Revista Arquitectura

Imagen del mes: estatua orante del obispo Ponce de León, en la catedral de Plasencia

Por Websamuelrc
Imagen del mes: estatua orante del obispo Ponce de León, en la catedral de Plasencia

Acogida por una gran hornacina a modo de capilla funeraria elaborada por Mateo Sánchez de Villaviciosa, junto al altar mayor de la catedral Nueva de Plasencia y en el presbiterio de la misma por su lado del evangelio, la estatua orante del obispo Pedro Ponce de León, labrada en piedra por el artista castellano Francisco Giralte, no sólo cubre la tumba de uno de los más reseñables dirigentes de la diócesis placentina, sino que se ofrece a la par como una de las más excelsas obras escultóricas del Renacimiento extremeño, así como, posiblemente, la mejor estatua de índole funerario con que cuenta nuestra región.

Plasencia (Cáceres). Siglo XVI (ejecutada entre 1.573, tras el fallecimiento del obispo, y 1.576, año de defunción del artista); arte renacentista.

Imagen del mes: estatua orante del obispo Ponce de León, en la catedral de Plasencia

Arriba: nacido en Córdoba en 1.510, y fallecido en la localidad cacereña de Jaraicejo el 17 de enero de 1.573 -tal y como reza en el epitafio extendido a través del friso que, bajo frontón semicircular y figura del Creador, corona la capilla funeraria episcopal elaborada por el artista granadino Mateo Sánchez de Villaviciosa a petición de los testamentarios de D. Pedro Ponce donde, bajo arco casetonado de medio punto enmarcado por dos pilastras corintias, se cobija la estatua y tumba del que fuera obispo placentino: "Aquí yace el ilustrísimo Señor Don Pero Ponce de León, obispo que fue de esta Santa Iglesia e Inquisidor General; falleció en la villa de Jaraicejo, a XVII días de enero de 1.573 años"-, D. Pedro Ponce de León tomaría posesión de la diócesis placentina el 26 de enero de 1.560, tras el fallecimiento un año antes de su predecesor en el cargo, D. Gutierre de Vargas Carvajal, personaje al que no sólo relevaría como sumo dirigente del obispado de Plasencia, sino también como gran mecenas renacentista de la diócesis, terminando muchas de las obras arquitectónicas y artísticas iniciadas durante el mandato de Vargas Carvajal y encargando o dejando dinero para otras que vinieran a enriquecer el obispado, así su propio mausoleo donde, siguiendo nuevamente la estela de D. Gutierre, se depositara en manos del afamado artista palentino Francisco Giralte la labra de la estatua orante que viniera a cubrir su féretro, pudiendo así Extremadura contar con una obra mortuoria del insigne escultor renacentista discípulo de Berruguete que ya elaborase los cenotafios tanto del obispo previo como de los padres de éste, ubicados éstos sin embargo en el panteón familiar con que los Vargas contasen en pleno corazón de la villa de Madrid, en lo que hoy se conoce como Capilla del Obispo, formalmente capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán, adosada a la madrileña iglesia de San Andrés. 

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Arriba y abajo: planteada como imagen de bulto redondo y elaborada en mármol blanco de origen italiano -según el erudito Vicente Paredes; en alabastro del país según la historiadora Rocío García Rodríguez-, la estatua orante que viniese a cubrir el sepulcro del obispo placentino D. Pedro Ponce de León seguiría el planteamiento ya observado en otras esculturas funerarias renacentistas, donde el personaje retratado, lejos de figurar yacente y sin vida, se presenta vivo, orando, con las manos juntas y de rodillas, dirigiendo su mirada hacia el altar en una demostración tanto de su fe en la religión católica como de su humillación ante su doctrina, sin que por ello se prescinda, sin embargo, de la representación de los más ostentosos elementos materiales con que el personaje contase en vida, quedando así inmortalizada a su vez la categoría social y económica que el mismo llegase a alcanzar durante su estancia en este mundo, pudiéndose de esta manera apreciar entre las trazas escultóricas de la presente obra mortuoria la riqueza de las vestiduras del obispo (arriba), aflorando los bordados de la casulla entre los fabulosos pliegues logrados sobre la piedra por el artista, descubriéndose los anillos que pueblan los dedos del clérigo, o saboreando la suntuosidad del reclinatorio que antecede a la figura (abajo), poblado de bajorrelieves por sus respectivas caras donde varios personajes angelicales portan emblemas relacionados con el difunto o la muerte de éste -así una mitra, un incensario o una calavera-, cubierto de un rico encaje sobre el que se deposita, sobre almohada, un libro litúrgico abierto por el Salmo 88 -según apreciación de Rocío García Rodríguez-, asomando tras el mencionado mueble tanto la mitra episcopal como el báculo del obispo, sostenido el primero de ellos sobre un pequeño pilar que viene a cerrar la composición y simbología de ésta por su esquina trasera derecha. 

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Abajo: arrodillada la figura del obispo sobre un cojín, sostenida a su vez sobre un estrado de dos gradas que, simulando el suelo o tarima que acoge al personaje, sirve en realidad como cierre superior del sepulcro episcopal, aparece el frontal de tal pavimento decorado con casetones rectangulares y ovales a los que antecede, sostenido por dos figuras juveniles andróginas, semirrecostadas y ataviadas con túnicas, el blasón del obispo, coronado por el capelo episcopal y centrado por las armas del mismo, dividido en cuatro cuarteles donde, en los lugares primero y cuarto, se observa el emblema de los Córdoba, apellido paterno donde tres franjas de gules o rojo cruzan un campo de oro, quedando las divisiones segunda y tercera protagonizadas por el escudo de los Ponce de León, con un león rampante junto a las cuatro franjas verticales del apellido Aragón, quedando así atestiguada a perpetuidad la identidad del personaje aquí depositado, igualmente reflejada mediante similar escudo sobre el arco que centra la capilla funeraria, o en el epitafio que la corona, siendo un epígrafe en latín el que, por su parte -protegido por rejería y recogido por el insigne José Ramón Mélida-, vendría a firmar la cara exterior del zócalo o propio sepulcro en sí, hablándonos nuevamente de la personalidad allí custodiada y la obra legada por ésta: DOMINUN PETRUM PONTIUM A LEONE SANCTAE HUIUS PLACENTINAE PRAESULEM PIENTISSIMUM ET MERITISSIMUM OMNI VIRTUTE ET NOBILITATE GENERIS PRAECLARUM INQUISITOREM GENERALEM SANCTA FUNCTUM VITA POST INSTITUTA SIBI ANIVERSARIA ET CAPELLANIA ET EPICOPATUS PAUPERES TESTAMENTO HAEREDES RELICTOS ET VIRGINES ORPHANAS IN PERPETUM HONESTISIMA DOTE IUVATAS HAEC BREVIS CAPIT URNA VIXIT ANNOS 63 OBIT D.I IANVARII M.D.LXXIII. 

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