Blow Out, la película número 13, es metaficcional: reflexiona sobre el cine y sus mediosLeer anterior entrega
Al ver algunas de sus películas, lo que más me llamó la atención es la presencia casi obsesiva de traidores y perdedores. La idea del complot, y de su elemento más destacado y práctico, el traidor, es algo que no falta en las mismas. En las películas antes mencionadas, aunque no necesariamente aparece en ellas, el traidor es una figura ambigua, un personaje que en un principio, libre de sospecha, simula ser amigo o socio del protagonista, y que motivado por intereses sexuales o de dinero, planea una venganza que se concreta en gran parte, pero en la que termina destruido al final de la película, ya sea porque la víctima o sus amigos lo descubren y enfrentan con resultados satisfactorios, o por errores que comete y que posibilitan su fracaso. Sólo en Blow out (Impacto) esta figura es difusa, es un rol intercambiable, ya veremos por qué.
Blow out es un film, el número trece de la filmografía depalmiana, que podríamos clasificar como un thriller policíaco, pero eso también sería una visión simplificada de lo que esta cinta puede y ofrece, a más de 30 años de su estreno, al espectador. Blow out es una película metaficcional, pues su reflexión principal es sobre el cine y sus medios expresivos, e incluso, siguiendo la noción de Genette sobre la intertextualidad, también se incluyen en esta categoría las películas en las que el cine está presente como intertexto o referencia de otros filmes, sea como homenaje, plagio o adaptación de los mismos.
Continuará…
Gerson Vanegas