Revista Motor

Imaginé

Por José María José María Sanz @Iron8832016

Recientemente he estado en Londres y he aprovechado para mirar de reojo el mundo de la motocicleta en la capital del Imperio británico. Motos de marca Triumph, BMW y de las consabidas japonesas, además de escúteres, forman la familia motociclista de la capital del Brexit. Abundan las motos mate, no las brillantes, lo que significa que nos tienen que ir gustando.

En Long Acre Street, en mitad del populoso barrio de Covent Garden, encontré la escena que refleja esta fotografía. Yo diría que compraron el casco a la vez porque me da la impresión de que es el mismo modelo. Me parece que son idénticos. Eso significa que fueron a la tienda y compraron ese modelo que, por lo que fuera, les vino bien.

La moto, la Sportster, ya no estaba aparcada. Estaba colocada en paralelo al sentido de la marcha de la calle, por la acera de la izquierda según la marcha anglosajona. No estaba encendida. Y ellos estaban hablando.

Yo pasaba por la acera de enfrente y vi la escena. Sin dudarlo, saqué el iPhone y disparé sin contemplaciones, sin pedir permiso a nadie y sin avisarles, y seguí caminando. Al poco oí el sonido, un auténtico estruendo. No sé si se oía muy bien en las curiosamente silenciosas calles de la metrópoli o es que esos escapes pasan por encima de cualquier cosa. Pero no me di la vuelta y preferí imaginar. Imaginé que volvían a casa porque ya pasaba de las cinco de la tarde. Imaginé que ambos trabajan en la zona y uno de ellos se encarga de guardar la moto en su aparcamiento. Imaginé que se estaban contando un primer qué tal el día. Imaginé que se habían besado. Imaginé cómo habían elegido el color de la moto. Imaginé de quién eran esos guantes. Imaginé que él quería conducir hasta su casa. Imaginé que ella quería conducir hasta su casa.


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