Revista Arquitectura
Dando paso desde los pies del santuario al interior del templo gótico-renacentista consagrado como parroquia aljucense bajo la advocación de San Andrés, por ser éste patrono del lugar desde que el día de su onomástica, el 30 de noviembre, fuese reconquistado en 1.229 el enclave frente al poder musulmán por las tropas cristianas de Alfonso IX de León que, caído Cáceres en abril , avanzaban hacia la toma de Mérida, capitanea la cruz de tal apóstol el conjunto arquitectónico-ornamental que conforma la principal de las dos portadas con que cuenta el sacro edificio, dibujada bajo ella la nombrada como de Santiago, en referencia a la Orden que pasaría a regir la población, tallados sendos píos personajes como protagonistas del dueto de circulares tondos que asoman sobre el arco escarzano que sostiene la obra, animando el santo peregrino a los caminantes que discurriesen por la inmediata Vía de la Plata, convertida durante el medievo en el camino mozárabe a Compostela, protegiendo el decano de entre los apóstoles elegidos por Jesús la vecindad, solicitando ésta a través de él y mediante una oración que en letras góticas circunda el portón de acceso, la intercesión por ellos ante Cristo, en uno de los ejemplares del Plateresco rural más llamativos y plausibles de la región.Aljucén (Badajoz). Siglos XV-XVI; estilo plateresco.
Arriba y abajo: rematado el conjunto arquitectónico que presenta la portada delantera del templo aljucense por una doble cornisa (arriba), sostenida por un dueto de finas pilastras que, como si de un alfiz se tratase, enmarcan la obra artística, corona el saliente supremo una pareja de bolas de profundo relieve, cercano al bulto redondo, sitas respectivamente en cada esquina superior del dibujo, de las que parten discurriendo entre las mismas, a modo de olas que convergen recuperando el renaciente estilo clásico, dos volutas de las que nace en su encuentro un céntrico podio engalanado por guirnalda y supeditado por un blasón donde la Cruz de San Andrés recuerda la advocación bajo la cual se encuentra consagrado el templo (abajo), muy erosionada la Cruz de Santiago que, bajo ésta, verifica la jurisdicción de la población a la Orden santiaguista, incluida dentro del Arciprestazgo de Mérida dependiente del Priorato de San Marcos de León, repitiéndose las referencias a sendos apóstoles bajo la cornisa inferior, precediendo el arco pétreo que conforma ediliciamente el acceso al santuario, constando en tosco relieve sus testas en sendos tondos circulares de claro gusto renacentista (abajo, siguientes) donde el Matamoros figura como peregrino, portando el característico sombrero compostelano, respaldado el hermano de Pedro por las aspas de su cruz de martirio, el primero como protector de los viajeros que por la contigua Vía de la Plata, cuyo trazado alcanza la población, seguían el trayecto del Camino Mozárabe, tomado el segundo como patrono y guardián de la vecindad.
Arriba y abajo: rellenando el espacio conformado entre la más externa de las dos arquivoltas que abocinan la entrada y las pilastras que enmarcan el conjunto decorativo, una oración labrada en grafía gótica sobre las piezas graníticas de que se constituye la obra, solicita en lengua latina y a lo largo de la banda que parte y concluye sobre las cornisas que rematan las basas que sustentan las jambas del conjunto, portadoras igualmente de tondos escritos (abajo, imágenes tercera y cuarta), la procura de San Andrés ante el Altísimo en pro de la bendición divina hacia el pueblo que eleva al apóstol como patrono y protector de la población, en un diseño que recuerda el presentado por otra portada religiosa no muy distante geográficamente y ejecutada siguiendo el mismo estilo artístico, la del lado del evangelio de la Parroquia de Nuestra Señora de la Consolación en Arroyomolinos, dependiente esta localidad igualmente del santiaguista Priorato de San Marcos de León, incluida en el cercano Arciprestazgo de Montánchez, erigidos quizás ambos ejemplares siguiendo las directrices de un mismo maestro dispuesto a las órdenes de una Orden religioso-militar que se revelaría como consagrado mecenas del estilo que recordaba la prolífica en ornamentación labor de los plateros a lo largo de los territorios que regiría en nuestra región, conservándose ejemplares en La Garrovilla o Calamonte donde, sin embargo, no consta como sí en Arromolinos una sentencia ofrecida como rezo en Aljucén: "Santi · Andreapostol · O · Ra · Pro · No · Bis · AdDominum · Deum · Nostum : IesumCi · Istum" (San Andrés Apóstol, ruega por nosotros a Nuestro Señor Jesucristo).
Arriba y abajo: bajo lo que asemejan ser yemas arbóreas custodiadas en el interior tanto de los capiteles de los dos pareados de columnillas que conforman la sencilla zona de arquivoltas que da paso al portón de acceso edilicio, como de aquéllos anexos a éstos inscritos en las pilastras de cierre de la composición (arriba), el labrado de mofletudas testas angelicales junto a decoración vegetal tendente al candelieri, repetido a lo largo de la cara frontal de las columnas que enmarcan lateralmente el conjunto artístico (abajo y siguientes), trae al frente del templo el renacer del clasicismo en una tendencia al horror vacui propia del Plateresco, bordeando el arzo escarzano de acceso al sacro monumento una suerte de simbiosis entre volutas y hojarasca, presentes estas últimas, quizás ejemplares de palma, en los capiteles supremos de las columnas de cierre de la portada (abajo, imágenes cuarta y quinta), posible referencia al martirio sufrido por los dos protagonistas indiscutibles del conjunto, Santiago y San Andrés, que encuentran en esta obra una cátedra donde el primer estilo renacentista español sirve a la entronación de tales figuras en un bello y sorprendente ejemplo artístico custodiado en un menudo y desapercibido rincón del centro de la región que demuestra, una vez más, la proliferación del arte en los enclaves menos conocidos de Extremadura.
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