Revista Arquitectura
No podría darse mejor ejemplo como demostración del pasado romano conjunto entre España y Portugal que el puente levantado sobre el río Erjas, cauce fluvial presentado como actual límite fronterizo entre sendos países ibéricos, donde el viaducto erigido en época contemporánea al de Alcántara, presumiblemente hermano pequeño de aquél e igualmente firmado por Cayo Julio Lacer, erigido para servir antaño a la calzada de unión entre Norba Caesarina (Cáceres) y Egitania (Idanha-a-Velha; Portugal), es hoy puesto fronterizo cuya titularidad comparten las dos naciones que ocupan lo que tiempo atrás fuese la Lusitania. Río Erjas, a su paso entre los límites territoriales de Alcántara (Cáceres) y Segura (Idanha-a-Nova; Portugal). Siglo II d.C. (restaurado en 1.571 e intervenido a finales del siglo XIX); estilo romano inicial, con posterior influencia moderna bajo trazas diseñadas por los maestros Pedro Villegas, Diego de Castañeda y Sebastián de Aguirre.
Arriba y abajo: de los cinco ojos con que cuenta el puente romano de Segura, sobreviven de la obra primitiva los arcos anexos a sendas orillas, apreciándose en aquél unido a la vega española (arriba) la línea que a base de sillares labrados bajo moldura de talón, golpeados al parecer durante la intervención ejecutada en el siglo XIX, posiblemente marcaba ornamentalmente la separación entre ojos y calzada, perdida ésta sin embargo junto a la ribera portuguesa (abajo).
Arriba y abajo: asentado sobre la roca madre pizarrosa, se aprecia en los sillares que conforman el ojo más próximo a la orilla lusa los pequeños orificios horadados sobre las piezas de granito rosa que constituyen la obra de ingeniería, así en la cornisa de la que parte el arco (arriba) como en su tajamar contiguo (abajo), característico en las construcciones de época romana cuando, para levantar los bloques, eran utilizadas las ferrei forfices o tenazas de transporte encajadas sobre estos puntos.
Arriba y abajo: al igual que los arcos laterales, se conservan de la fábrica romana los tajamares contiguos a sendos ojos de los cuatro que el puente ofrece río arriba, de planta triangular coronados durante la remodelación efectuada en época moderna con sombreretes piramidales, apreciándose bajo ellos la última intervención ejecutada sobre la construcción, fechada en 2.007, decidiéndose entonces y tras la aparición de una grieta consolidar el monumento llevándose a cabo entre otras medidas el rellenar con cemento las juntas inicialmente en seco entre sillares, así como reforzar pilares y tajamares en su base con hormigón armado, actuación que derivaría en una gran polémica y amplio debate sobre las restauraciones arqueológicas, considerada por no pocos autores como un grave atentado contra el patrimonio.
Arriba y abajo: ya intervenido durante el dominio romano tras apreciarse deficiencias hidráulicas, el aspecto actual presentado por el puente romano de Segura deriva fundamentalmente de la restauración a la que el monumento se vería sometido tras ser víctima de una riada, acontecida en 1.565, que destruyese sus tres arcos centrales, reedificándose en el siglo XVI tales ojos en arcos de medio punto ligeramente peraltados apoyados sobre los retazos de la obra inicial, irguiéndose nuevamente los dos pilares centrales, reutilizándose material original e incorporando piezas nuevas donde se intentó repetir la ornamentación en almohadillado, entre la que se colaría algún elemento simbólico contemporáneo a la nueva intervención, como es el león rampante que se presenta labrado río arriba sobre una de las dovelas del segundo puente más cercano a Portugal, cuarto desde la línea española (abajo).
Arriba y abajo: detalle de los arcos centrales del viaducto internacional, donde puede apreciarse la combinación entre elementos originales y piezas reincorporadas, más gastados los primeros y de pátina menos dorada los sillares más modernos, resaltando la aparición de la pizarra en el levantamiento del resto de muros del puente, ampliados a finales del siglo XIX con el fin de devolver al monumento una calzada plenamente horizontal, perdida tras la reedificación del siglo XVI cuando se decidió dotar a la construcción de doble vertiente, alzando por tal motivo y sobre el resto de sus hermanos el arco central.
Arriba: sobre el nuevo petril aportado durante las intervenciones decimonónicas ejecutadas sobre el monumento internacional, adaptándolo al tráfico rodado hasta ser presentado hoy en día como base de una contemporánea carretera, una doble placa, repetida en cada lienzo de protección, marca el punto central de la obra de ingeniería y la soberanía bajo la que queda custodiada cada una de las mitades de la construcción, dos naciones hermanadas cuyas raíces históricas se entrelazan hasta entroncarse en un único origen común.
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