Considerado tradicionalmente el arte musulmán como de carácter anicónico, careciendo de figuras humanas o zoomorfas entre sus representaciones, pueden encontrarse, sin embargo, intercalados en sus ornamentaciones de índole mayoritariamente vegetal, geométrico y caligráfico dispuestas a lo largo de los siglos y a través de los enclaves que en alguna ocasión formaron parte del mundo islámico, diversos ejemplos creativos figurativos que vienen a desbaratar tal teoría, muchos de ellos procedentes de un arte andalusí que dejaría en tierras hoy extremeñas algunas de tales excepciones, con ejemplos cerámicos, metálicos y pétreos preservados entre sendos museos arqueológicos provinciales, observándose entre sus salas la cabeza de un ave pintada sobre un fragmento cerámico procedente de Medellín, dos cuadrúpedos usados como juguetes descubiertos entre los vestigios del que fuese el Badajoz musulmán, el soporte de un brasero con cabeza y pie de león hallado en Higuera de la Serena, destacando por su antigüedad un aplique de plata con cabeza de cérvido fechado en época emiral desenterrado en el yacimiento gordeño de Cañada de los Judíos, así como por su posible vinculación con la dinastía aftasí, los dos pies de banco con ornamentación leonina que mil años atrás pudieran haber servido como base del trono de los reyes islámico-pacenses.
Badajoz, Medellín, Higuera de la Serena y yacimiento de Cañada de los Judíos (El Gordo, Cáceres). Siglos VIII al XI; arte islámico.
Arriba y abajo: aunque el Corán no prohíbe las representaciones artísticas figurativas, el intento por evitar la idolatría encauzado a través de varios hadices o códigos donde se recogía la tradición oral originaria del Islam, conduciría hacia un abandono de las creaciones antropomorfas y zoomorfas en pro de la ornamentación vegetal, geométrica y caligráfica, si bien las producciones figurativas de aquellos seres a los que se consideraba portadores de alma, alejadas completamente de los contextos religiosos donde el culto y la veneración debe dirigirse tan sólo a Dios, tendría cabida en los ambientes domésticos y cortesanos, colándose a través de la cerámica, los juguetes, los ajuares hogareños, los muebles, la azulejería, las pilas, las yeserías o los capiteles, destacando aquéllas emanadas de un arte andalusí que en la Península Ibérica medieval bebiese tanto de las creaciones clásicas, en muchas ocasiones coleccionadas, como de un cristianismo con el que estableciese contacto y transmisión artística, surgiendo así piezas figurativas extraordinarias destinadas tanto a embellecer jardines y salas palaciegas como a servir a los hogares más humildes, sin que faltasen éstas entre las ciudades y poblaciones esparcidas en lo que hoy es territorio extremeño, destacando por su antigüedad la cabeza de un cérvido en plata datada en época emiral que fuera hallada en el yacimiento denominado Cañada de los Judíos -arriba-, sito en el término municipal de El Gordo, compartiendo naturaleza metálica con la pata de un brasero, en este caso de bronce, rescatada de la finca llamada El Santísimo ubicada en tierras de Higuera de la Serena, cuya decoración felina, con un pie de león rematando inferiormente el soporte y la cabeza de tal animal en el punto de unión de la pieza al desaparecido resto del mueble -arriba- recuerda el arte fatimí del siglo XI, barajándose la posibilidad de provenir este elemento del Egipto gobernado bajo tal dinastía en los albores del segundo milenio de nuestra Era.
Arriba y abajo: un ave, posiblemente una paloma -arriba-, sería el animal que sobre un recipiente cerámico hallado en Medellín, quizás un plato o ataifor, fuese pintado siguiendo la técnica del verde-manganeso, dibujando sobre el blanco de base con el verde del cobre y el negro-morado del manganeso los elementos decorativos escogidos, bastante similar a la fórmula empleada a la hora de rematar uno de los dos juguetes y/o botijos que, con forma de cuadrúpedo, se hallase en la ciudad de Badajoz -abajo-, con una ornamentación de pinceladas verdes ejecutadas sobre un fondo blanquecino muy distante al tosco acabado sin policromar de la vasija zoomórfica desenterrada junto a otras cerámicas islámicas en un solar de la calle Zurbarán -abajo, siguiente-, cuyo parecido, aun en su deterioro, al camello descubierto entre las cerámicas almohades rescatadas en 1.937 en la calle Savellà de Palma de Mallorca, hoy en el Museo del Diseño de Barcelona, permite imaginar el aspecto original de tal pieza de probable uso infantil, datada entre los siglos X y XI.
Arriba y abajo: descubiertos en el baluarte de San Roque, con casi un metro de longitud y rondando el medio metro de altura -96 cms. x 48 cms.-, los dos pies que sirvieran como soportes de aquel tablero central junto al que conformasen un banco o trono en algún jardín o edificio de la islámica ciudad de Badajoz, quizás al servicio de Sapur o de la posterior dinastía aftasí que gobernasen el reino taifa desde aquí capitaneado entre 1.013 y 1.094, muestran sobre el mármol blanco del que se nutren la parte anterior o prótomo de dos leones respectivamente, tumbados y contrapuestos, cuyo labrado se observa mejor, curiosamente, en la pieza donde uno de los animales ha sido descabezado -arriba y abajo-, más desdibujado el diseño de la anatomía felina en su hermana -abajo, siguientes-, apreciándose en todo caso entre sus patas, rabos, cabezas y fauces, unos rasgos tendentes a la esquematización propio del arte islámico e igualmente atisbado en otras piezas escultóricas andalusíes claves donde es el león el animal representado, así en el león de Monzón, en los granadinos leones del Maristán, o en los archiconocidos leones que dan nombre al patio donde se ubican, en el corazón del palacio de la Alhambra, colocándose así ambas piezas extremeñas entre las figuraciones zoomorfas más relevantes del arte islámico peninsular y, por ende, del arte sarraceno extremeño.