No de mercancías que provienen de otro país sino de fiestas y costumbres extranjeras que incorporamos a nuestro calendario.
Empezamos con Papá Noel que con su obesidad les fue comiendo espacio a los Reyes Magos. Siguió Halloween, incordiando a nuestros venerables difuntos. Vino el Black Friday con sus rebajas prenavideñas. Se han instalado en todas las ciudades las Shopping Night imitando noches neoyorquinas. La última adquisición es el Día del Soltero, ideado en China para contrarrestar a San Valentín.
Queda claro que existe un común denominador: el consumo. Como si esta sociedad despilfarradora necesitara de estímulos para ello.
No sé si exportamos alguna festividad de este tipo a otros países pero seguro que nuestra balanza es deficitaria.