Cuanto más tiempo pasa, más cuenta me doy de que es imposible estar ocupada y preocupada por todo. Uno se volvería loco si tuviera que atender los mil detalles que están implicados en la crianza por lo que, conscientemente o no, elegimos aquellas cosas que más nos interesan para ponerles más énfasis. Y esas elecciones que hacemos no son necesariamente las mismas que los demás.
No es incompatible con ser una persona especialmente preocupada, como lo soy yo. De hecho, no preocuparse por todo, tener áreas de especial pasotismo, probablemente sea una forma natural de mantener cierto equilibrio y cordura. Hay veces que me preguntan, por ejemplo mi madre, "¿no te preocupa...?" y contesto "no, para nada, ya no puedo preocuparme por más cosas, es imposible, no puedo".
A mi me preocupan cosas como los virus, el respeto a las horas de sueño que necesita el niño, la evolución de su desarrollo... Los virus los combato como puedo diariamente, esquivando niños con mocos verdes y toses de perro, haciendo eslalon con el carro para evitar estornudos y gapazos al suelo, evitando según que ambientes... porque me preocupan y me preocupan mucho, los que pueda coger el niño y los que pueda coger yo. Las horas de sueño las respeto al máximo, adaptando la agenda todo lo que puedo para que descanse lo que necesite, con independencia de si eso me permite o no compatibilizarlo con otras actividades. La evolución de su desarrollo la sigo leyendo, charlando, contrastando información... Mucho trabajo tengo.
También me preocupa la soledad de las madres, la falta de información objetiva a la que podemos acceder, me preocupa no poder volver a ser madre, me preocupa enfermar de alguno de los achaques que me rondan, me preocupa no ser capaz de llevar a cabo todos mis proyectos... Hay días que pienso que son demasiadas preocupaciones.
En cambio, contrastándome con otras madres, me veo muy relajada en muchos otros temas. Por ejemplo, no me preocupa demasiado el tema de la alimentación. Intento que mi hijo coma bien pero no me quita el sueño si come poca verdura, si le gustan demasiado las patatas fritas o si debería ya a estas alturas no tomar su leche con cereales en biberón. Hablando de biberones, no me preocupa nada de nada el Bisfenol A y no hablemos ya de los que difunden teorías acerca del veneno que es la leche de fórmula.
Tampoco soy especialmente protectora en cuanto a los golpes se refiere. Mi hijo no es especialmente hábil y aunque estoy ahí observando muy de cerca, reconozco que a veces veo venir el golpe y no lo intervengo. El sábado se cayó a la salida del Vips. Salió corriendo emocionado, muy deprisa, la calle estaba un poquito cuesta abajo y se desequilibró hacia delante. Puso las manos pero finalmente la cabeza pesó demasiado. Creo que tanto mi marido como yo lo habíamos visto venir segundos atrás y, cada uno por sus razones, le dejó hacer. Pienso que no le hago ningún favor si evito cada golpe que se pega. Espero que en algún momento se haga más prudente y más hábil para evitarlos y combato los chichones a golpe de Arnidol.
El tema de la piel no me ha preocupado nunca demasiado. Bien es cierto que mi hijo no ha tenido nunca problemas, se puede decir que tiene una piel agradecida. No soy de las que prescindió del suavizante en la ropa del niño, me pareció innecesario (aunque sí reduje bastante la cantidad) y aunque al principio compraba geles y cremas de farmacia, pronto me pasé a las marcas de supermercado, infinitamente más baratas.
Hay gente a la que le preocupa mucho el futuro, más o menos inmediato en función de su nivel de preocupación. Hay gente que ya anda pensando en la adolecencia y un alto porcentaje estaría pensando seguro en el colegio. Yo no, casi me cuesta trabajo pensar en el próximo verano y eso que está a la vuelta de la esquina. Trato de vivir el presente que ya bastante intenso es y bastantes preocupaciones tengo ya ahora. No tengo miedo al futuro por mucho que se presente lleno de grandes retos.
Sobre una futura segunda maternidad, siento pánico pensando en no poder tener más hijos, en tener dificultades, en padecer un embarazo problemático, en no poder atender a mi hijo. Sin embargo, no siento la más mínima inquietud acerca de cómo me apañaría con otro hijo sin tener ninguna ayuda diaria como es mi caso.
Podría seguir porque la lista es interminable. En definitiva, creo que todos tenemos un cupo de preocupación que no se puede rebasar sin volvernos locos. Un cupo que incluso se puede parcelar, por ejemplo, en el tema futura maternidad, me preocupa tanto la enfermedad, la infertilidad y la incapacidad que pensar más allá me resulta imposible, no puedo ocuparme de tantas cosas a la vez. En el tema de mi hijo, me preocupa tanto su bienestar inmediato en las áreas que considero más básicas que no puedo ocuparme de otras ni pensar en qué será de nosotros dentro de unos meses.
Y gracias a esto puedo decir que soy bastante feliz y bastante optimista, incluso los días en los que la cosa anda tirando a gris oscuro casi negro.