Luisana Colomine.
“Aquí en Venezuela estamos trabajando y ya hemos prohibido un ensayo que nos querían meter por ahí con transgénicos y estamos poniendo la barrera respectiva a nivel nacional a los transgénicos, que le hacen mucho daño a la agricultura y sobre todo a la soberanía de nuestros pueblos”, expresó el Comandante Hugo Chávez Frías el 18 de abril de 2004, en la edición Nro. 189 del programa “Aló Presidente”. Pero realmente y para decepción nuestra, en Venezuela no existe una regulación específica que impida la importación de productos terminados elaborados a base de transgénicos. Solo la moral y eso de “cumplir con el legado de Chávez”, frase que muchos chavistas, del Presidente Maduro para abajo, enarbolan a cada rato, es lo único puede salvarnos. La Constitución, en sus artículos 127 y 305 demanda del Estado la protección ambiental del país. El 127 expresa que “el Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, los recursos genéticos, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial importancia ecológica. El genoma de los seres vivos no podrá ser patentado, y la ley que se refiera a los principios bioéticos regulará la materia. Es una obligación fundamental del Estado, con la activa participación de la sociedad, garantizar que la población se desenvuelva en un ambiente libre de contaminación, en donde el aire, el agua, los suelos, las costas, el clima, la capa de ozono, las especies vivas, sean especialmente protegidos, de conformidad con la ley”. El artículo 305 plantea en su primera parte: “El Estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del desarrollo rural integral a fin de garantizar la seguridad alimentaria de la población; entendida como la disponibilidad suficiente y estable de alimentos en el ámbito nacional y el acceso oportuno y permanente a éstos por parte del público consumidor”. La negativa de Hugo Chávez aquel 18 de abril, fue otra llamarada del grito de independencia que se conmemoraría al día siguiente, una esperanza para los movimientos campesinos y ecológicos de liberar a Venezuela del “agronegocio”, considerado un instrumento de saqueo de las corporaciones como Monsanto, Cargill, Dreyfuss, entre otras. Empresas estadounidenses que son hegemónicas en los modelos dependientes de otros países como Argentina, Brasil, Paraguay, México y Uruguay, donde se impone el monocultivo de soja y con él, una agricultura sin agricultores y una sociedad sin soberanía sobre sus bienes más preciados. Pasó el tiempo y en el año 2015, la Asamblea Nacional, presidida por Diosdado Cabello, aprobó la Ley de Semillas, publicada en la gaceta oficial extraordinaria No. 6.207, el 28 de diciembre de 2015, es decir fue de las últimas cosas que hizo el parlamento revolucionario. Por esos días los medios reseñaron las declaraciones del diputado Alfredo Ureña, ex coordinador del equipo parlamentario que trabajó en dicho proyecto, quien entonces afirmó: “no se puede usar estas semillas transgénicas, que son organismos genéticamente modificados por lo que tienen efectos colaterales negativos sobre la salud animal y salud humana, es una discusión que incluso existe a nivel mundial, y que el comandante Chávez ya manifestaba desde el año 2004”. El objeto del instrumento legal quedó plasmado en el artículo 1: “preservar, proteger, garantizar la producción, multiplicación, conservación, libre circulación y el uso de la semilla; así como la promoción, investigación, innovación, distribución e intercambio de la misma, desde una visión agroecológica socialista, privilegiando la producción nacional de semillas”. Es decir, una gran responsabilidad para ministros, juntas agrícolas, profesionales diversos, investigadores, empresarios agroalimentarios, distribuidores de insumos agrícolas y grandes productores. Y en su artículo 9 “queda prohibida la producción, importación, comercialización, distribución, liberación, uso, multiplicación y entrada al país de semillas transgénicas (…)” pero no se incluyó en esta legislación la importación y distribución de productos elaborados. De todas maneras la oposición no apoyó esa Ley. El diputado Iván Colmenares, del Estado Portuguesa, la tildó de “inviable por su marcado sesgo ideológico, carácter anti transgénico y tenor inconstitucional”. La consideró “discriminadora del sector privado y de la población no alineada con el proceso. También es altamente contradictoria, porque defiende las semillas originarias, de las etnias y campesinas, pero sin propuestas tangibles para fomentar su producción”. Así que si ahora se oponen a la importación de transgénicos es pura politiquería. Buscando en otras fuentes, nos fuimos a la Ley del Plan de la Patria, y allí el comandante Chávez materializó aquello que dijo en su Aló Presidente y allí sí incluye “productos transgénicos”. En el objetivo nacional 1.4 “Lograr la soberanía alimentaria para garantizar el sagrado derecho a la alimentación de nuestro pueblo”, escribió: “Incrementar la producción y protección nacional de las semillas de rubros estratégicos, a fin de satisfacer los requerimientos de los planes nacionales de siembra para consumo, protegiendo a la población del cultivo y consumo de productos transgénicos y otros perjudiciales a la salud.(subrayado nuestro) Es decir que por allí pudiera haber una ventanita (y es nuestra propuesta) para que el presidente Maduro legisle por la vía habilitante y en una ley de pocos artículos se regule la importación de productos genéticamente modificados. Es algo necesario porque allí se pueden prefigurar delitos y sus sanciones correspondientes, aspectos que por cierto, no están en la Ley del Plan de la Patria. El Clap y los transgénicos Por estos días crecen las denuncias de los alimentos que está importando el Ministerio de Alimentación para los Comités Locales de Abastecimento y Producción (CLAP). Vienen productos de Turquía, Guyana, Colombia, Argentina, México, etc… Hemos visto que todos los productos brasileños como la harina Nutrivita, el aceite Concordia, la mayonesa y la salsa de tomate marca Saude, son fabricados con componentes “genéticamente modificados” y almidón transgénico. Se lee en las etiquetas porque la regulación brasileña obliga a las empresas a declararlo así y por eso rotulan de esa manera, como una advertencia al consumidor.
Hernán Mena Cifuentes
La historia demuestra que la mayoría de las guerras tienen origen económico y las desatadas por Estados Unidos (EEUU) siempre lo han tenido, como la lanzada contra Afganistán para saquear sus vasta riqueza mineral estimada en miles de miles de millones de dólares, cuyo descubrimiento acaba de anunciar el Pentágono tras ocultarlo durante años pensando que podría explotarla impunemente una vez conquistado el país.
Con ello viene a conocerse que la invasión estadounidense al país de Asia Central hace más de nueve años no tenía por objetivo, como entonces se hizo creer al mundo, capturar a Obama Bin Laden, señalado por Washington como autor intelectual de los atentados del 11-S, sino el perverso proyecto de apoderarse de la fabulosa riqueza que posee una nación considerada hasta ayer como una de las más pobres del mundo.
No obstante, como en otros países del Tercer Mundo, cuyas riquezas son explotadas por las transnacionales capitalistas, nada cambiaría para el pueblo afgano, el cual seguiría sumido en el hambre, la miseria, la ignorancia, la enfermedad y otras plagas sociales, ya que las ganancias irían a parar a las arcas de los explotadores y de los gobernantes corruptos, cómplices hoy del Imperio en la guerra contra el pueblo como mañana lo serán de las multinacionales en el saqueo de esos recursos.
Por eso es que los medios mercenarios, apenas conocida la noticia del hallazgo, comienzan a dibujar el escenario de supuesta prosperidad que para los afganos tendría la explotación de esos recursos, alabando el radical cambio que tendría en sus vidas, cuando lo cierto es que, como otros pueblos hermanos, estarían condenados a vivir sumidos en miseria en medio de una riqueza que únicamente beneficia al explotador.
Porque lo poco que dejan al pueblo las transnacionales son los despojos de sus ganancias que, cual limosna, van a parar en su mayor parte a los bolsillos de sus cómplices, la oligarquía y corruptos gobernantes que copian muchas de las aberrantes costumbres de sus amos, como el vicio del consumismo obsceno y degradante importado de EEUU y de toda sociedad capitalista.
Pero los cálculos le salieron mal al imperio que, derrotado y al borde de perder la guerra, viendo cómo se les escapa de las manos el botín, decidió, en otra de sus diabólicas maniobras, revelar un secreto guardado tan celosamente a ver si consigue que sus aliados de la OTAN no se retiren del país, cegados por la ambición de compartir con EEUU los billones que generaría esa riqueza que les impulsaría a seguir luchando para lograr una victoria que están muy lejos de alcanzar.
Porque, ¿de qué otra manera se explica que, mientras la realidad da cuenta de que EEUU está perdiendo la guerra, se revela la existencia en Afganistán de ese fabuloso tesoro de reservas minerales que contienen incalculables cantidades de hierro, cobre, cobalto, oro, niobio, litio y otros materiales estratégicos de gran demanda en el mercado internacional, convirtiéndolo de la noche a la mañana en una de las naciones más ricas del planeta’.
El litio, por sólo mencionar uno los minerales descubiertos en Afganistán y cuyas reservas serían superiores a las de Bolivia, consideradas hasta ahora como las mayores de la tierra, podría convertir al país en “el Arabia Saudí del litio,” dado su gran valor como elemento básico en la fabricación de los modernos equipos electrónicos, entre ellos computadoras portátiles, celulares y baterías.
Según versión del New York Times, que dio el lunes la sospechosa primicia, fueron los geólogos del Pentágono los autores del espectacular descubrimiento, valorado, según los cálculos más conservadores, en un millón de millones de dólares, lo cual obliga a preguntarse: ¿Qué hacían allí esos geólogos militares realizando prospecciones mineras si de antemano no sabían de la existencia de esos minerales’.
Y bien que lo sabían, pues de acuerdo con la información que da cuenta del descubrimiento los geólogos yanquis lo habrían realizado en base a datos recolectados por expertos soviéticos durante la ocupación de Afganistán por parte de la URSS en la década de los 80 de lo que se infiere que el hallazgo no es nuevo, sino que por razones estratégicas ha sido revelado apenas hace pocas horas.
Otro hecho que mueve a la sospecha de que el hallazgo no es algo nuevo es que desde hace cuatro años, según publica el New York Time, el Pentágono viene realizando labores de cartografía aérea que han cubierto 70% del territorio afgano, utilizando equipos y sistemas de cartografía capaces de dibujar mapas tridimensionales, mediante lo cual se obtienen datos de asombrosa precisión que permiten la ubicación exacta de cualquier mineral bajo la tierra.
Además, Hamid Karzai, el corrupto títere que Washington impuso como presidente de Afganistán, dijo durante la visita que efectuó a la capital estadounidense hace seis meses que “los yacimientos minerales no explotados en su país tienen un potencial económico de hasta tres billones de dólares (3 mil millones de millones)”, así que no es noticia de última hora ese descubrimiento hecho por los militares estadounidenses.
Lo que se busca en verdad con ese anuncio, de acuerdo con algunos analistas, es prolongar la agonía de una guerra perdida antes de empezarla, porque, así como la historia enseña que las guerras tienen origen económico, también recuerda que Afganistán es un país indomable, porque su pueblo ha vencido a cuanto conquistador se ha atrevido a invadirlo.
No por algo a Afganistán se le conoce como “Cementerio de imperios”, donde han sido derrotados los más poderos ejércitos del mundo, desde el de Gengis Kan, Alejandro y más recientemente el inglés, el soviético y ahora el yanqui, el alemán, el canadiense, el italiano, el español y otros 40 miembros más de la OTAN.
Porque esta semana superó el millar la cifra de bajas fatales sufridas por el ejército de EEUU, mientras se cuentan por centenares las de las tropas de la OTAN a manos de los guerrilleros del Talibán que hoy dominan gran parte del país y resisten exitosamente cuanta ofensiva han desplegado las tropas ocupantes para derrotarlos, habiendo fracasado la más reciente cuando intentaron tomar la zona de Marjah, donde no han podido lograr su cometido y donde mueren cada día más soldados extranjeros.
Es por ello que el corrupto Karzai convocó, apoyado por Washington, unas espurias negociaciones de paz a las que asistieron simulando ser representantes del Talibán unos falsos jefes guerrilleros que acudieron a la “Jirga” a la que asistió el traidor, quien debió escapar de la muerte en su vehículo blindado luego de que dos cohetes lanzados por la guerrilla impactaran a escasa distancia de la carpa donde se celebraba la reunión.
“No entableremos conversaciones de paz hasta que el último soldado ocupante haya abandonado Afganistán”, fue la respuesta que dio con ese ataque el Talibán, lo que echa por tierra ese intento de confundir la realidad que es la derrota total a la que están condenados los invasores y ocupantes yanquis y de la OTAN, por lo que Washington hoy recurre al recurso del “descubrimiento” de la gran riqueza minera del país buscando evitar el desastre inexorable que allí le espera.
Ese plan de convertir una derrota inevitable en una ilusoria victoria, además de ser inviable, desnuda en toda su magnitud la miseria humana de un imperio que pretende seguir segando vidas al incentivar la ambición de sus aliados europeos con la promesa de compartir una riqueza fabulosa a cambio de atizar el fuego de la guerra que los hunde aún más en los abismos del conflicto que tiene pintado el rostro del fracaso.
No es viable porque enfrenta las condiciones más adversas para su exitosa ejecución, como lo es el caos social, político y administrativo que reina actualmente en un país envuelto en la vorágine de una guerra que hace demasiado arriesgada, por no decir imposible para cualquier transnacional capitalista, utilizar ingentes sumas de dinero en una inversión que está muy lejos de ser segura y confiable.
A lo anterior hay que agregar la descomunal corrupción del régimen afgano que corroe como un cáncer la economía del país sustentada por EEUU, responsable además de la desastrosa crisis financiera que afronta el Imperio que invierte anualmente más de 600 mil millones de dólares en el conflicto, costo que ha aumentado tras la demencial decisión de Obama, el Premio Nobel de la Paz que hace la guerra de enviar más tropas a Afganistán.
El plan enfrenta ese otro obstáculo que es el tráfico de drogas que ha convertido a Afganistán, después de la invasión y ocupación de EEUU y sus aliados de la OTAN, en exportador de más de 95% de la heroína producida en el mundo, cultivada por los “Señores de la Guerra”, cuyo poder es tan grande que los hace intocables a los ojos de Washington convertido en su cómplice al permitirles completa libertad para el negocio.
Y por si eso fuera poco el proyecto de realizar inversiones para explotar la ingente riqueza mineral de Afganistán deberá enfrentar otro y mayor obstáculo, similar al que encara EEUU en Irak, donde no han podido reactivar la poderosa industria petrolera devastada por sus propias bombas y por la fiera resistencia de los combatientes iraquíes que hacen explotar oleoductos cada vez que procuran restaurar la producción.
Y ese obstáculo se llama Talibán, ejército de combatientes entregados en cuerpo y alma a una lucha en la que utilizan las más innovadora táctica de la guerra irregular y llegan hasta el sacrificio de inmolarse para liberar a su patria del invasor y es esa resistencia, que es cada día mayor, la que deberá enfrentar el proyecto del Imperio de explotar la riqueza minera del país que invadió dando inicio a una guerra fracasada que está por cumplir nueve años.
Porque es a los pueblos a los que les corresponde disfrutar de las riquezas que la naturaleza dotó a sus patrias y no al Imperio que hace guerras para saquearlas, como lo ha hecho en América Latina y el Caribe donde hoy están siendo rescatadas a través de procesos libertarios e integracionistas, como la Alianza Bolivariana para los pueblos de nuestra América (Alba), y como lo hará el pueblo afgano cuando al fin se libere de las garras de ese monstruo y sus secuaces europeos explotadores del tercer mundo.
" data-orig-size="" data-image-title="“Descubrimiento” en Afganistán confirma que guerras del imperio tienen origen económico." data-orig-file="" data-image-meta="[]" width="262" data-medium-file="" data-permalink="https://juanmartorano.wordpress.com/?p=8231" alt="IMG_20180419_112834" height="197" class="wp-image-8231 alignright" data-large-file="" />Lil Rodríguez
A Saramago algunos le llegamos tarde, pero cuando dimos con él fue para no separarnos más de su prosa cargada de memoria y de ritmo, de música del alma hecha vivencia en cada palabra, en cada párrafo escrito sin acomodo, como con urgencia de expresión notada en el agolpe de las sílabas.Fue un golpe duro saber de su muerte. Más duro fue mirar a posteriori las imágenes de sus restos rodeados de libros, como sustituyendo ellos a quienes en todo el mundo no podremos llegar a Lanzarote, y tampoco a Portugal. Llanto de letras en la biblioteca del pueblo, flores asombradas ante el honor no esperado y un pueblo pequeño que no sabe como manejar el hecho de estar dando la vuelta al mundo sin sobrecogerse ante el protagonismo.
Poco le queda ahí, en la biblioteca. Pero es ese el verdadero momento de homenaje. Libros, recogimiento, cero televisoras y llanto silencioso de pobladores que compartieron su cotidianidad.
Tal vez así fue mejor. Cuando llegue a Portugal el flash de las cámaras le hará sentir incómodo, tan incómodo como ya se siente al saber que quienes no fueron capaces de defender la postura de su obra, y respetar sus principios serán los primeros en lanzar un “ay” frente a las cámaras.
Pensándolo bien, se queda Saramago. Solo sus huesos se prestarán un rato al protocolo. Luego todo será cenizas que volverán a la patria chica y al Olivo de Lanzarote, para descansar, esta vez sí, en Paz.
No creyó en Dios, pero no importa. Nosotros creemos a la vez en el Supremo y en su perfección expresada en ese hijo Saramago que seguramente polemizará con él, donde se encuentren.
" data-orig-size="" data-image-title="¿Cómo no llorar por Saramago, si además el mundo pierde lucidez con su partida?" data-orig-file="" data-image-meta="[]" width="259" data-medium-file="" data-permalink="https://juanmartorano.wordpress.com/2010/06/20/%c2%bfcomo-no-llorar-por-saramago-si-ademas-el-mundo-pierde-lucidez-con-su-partida/" alt="IMG_20180419_113031.jpg" height="195" class="alignnone wp-image-8235" data-large-file="" /> Almidón transgénico en la salsa de tomate Saude
Mayte María Jiménez
Hermanadas por la historia es el nombre de un gran mural de la plástica que recrea las figuras de mujeres que han hecho historia en Cuba y el Mundo, inaugurado este miércoles en la oficina regional de la Federación Democrática Internacional de Mujeres (FDIM). El mural nació de la creación artística de Consuelo Mendoza, profesora de la Escuela San Alejandro, y Rafael Pérez y Johandrys Suárez, noveles artistas plásticos, con el patrocinio del popular cantante puertorriqueño Danny Rivera y su colega, el pintor Pablo Marcano.
A decir de los realizadores esta obra constituye una forma de reconocer también todo lo que han significado las mujeres, y un tributo al aniversario 65 de la fundación de la FDIM, a cumplirse este año, y el 80 del natalicio de Vilma Espín.
Danny Rivera recordó las palabras que tanto le decía su madre sobre el respeto que ha de tenerse hacia la mujer, como símbolo del amor, y regaló una canción a las esposas, madres e hijas de los Cinco Héroes cubanos, quienes han demostrado ser ejemplo de valentía y fuerza.
Ana Violeta Castañeda, coordinadora de la FDIM en la oficina regional para América Latina y el Caribe, destacó el papel que han de desempeñar las féminas en la actualidad como vanguardia de las luchas por los derechos a una sociedad de paz y justicia en el mundo. " data-orig-size="" data-image-title="Hermanadas por la Historia: Moral honra a grandes mujeres del Mundo." data-orig-file="" data-image-meta="[]" width="403" data-medium-file="" data-permalink="https://juanmartorano.wordpress.com/2010/06/20/hermanadas-por-la-historia-moral-honra-a-grandes-mujeres-del-mundo/" alt="aceite" height="302" class="wp-image-8233 alignright" data-large-file="" /> Etiqueta del aceite Concordia En Venezuela nadie está obligado a eso y aquellos que creen que la harina pan de la Polar es muy bendita pues se equivocan. Don Lorenzo Mendoza, el amigo de todos, también importa el maíz transgénico de México y con eso fabrica su generosa harina pero no lo advierte en el empaque. La crisis, la guerra económica y la escasez de productos de primera necesidad golpea al pueblo y por eso se habrán visto en la necesidad de importar cualquier cosa pero nos preguntamos ¿dónde queda entonces el legado de Hugo Chávez? ¿No lo burlan los funcionarios chavistas que seguramente aprueban los recursos para importar esos transgénicos? ¿Dónde está la moral revolucionaria? ¿Cuál es el rol del ministro de Salud, del Instituto Nacional de Nutrición que deben velar por la protección del pueblo? Cuando vemos el programa del ministro Castro Soteldo, Cultivando Patria, también nos preguntamos ¿dónde está la prosperidad que muestra en TV? ¿Dónde está ese país? Allí se aprecia tanto desarrollo y producción que francamente no entendemos por qué Venezuela tiene que importar gran parte de lo que consumimos. La otra vez le mandé un mensaje de texto al ministro que transmitía desde una granja avícola donde se producen tres mil huevos diarios. Las gallinas ponedoras enormes y unos huevos espectaculares. Le pregunté: ¿Por qué los huevos son tan caros? Me respondió: “por culpa de los distribuidores…” Muchas veces tenemos que comprar los alimentos en mercados al aire libre que han proliferado de manera indiscriminada no solo en Caracas sino en toda Venezuela. Venden a los precios que les da la gana, cobran un impuesto por el punto de venta que encarece los bienes o arreglan las balanzas para alterar el peso de los productos. No hay supervisión de ninguna autoridad del gobierno, nadie cumple con las condiciones mínimas, ni sanitarias ni de refrigeración, como se puede observar en este video casero un improvisado “abanico” espantando moscas a la carne y el pollo que ofrecen a precios inalcanzables. La seguridad y soberanía alimentaria son aspectos que nos atañen a todos y todas pero al final es el gobierno el que toma las decisiones. Profesora de géneros periodísticos y periodismo de investigación en la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Comunista.
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