Los pocos ratos que veo la tele aprovecho para ver la otra España. La que no se ve desde Madrid. Intento seguir los informativos de las autonómicas. Dan otro punto de vista.
Hace un par de días me puse con el Teleberri de la noche. El informativo en castellano de la televisión autonómica vasca. Todo es sutil. Todo es cool. Pero los mensaje son contundentes. Las comunidades se definen de manera binaria: los míos y los que no son míos. Los de aquí y los de allí. Y ningún medio ha construido mejor desde mediados del siglo XX esa imaginación que la televisión. El tiempo desde Pamplona. A nadie se le ocurre que la Televisión Gallega diera el tiempo desde Zamora. Ahora conectamos con las fiestas de Bayona, que también son nuestras fiestas. Un reportaje sobre el turismo en los castillos de Navarra. Cuando la invasión (españolaza), el (hijoputa del) Duque de Alba se los cargó todo. Cierra el reportaje con un plano, mientras atardece, del castillo de Maya, donde los últimos patriotas resistieron la invasión (sólo le faltó decir al periodista que al grito de Gora Euskadi).
Una televisión que es de todos los vascos (y que de manera indirecta pagamos entre todos los españoles, que para eso está el Cupo), imponiendo el imaginario nacionalista al conjunto de la población, con independencia de que sean constitucionalistas o nacionalistas
Y mientras, en frente, no hay ningún relato. Sólo números.