Nos ponemos a los mandos de la consola de Nintendo y nos encontramos con una pantalla de inicio sobria. Poco transluce sobre que nos vamos a encontrar en este Espinete así que, ni cortos ni perezosos, pulsamos el botón 'Start' y nos preparamos para afrontar la última mojonada de The Mojon Twins.
Reconocible a más no poder
El comienzo es toda una declaración de intenciones. Basta con ver a nuestro erizo favorito, perfectamente representado en su sprite, y escuchar esa mítica melodía 'naaaaa naa naa' que tantas veces tuvimos metida en la cabeza cuando éramos niños para sentir como la nostalgia fluye por nuestro interior.
¡Esquiva o acaba con los enemigos y recoge todo lo que puedas!
Unos cuantos ítems y unas primeras plataformas nos ponen sobre la pista: en Espinete vamos a tener que subir, saltando de plataforma en plataforma, hasta llegar al final de cada uno de los diez niveles que componen el juego. Lo primero que va a sorprendernos es la tremenda inercia que lleva el bueno de Espinete, y es que controlar el corpachón de nuestro amigo es un desafío a las leyes de la física. Nada, por cierto, a lo que no nos hayan acostumbrado ya The Mojon Twins en otros juegos plataformeros suyos.
Más te vale no pararte demasiado a recoger cosas
Así pues, tenemos que ir subiendo hasta el final de cada nivel, pero no lo vamos a tener nada fácil. De entrada, el juego posee autoscroll y perderemos una vida si éste nos alcanza. Y creednos, vaya si nos va a alcanzar en las primeras partidas, mientras le pillamos el punto a la inercia y dejamos de pasarnos de frenada y caernos de las plataformas directamente al vacío... También vamos a encontrarnos con diferentes enemigos que nos harán la tarea más difícil, si bien en muchas ocasiones bastará con esquivarlos y no será necesario acabar con todos utilizando nuestras púas. Eso sí, más de un ataque sorpresa nos vamos a comer hasta que los memoricemos, porque estos dejan poco margen de maniobra.
Cada nivel tiene su propio estilo
A lo largo de todos los niveles abundan los ítems que incrementan nuestra puntuación. De hecho, hay tal cantidad, que es un suicidio intentar cogerlos todos. Eso sí, nuestra habilidad con los controles y la memorización de los niveles nos permitirá coger una mayor cantidad, lo que hace de Espinete un juego perfecto para los piques y las competiciones a puntos. Además, obtendremos una vida extra cada 30.000 puntos y creednos, os van a hacer falta todas las que podáis conseguir...
Esas piedras tienen mala pinta...
Cada nivel tiene su propia ambientación y, a medida que vamos avanzando en el juego, las plataformas se van complicando cada vez más. No es sólo que el plataformeo sea más exigente de por sí, por la colocación de las plataformas y los enemigos - es que, para rematar la faena, se van añadiendo nuevos elementos de dificultad como hielo -¿más inercia? ¡juas!- y otros obstáculos que, en algunos niveles, añaden un ligero toque de puzle, al tener que ver cuál es el camino correcto para avanzar sin encontrarnos con obstáculos que nos cierren el camino. En más de una ocasión, incluso sin obstáculos, vamos a tener que observar bien el camino que debemos tomar si no queremos llegar a un punto sin retorno, pero el ritmo de juego no te va a dejar pensar demasiado...
¡¡¡Inerciaaaaa!!!
La dificultad, a primera vista, es demencial. Las primeras partidas pueden llegar a desesperar mientras no nos acostumbremos a la inercia de Espinete. Una vez superada las primeras frustraciones y dominado el corpachón de nuestro protagonista, nos encontramos con un juego de curva de dificultad bien medida dentro de su alta dificultad, en el que se pueden terminar los primeros niveles sin excesivos problemas y sin perder vidas. A partir de ahí entramos en harina de otro costal, requiriendo un alto grado de habilidad y no poca memoria para recordar dónde van a atacarte enemigos sorpresa y dónde hay alguno de los caminos que terminan en callejón sin salida más allá de lanzarte al vacío. Sin embargo, tras dedicarle tiempo al juego, nos hemos encontrado siempre con ganas de continuar jugando; una muy buena señal a la hora de juzgar un juego nuevo.
¿Qué habrá arriba del todo?
En resumidas cuentas, Espinete es más que una apuesta por la nostalgia; se trata de un juego de plataformas muy adictivo por si mismo, que hará las delicias del aficionado más exigente. Su dificultad nos asegura tener juego para rato hasta descubrir el simpático final del mismo y, a pesar de lo que pueda parecer en estas impresiones, se puede avanzar en el juego a poco que le dediquemos unas cuantas partidas. Espinete se estrena en la GamesCom, y lo hace por la puerta grande. Que los alemanes sepan de qué va la vaina va a ser ya una tarea más difícil que acabar el juego...
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