Engullidos hoy en día por las construcciones que componen los aledaños nororientales de la población cabezueleña, los vestigios de la que fuese iglesia de Nuestra Señora del Vado recuerdan desde la orilla derecha y poca distancia del río que atraviesa el fértil valle al que éste, Jerte, da nombre, la existencia del núcleo poblacional del cual ésta era parroquia, bautizado como Vadillo y cuya relevancia urbanística, aún dependiente de su vecino sureño, queda atestiguada por los retazos de tal templo católico, donde el arranque de un arco gótico ornamentado con las características bolas del estilo isabelino, así como un torreón-campanario que, adyacente, guarda relación arquitectónica con un estilo propio entre las cercanas iglesias castellanas, testimonian tiempos pretéritos cuando el monumento se mantenía en el uso para el que fuese destinado, hasta la completa despoblación y abandono definitivo del lugar a raíz de la primera de las Guerras Carlistas que a lo largo del siglo XIX conociera España.
Cabezuela del Valle (Cáceres). Siglo XV; estilo gótico.Arriba y abajo: ocupada hoy lo que fuese única nave del sacro recinto parroquial de Vadillo por la vegetación y diversas moles pétreas, originarias posiblemente éstas del templo -o desaparecidos edificios circundantes- junto al que ven discurrir el paso del tiempo (arriba), se conserva en pie en derredor de la misma el arranque de los muros del evangelio y epístola que, a izquierda y derecha respectivamente de los pies de la iglesia, bordeasen primitivamente el espacio central (abajo, y siguiente), igualmente conservadas las bases y esquinas septentrionales de lo que fuera el sacro cabecero (abajo, tercera imagen), constituidas éstas por sillares que han propiciado su preservación, compuesto de mampostería la mayor parte de la restante fábrica del monumento, menos resistente al devenir de los años que, en el inmueble cabezueleño, a pesar de que se viese restaurado el edificio tras el fatídico paso de las tropas francesas por el enclave durante la Guerra de la Independencia, ha traído la ruina y semidesaparición del mismo, una vez abandonada oficialmente la población en 1.837 en pleno trascurrir de la primera Guerra Carlista, convertido en el refugio de escasos vecinos tras superarse la desolación a la que se viese sometido durante la contienda franco-hispana de 1.808, devastando las huestes napoleónicas el lugar hasta quedar sólo en pie 10 de sus casas, sin que el fin de la guerra civil con que se iniciase el reinado de Isabel II supusiera una nueva vuelta de habitantes a un lugar que siempre dependiese administrativamente de Cabezuela del Valle, concebida como aldea de realengo y regida por alcaldes pedaneos vinculados con la primera, disfrutando tan solo de independencia poblacional cuando se viera constituido el caserío como municipio en 1.834, poco antes de acontecer el declive definitivo de su historia, figurando ya como despoblado, con sólo tres casas en pie, en el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de Pascual Madoz de 1.849.
Abajo: apenas conservados ciertos vestigios de lo que fuesen pies del sacro inmueble, observados principalmente en la esquina donde éstos quedasen unidos al lado de la epístola, posiblemente contó la iglesia de Nuestra Señora del Vado con una portada inscrita en tal lateral occidental del edificio, preservado sin embargo el acceso que diera paso a la nave desde el muro meridional (abajo), permitiendo al feligrés adentrarse en el espacio donde antaño se venerase a la Virgen bajo cuya advocación fuese bautizado el templo, talla gótica policromada y labrada en madera de nogal, originaria de la escuela castellana y alcanzando el metro de altura, basada en una representación mariana donde la Madre de Dios, en pie, sostiene al Niño en su brazo izquierdo, mostrando María en su mano derecha, al igual que su Hijo entre sus dedos, un higo -conocida por tal motivo también entre la población como Virgen del Higo, conservada y expuesta hoy tras ser restaurada en 2.017 por el afamado taller vallisoletano de Francisco Boldo, en el conocido como Retablo de la Concepción, dentro de la parroquia cabezueleña de San Miguel Arcángel-, fechada entre fines del siglo XV y comienzos del XVI, contemporánea así presuntamente a la propia iglesia donde quedase cobijada, permitiendo las bolas ornamentales adyacentes a los vestigios del arco apuntado que, además de marcar la separación entre sendos tramos de que constase el recinto, sustentase un posible tejado a dos aguas que cubriese, quizás junto a un artesonado, el interior de la capilla (abajo, imágenes segunda y tercera), situar su fecha de fabricación durante el reinado de los Reyes Católicos, época durante la cual proliferase tal motivo decorativo dentro del llamado gótico isabelino, procedente posiblemente los retazos de enlucido y esgrafiado aún visibles entre los muros del edificio de épocas posteriores (abajo, imágenes cuarta y quinta), quizás de alguna de las reformas ejercidas sobre el bien, puesto en valor tras el saqueo que sufriera el sitio durante el trascurso de la decimonónica Guerra de la Independencia.
Abajo: perteneciente a la iglesia pero concebido y erigido como edificio externo e independiente a ésta, el torreón que sirviera de campanario a la parroquia del desaparecido lugar de Vadillo se mantiene en pie en bastante mejor estado que el resto del sacro conjunto arquitectónico al que perteneciese, ubicada tal torre tras el cabecero eclesiástico y compartiendo con éste similitud en su fábrica constitutiva, perviviendo el arco levantino que sirviera al empleo como espadaña de tal atalaya, llamativa una autonomía edilicia que, contrariamente, es asidua entre las poblaciones castellano-leonesas de las cercanas provincias salmantina y abulense -ubicado también su campanario tras el ábside en la iglesia dedicada a la Visitación de Nuestra Señora dentro de la localidad abulense de Puerto Castilla, próxima a Tornavacas-, verificándose la vinculación demográfica y cultural del Norte extremeño con las tierras meridionales castellanas, repetida tal independencia edilicia en la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en la localidad también jerteña de Jerte, o en la iglesia del Salvador de Pasarón de la Vera, erguido sus exentos campanarios frente a las de San Juan Bautista y de Nuestra Señora de la Asunción, en las localidades de Cerezo y Ahigal respectivamente -inscritas ambas en las Tierras de Granadilla-, más conocidos que los propios templos de los que dependen los campanarios de Casares de las Hurdes y de Trevejo, este último levantado tras la iglesia de San Juan Bautista en tal localidad serragateña.