La delicadeza de las palabras llevada directamente hasta el corazón del lector. Eso es lo que hace Pilar Gorricho, poeta que vuelve al panorama literario con "La hiedra del perdón".
Pilar Gorricho desgrana la culpa en este poemario editado por ediciones Torremozas de Madrid, en versos concisos con metáforas e imágenes contundentes. Nos abre las puertas de su universo, donde el tiempo, la ausencia, lo prolífico de esa naturaleza que nos libera, la sanación del amor, cobran vital protagonismo.
Estos versos que nacen del dolor ya reposado de la perdida, denotan el coraje de querer seguir adelante, de vivir en medio de un amalgama de emociones (a menudo contradictorias) que la fecundan.
El prólogo corre a cargo de la laureada poeta toledana Maria Luisa Mora Alameda y el epilogo a modo de poema y diseño de portada es de Cecilio Barragán Bravo catedrático de ESDIR de Logroño.
En las 94 páginas del poemario, Pilar vive los años posteriores al sabor amargo del paso de la muerte por su piel en su modo mas trágico de presentarse a contra corriente.
Decía Antonio Machado que la "alegría pasó una vez por su casa y dos veces no pasa" y Pilar intenta que esto no sea cierto, que algo parecido al jubilo redima los tiempos, que una alianza la sorprenda y encuentra una luz en el camino del perdón evocado en el titulo del poemario.
Esa hiedra que todo lo coloniza cuando recorre nuestras venas.
El perdón a nosotros mismos, a la vida y a la misma muerte. Parafraseando a Dante Alieghieri "Quién sabe de dolor, todo lo sabe" Podríamos decir que bien sabe del dolor
Pilar, y por ello se encomienda a su yo más profundo para que la próximo que sepa sea de la grandeza naciente en la misma caja torácica de su mundo, ese mundo que nos invita a conocer a través de su obra.
Y aquí tenéis una pequeña muestra:
Más allá del cielo está el castigo
en el estricto albergar de la culpa
donde los dioses arrastran sobre si
el germen de los vientres.
Los astros no piensan en la muerte,
lo repleto del regreso.
Así, lo universal de la sangre se humedece
en el plactón de la plegaria.
En la medianía funesta de lo incontrolable,
salvajes son los intentos por no caer.
Antes del infierno esta el fuego,
y su redentor temblor de contienda,
que no conozca jamas mi piel
esa extraña manera de extinguirse.
El mal y la endeble voluntad
cerciorando vanidades entre la manzana
La costumbre ciega de querer
ascender el gólgota de lo eterno
a golpe de conciencia dormida.
Qué corta se queda la semblanza del bien
cuando la pobreza de lo ambiguo
perfora nuestro espíritu.
La extraña manera de ir muriendo.
que la vida es eterna solo para otros,
y nos limitamos a ser ceniza.
alguien humedeció nuestras mejillas
con eso que llamamos emoción
y albergamos la duda.
La sangre solo existe cuando se derrama.
Si queréis haceros con un ejemplar, podéis hacerlo desde el siguiente enlace: www.torremozas.com