21 febrero 2014 por Naima Tavarishka
Epifanio Perdomo (i) e Imeldo Barreto durante la grabación del documental de Víctor Calero. Foto: Luis Adern.
El problema de ser espectadora siendo periodista con ganas de buenas historias es que una ve de pronto protagonistas muy potentes, próximos a tu lugar de residencia, diamantes para transmitir sensaciones, y se desespera por ir a buscarlos, hablar con ellos y querer escribir unas líneas. Siento que esta historia, la de Imeldo y Epifanio, no me pertenece contarla, que ya lo hicieron ellos en primera persona y otros la han plasmado. Pero aunque no me lance a abordarlos, más por pudor que por ganas, no puedo dejarla pasar, aunque la narre desde fuera. Puede que ustedes ya la conocieran; yo, sin embargo, no sabía nada de ella hasta el pasado miércoles en que tuve la suerte de ver el documental ‘Los náufragos del Berge Istra‘, del realizador canario Víctor Calero.
Sentada en aquella butaca del Paraninfo de La Laguna y tras conocer la dura vivencia de los dos únicos supervivientes -ambos tinerfeños- del naufragio de un carguero noruego en el Pacífico en diciembre de 1975, los 20 días en alta mar cerca de Borneo y el casi milagroso rescate por un barco japonés, yo solo veía a dos personas con una capacidad narrativa impresionante, dos hombres totalmente complementarios que seguro -me arriesgo a decir- le pusieron fácil su trabajo al joven director.
Carguero Berge Istra.
Imeldo Barreto y Epifanio Perdomo y su pequeña balsa, esa que llevaban tan dentro que pidieron traer desde Japón a Tenerife y de la que no se han desprendido desde entonces, me enamoraron. Allí sentados, en primera fila, subieron al escenario al inicio y al final de la proyección, enlazados por los hombros, como dos adolescentes, con los ojos vidriosos y agradecidos mientras la gente les aplaudía. Me emocioné, lo reconozco, no tanto por la durísima historia sino por las sensaciones que aquellos dos hombres de piel curtida fueron capaces de transmitir. Cómo lo expresaron, cómo contaron aquella experiencia terrible a la que ahora, 38 años después, hasta adornan con retazos cómicos en un claro ejemplo de que de la tragedia, a veces, puede nacer una comedia. Y fue esa capacidad de transformar en anécdotas lo que terminó de conquistarme.
Balsa en la que sobrevivieron Imeldo y Epifanio 20 días en alta mar. Foto: Luis Adern.
Imeldo y Epifanio, el primero de Punta del Hidalgo y el segundo, de Taganana, no han vivido como héroes, porque seguro que no se sienten así, aunque su hazaña sea digna de trabajos de distinta índole como el documental que hábilmente supo ver Víctor Calero o el libro de José Delgado Díaz, ‘La tragedia del Berge Istra’. Sería un justo reconocimiento.