Los niños son la esperanza del mundo, decía Martí, y crecí escuchando eso. Entre las diferencias tajantes en la sociedad cubana, y además en la prioridad que este Gobierno le ha dado al “yuma“ (extranjero), siento dolor y temor al escuchar a niños tan pequeños decir que cuando grandes quieren ser “yumas“. Otras vieron a sus vecinas, tías, amigas progresar gracias a la prostitución, y repiten sin pudor: “yo quiero ser jinetera“. ¿Pero qué sabrá un niño de nacionalidades o placer por dinero? ¿Qué sabrá un niño de necesidades? ¿Será lo que escuchan decir todo el tiempo a sus padres?
El más cuerdo, al parecer el que mejor entendió de que se trata toda esta película que se vive en Cuba, es el niño que desea ser Dictador.