Revista Arquitectura

Imagen narrativa-Imagen discursiva

Por Dmccad @dmCCAD

Imagen narrativa-Imagen discursiva

Render. Cuando decimos “render”, los hispanoparlantes nos referimos, por lo general,  exclusivamente a infografías tridimensionales, es decir: imágenes generadas por medio de aplicaciones informáticas de modelado tridimensional y posterior retoque en aplicaciones de postproducción fotográfica, con emulación de espacios, luces y materiales para recrear un determinado espacio y hacerlo comprensible.

En realidad la palabra “render” tiene, en inglés, varios significados, entre los cuales nos interesa esencialmente su acepción como “presentación”. Porque en realidad hemos adoptado la palabra “render” derivada de las aplicaciones de modelado tridimensional, que bien en la misma aplicación, bien en aplicaciones externas, emplean “render engines” para producir los renders, es decir: presentaciones del objeto modelado. Por eso no me gusta hablar de renders, sino de imágenes o infografías 3d, y procuro emplear la palabrita en cuestión sólo a la presentación que arroja “en crudo” el motor de renderizado.

Estas imágenes son un gran recurso que ya forma parte incluso del proceso de trabajo de muchos diseñadores y arquitectos. Pero en esencia no son más que la evolución natural de las representaciones dibujadas a mano con diversas técnicas que siempre se han hecho, al igual que hemos pasado del rótring al autocad (por simplicar en una breve frase un proceso de varias décadas).

Hay, como en todo, un mal uso muy extendido de este recurso. Al igual que sucede con otros aspectos del proyecto, desde las propias limitaciones de las aplicaciones empleadas, hasta el manifiesto desconocimiento de su funcionamiento.

Narrativo – Discursivo

Habitualmente nos encontramos con imágenes que nos muestran el proyecto como si ya estuviera construido, con un realismo en ocasiones sorprendente.

El error de este tipo de imágenes suele ser que muestran una perfección irreal, difícil de creer. Remates perfectos, vegetación perfecta, limpieza de calles absoluta, vidrios perfectamente planos, ángulos rectos perfectos, gente perfecta, aves perfectas.

A veces, para evitar esto (que en algunos casos además supone comprometerse demasiado) se recurre a imágenes que renuncian a un realismo absoluto (por voluntad o por impericia), pero que no se saltan ciertos fundamentos básicos de la física. Aunque se trate de representaciones no realistas, no renuncian a un comportamiento realista de la iluminación, o de la opacidad de los objetos, aunque se trate de simples aproximaciones.

Estas imágenes narrativas nos cuentan el proyecto, intentando mentir lo menos posible. Y por lo general no omiten elementos estructurales que puedan “afear” la imagen. Así es posible entender qué es opaco, qué es transparente, dónde hay luz, dónde sombra, etc. El lenguaje gráfico no afecta a la comprensión de un espacio virtual que sigue los mismos códigos básicos que el espacio real.

Por otro lado nos encontramos con imágenes que nos representan edificios y espacios imposibles. Transparencias difíciles de imaginar, ausencia de elementos portantes, alteraciones en los colores o materiales, iluminaciones imposibles, etc. Son las imágenes discursivas, aquellas que sirven como reflexión o como apoyo de una reflexión que el autor realiza en consonancia con otros dibujos más técnicos (plantas, alzados, secciones, detalles) y que refuerzan, o explican, una idea de proyecto, un discurso.

Se incurre cada vez más en el error de atribuir a las imágenes discursivas un carácter narrativo, llegando a colocarse como imágenes divulgativas del proyecto, cuando en realidad son un tipo de imagen que no debería ir nunca sin la compañía de un texto que ayude a interpretarlas. Porque en muchas ocasiones, los arquitectos caemos en el error (o en la osadía) de suponer que todos saben leer una imagen e interpretarla correctamente, e inferir la idea tal y como nosotros la tenemos en la cabeza. Craso error.

Se convierte en un problema cuando la imagen (discursiva) se convierte en icono del proyecto. Como ya se ha dicho, el peor error es pretender que una imagen de ese tipo es arquitectura, convirtiéndose en objetivo de proyecto, invirtiendo los caminos.

Personalmente creo que no se deberían publicar imágenes sin el discurso al lado, ya que es imposible descifrar correctamente lo que interesa.

 

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