitel de la alcazaba de Badajoz, preservados también entre los muros de la portada de la ermita (abajo, tercera imagen), además de lo que pareciese el arranque de una perdida bóveda que cubriese la entrada a modo de atrio, una moldura desarrollada a ambos lado de la puerta, así como vestigios de esgrafiados geométricos esquineros, más propios ambos del arte barroco que del medieval y, por tanto, quizás resultantes de alguna intervención ejecutada a partir del siglo XVII antes del abandono definitivo del bien.
Abajo: dotada de única nave (abajo y siguiente), conservan las paredes internas de la abandonada ermita de la Virgen de Torres gran parte de enlucido original que cubriese los muros, ocultando la obra de mampostería y ladrillo de que constase la presunta fábrica medieval del monumento, recorridos sendos lados del evangelio y epístola una cornisa que anunciase el arranque de la bóveda latericia de medio punto que cubriese la totalidad del sacro recinto, desde la puerta de acceso (abajo, tercera imagen) al propio ábside, más propia ésta de los movimientos artísticos de la Edad Moderna que del gótico en que supuestamente fuese erigida la capilla original, apenas preservados de tal techumbre ciertos retazos que parten del paredón del evangelio (abajo, cuarta imagen), hoy cubiertos por una gran higuera cuyo peso hace peligrar la conservación de la misma.
Arriba y abajo: abierta en el muro del evangelio, antes de alcanzarse el espacio destinado a cabecero o ábside del sacro recinto (arriba), una portada delimitada con sillares abre paso al habitáculo destinado muy posiblemente a sacristía del lugar (abajo), espacio edilicio anexo al propio templo en sí que cumplimentase a la par el mismo, cuya estancia, además de presentar abierto en su interior un vano hacia levante, fuese dotada, como la nave principal, de bóveda de medio cañón fabricada en ladrillo plenamente preservada, perdida, sin embargo, la estructura que al parecer pudo enclavarse contrariamente junto al exterior del muro de la epístola, cuya existencia original se puede barajar a raíz de las señales edilicias que restan sobre el mismo paredón (abajo, siguiente), sirviendo el portón inscrito en este punto de la pared sureña como medio de acceso o comunicación entre nave y añadido constructivo, quizás la vivienda del guardés del inmueble, figurando aún sobre la misma, así como en otros puntos de similar tabique, una de las cruces que serían dibujadas sobre el encalado que luciese el interior del sacro inmueble (abajo, imagen tercera), marcando los pasos del vía crucis que, aún hoy en día, circunda el espacio intramuros de los templos católicos.
Abajo: siguiendo la tradición edilicia católica, se mantiene el cabecero de la ermita burguillana de la Virgen de las Torres orientado plenamente hacia oriente (abajo), enmarcado éste, a modo de separación del resto de la nave, por sendas pilastras que, desde los muros del evangelio y epístola respectivamente (abajo, siguiente), anunciasen la entrada al sanctasanctórum del sacro enclave, abiertas en los muros laterales del ábside lo que pareciesen ser hornacinas, dos en el lado norteño, una en el contrario (abajo, imágenes tercera y cuarta), supeditada esta última por un vano abocinado que, sobre la moldura de la que parte la bóveda de cierre, permitiese la entrada de luz al interior del templo.
Abajo: perdido gran parte del recubrimiento que a base de enlucido y cal sellasen, tanto en su espacio interior como extramuros del mismo, la obra edilicia original, pueden observarse en ciertos puntos del inmueble, entre la mampostería y los trabajos latericios de que se componen básicamente la estructura de éste, grandes sillares inscritos en diversos rincones del bien, fundamentalmente esquinas o jambas de las portadas internas, cuyas grandes proporciones e irregularidad constructiva hace pensar en un reaprovechamiento de los mismos, más que en su creación directa elaborados para tal destino, rescatados quizás de algún desaparecido monumento o, inclusive, de algún yacimiento cercano, conocida la profusión de restos romanos en los alrededores de Burguillos del Cerro, base según algunos autores de la antigua Segida Restitua Iulia, inscrita en la Beturia Céltica y Convento hispalense de la hispana provincia de la Bética, descubiertas entre dehesas y campos de labor piezas como aras, estelas o cupae, pudiendo derivar sendos elementos cilíndricos observados en la parte baja del muro del evangelio, de primitivos cipos o columnas que, posteriormente reutilizados, vinieran a enriquecer el pasado romano, incluso visigodo, de este punto de la región.