Revista Opinión
Los implantes de prótesis mamarias, hechas con silicona, se iniciaron hace medio siglo. Inicialmente, su uso estuvo restringido a los casos de mastectomías, buscando equilibrar el peso que soporta la columna femenina si falta uno de los senos, y también para restaurar el nivel de autoestima y de confianza de la paciente que, por enfermedad o accidente, perdió un seno o ambos. En los últimos tiempos, luego del período victoriano que marcó pauta hasta comienzos del siglo XX, durante el cual la mujer socialmente decente se cubría hasta los tobillos y vería a la mujer actual como el perfecto ejemplo de una puta, como resultado de una alienación cruel y continua de la población femenina por parte de la moda, se puso al alcance de casi toda mujer el aumentarse los senos, sin importar su nivel sociocultural. El arte, los escenarios, la televisión, la pantalla grande, los concursos, los tabloides, periódicos y revistas con iconos e imágenes de mujeres exhibiendo grandes senos turgentes, tapados o no, fueron el medio para distribuir y fijar el mensaje, día tras día, figura tras figura, evento tras evento. El discurso favorito de estas seguidoras y víctimas de la moda varía generalmente entre “yo hago con mi cuerpo lo que quiera”, o “me hice las lolas porque sí, y punto” … pero casi nunca se escuchan argumentos verdaderamente razonados y honestos, mostrando que la mujer sabe por qué se pone las tetas falsas, algo como “lo hice para estar a la moda, para poder competir con las otras hembras, para estar al mismo nivel que las demás, para poder usar tal o cual ropa, para verme más femenina, sexy, bella, deseable, para que se fijen en mí, para que me tomen en cuenta, para disimular mi edad aparentando ser más joven sin mis tetas caídas”…. Claro, casi nunca decimos a los otros la razón real de las decisiones personales, por simple miedo y autoprotección, para que no descubran nuestros puntos débiles. Generalmente el ser humano alienado y poco pensante no es honesto consigo mismo – y menos lo es con los demás- porque no se da cuenta del verdadero motivo por el que actúa así o asá, porque le resulta más fácil sumarse a la corriente, estar a la moda, hacer lo que la mayoría hace sin pararse a preguntar por qué lo hace, creyéndose original en medio de una masa de clones suyos, sintiéndose protagonista en vez de títere sin personalidad que obedece a los que imponen sus intereses y sus modas a la masa consumista.
El objetivo de la mujer con las lolas hechas no sólo es el público masculino o el macho en particular al que busca atraer con unos mayores atributos sexuales. Tal vez influya su deseo de conseguir más sexo, aunque el hombre promedio esté clarísimo en cuanto a que una teta real se siente diferente al tacto que una postiza, por más que ésta última llame más la atención, y sepa que ese gancho hipersexy no es natural. El afán de la mujer que opta por la moda del implante es el ponerse las nuevas tetas para lucirlas a las demás mujeres. Esta moda de las tetas grandes casi supone regresar a la era de las cavernas, cuando el artista esculpía el ideal femenino como una venus de Willendorf, o a la pintura de Miguel Angel o de Doré, o al tiempo de las odaliscas de serrallo en Las Mil y Una Noches. Como vemos, la moda de las tetonas no es nada nuevo. La mujer con pechos grandes se asocia desde el origen de nuestra especie con el prototipo maternal, más apto para procrear, amamantar y preservar la especie, y por tanto más atractivo y útil a la tribu. Hasta Freud tendría algo que decir al respecto. Pero mejor que caer en tratar el complejo de Edipo en este tema, será recordar algunos de los inconvenientes de los famosos implantes, o sea, ese costo oculto de la moda del que los intereses comerciales jamás hablarán, y que sale a la luz pública únicamente cuando un grupo de víctimas de la moda se organiza para denunciar y protestar. Tal es el caso de las recientes demandas contra los daños causados por las prótesis mamarias PIP (Poly Implant Prothese), o cuando se corre la voz entre el grupo de familiares, amigas y conocidas de que fulanita, luego de ponerse unas tetas espectaculares, está bajo tratamiento médico debido a las prótesis, porque tuvo complicaciones en la cirugía, infección, rechazo, mala cicatrización, queloides, encapsulamiento indeseado, hematomas, tamaño inadecuado del implante, rotura, rotación o deshinchado de la prótesis, necrosis del pezón, dificultades posteriores en la lactancia, etc, etc, etc.
Tanto riesgo, tanto daño, tanto costo, tanta desinformación, tanta estupidez, para mí no es más que un llamado de auxilio de esas mujeres que sólo buscan resaltar, competir y estar a la moda de las nuevas tetas, para que las quieran. Claro, la alienación estética para estar a la moda no queda limitada al público femenino con sus tetas y otras partes agrandadas o reducidas a la fuerza, y si no, que lo digan los centenares de hombres con implantes de pectorales, glúteos y testículos. Pero ese es otro tema afín, que se tratará en su momento. Por ahora me gustaría conocer la opinión feminista al respecto, porque aún no encuentro argumentos para cambiar la mía, por eso, y por polémico, sumo este artículo al blog.
Escrito por: Gustavo Löbig
El objetivo de la mujer con las lolas hechas no sólo es el público masculino o el macho en particular al que busca atraer con unos mayores atributos sexuales. Tal vez influya su deseo de conseguir más sexo, aunque el hombre promedio esté clarísimo en cuanto a que una teta real se siente diferente al tacto que una postiza, por más que ésta última llame más la atención, y sepa que ese gancho hipersexy no es natural. El afán de la mujer que opta por la moda del implante es el ponerse las nuevas tetas para lucirlas a las demás mujeres. Esta moda de las tetas grandes casi supone regresar a la era de las cavernas, cuando el artista esculpía el ideal femenino como una venus de Willendorf, o a la pintura de Miguel Angel o de Doré, o al tiempo de las odaliscas de serrallo en Las Mil y Una Noches. Como vemos, la moda de las tetonas no es nada nuevo. La mujer con pechos grandes se asocia desde el origen de nuestra especie con el prototipo maternal, más apto para procrear, amamantar y preservar la especie, y por tanto más atractivo y útil a la tribu. Hasta Freud tendría algo que decir al respecto. Pero mejor que caer en tratar el complejo de Edipo en este tema, será recordar algunos de los inconvenientes de los famosos implantes, o sea, ese costo oculto de la moda del que los intereses comerciales jamás hablarán, y que sale a la luz pública únicamente cuando un grupo de víctimas de la moda se organiza para denunciar y protestar. Tal es el caso de las recientes demandas contra los daños causados por las prótesis mamarias PIP (Poly Implant Prothese), o cuando se corre la voz entre el grupo de familiares, amigas y conocidas de que fulanita, luego de ponerse unas tetas espectaculares, está bajo tratamiento médico debido a las prótesis, porque tuvo complicaciones en la cirugía, infección, rechazo, mala cicatrización, queloides, encapsulamiento indeseado, hematomas, tamaño inadecuado del implante, rotura, rotación o deshinchado de la prótesis, necrosis del pezón, dificultades posteriores en la lactancia, etc, etc, etc.
Tanto riesgo, tanto daño, tanto costo, tanta desinformación, tanta estupidez, para mí no es más que un llamado de auxilio de esas mujeres que sólo buscan resaltar, competir y estar a la moda de las nuevas tetas, para que las quieran. Claro, la alienación estética para estar a la moda no queda limitada al público femenino con sus tetas y otras partes agrandadas o reducidas a la fuerza, y si no, que lo digan los centenares de hombres con implantes de pectorales, glúteos y testículos. Pero ese es otro tema afín, que se tratará en su momento. Por ahora me gustaría conocer la opinión feminista al respecto, porque aún no encuentro argumentos para cambiar la mía, por eso, y por polémico, sumo este artículo al blog.
Escrito por: Gustavo Löbig