Si a una mayor oferta (y coste) a la hora de escoger plataforma de venta le añadimos también la enorme cantidad de herramientas y entornos de desarrollo de calidad profesional (¿alguien ha dicho Unity3D?), tenemos como resultado que juegos y géneros muertos para las grandes desarrolladores nos vayan llegando a los sufridos usuarios amantes de otros tiempos con otros valores en esto de los videojuegos, títulos donde la mecánica, la adicción y, si acaso, la imaginación fuera el eje central del juego y no sus virguerías gráficas o la complejidad y acabado cinematográfico de sus escenas cinemáticas.
No diréis que no habéis visto menús de Spectrum con más opciones…
Iron Fisticle, de los británicos Curve Studios, es uno de esos juegos. Desarrollado por Dave Parsons y Dugan Jackson, el título es una especie de homenaje a clásicos arcades como Gauntlet, Robotron (los dos mencionados por ellos mismos) o SmashTV (esta ya de de mi cosecha), es decir, un juego frenético donde la historia no es más que una excusa para matar las oleadas de enemigos que se te abalanzan literalmente por la pantalla.
Los monstruos normales, los zombies, van apareciendo en oleadas y tu misión es acabar con todos ellos.
Toda la acción se desarrolla principalmente en una estancia o habitación -o cementerio, también hay cementerios con esqueletos en vez de zombies- donde irán apareciendo los enemigos que debes ir liquidando para que, tras acabar con el último de ellos, nos aparezca una llave con la que poder cambiar de estancia y avanzar por el nivel hasta derrotar al jefe de final de fase.Los esqueletos no son como los zombies. Sólo te persiguen si te ven primero y se les puede despistar. Y son más duros de matar.
Como no podía ser de otra forma, dada la filosofía del juego el control es tan básico y sencillo que no se necesita echarle ningún vistazo al (inexistente) tutorial. Aunque se puede jugar con teclado y ratón, realmente ha sido diseñado con un pad con dos sticks en mente, de forma que el izquierdo se utilice para desplazar al personaje que controlamos y el derecho para controlar la dirección a la que se dispara. Y listo.
Aunque no son esenciales, los productos de la tienda te facilitarán mucho la vida.
Por supuesto, tal y como mandan los más clásicos cánones arcades, a medida que se desarrolla la acción te irán apareciendo power-ups que te darán cosas como recargas de vida, monedas -que sirven para comprar mejoras en la tienda que hay entre algunos niveles- o armas más poderosas -las cuales por desgracia se gastan-. Y ojo, porque aunque no tengas un límite de tiempo como tal para terminarte cada nivel, si tardas mucho en hacerlo también disfrutarás de la compañía de unos monstruos que te perseguirán para obligarte a darte prisa, que aunque no corran mucho sino que más bien pasean detrás tuya saben disparar, no paran de salir y no se mueren.
La fase de bonus es una especie de mezcla entre el runner moderno y Super Mario. Terminarla sin que te toquen te rellenará toda la vida.
A diferencia de los arcades, tu personaje irá ganando experiencia que se mantendrá de partida a partida, ganando con cada subida de nivel o un aumento de tu máximo de vida -siempre empiezas con tres vidas, lo que mejora es el máximo que puedes llegar a tener a lo largo de la misma-, mejora general de estadísticas o el desbloqueo de algún arma. También, ya sea mediante un power-up o porque toque, tienes una fase de bonus, que básicamente es un plataformas de scroll lateral a medio camino entre un runner y un Super Mario, donde tienes que ir sorteando los distintos obstáculos en forma de pinchos y fosos de lava y que, si lo superas, se te rellenan todas las vidas sea cual sea tu máximo. Una característica interesante, aunque lógica dada su naturaleza claramente arcade, es que el juego está pensado también para ser jugado a dobles en cooperativo. Pero nada de maric*nadas on-line sino al viejo estilo, con el colega (o lo que sea) sentado a tu lado matando zombies.
Cada habitación es una pantalla, y el objetivo final es llegar al ojo, donde te espera el jefe de final de fase.
Como puedes ver por las capturas de imagen, pese al claro homenaje a los arcades de los 80 gracias a sus gráficos pixelados, pantallas y demás, el juego demuestra que pertenece al siglo XXI al mostrar los efectos de luces tanto de los disparos como de las explosiones y algunos enemigos, así como que todo el juego corre a 60 fps. Sin embargo estas moderneces no traicionan la sensación de jugar a algo digo de décadas pasadas. El espíritu clásico está ahí, y se nota no sólo en la jugabilidad de otros tiempos sino en detalles como las tipografías o, por supuesto, en los efectos de sonido y la algo machacona banda sonora, que si bien no es exactamente chiptune sí que deja esa sensación de cacharro de 16 bits. En definitiva, las primeras impresiones que quedan tras varias partidas a Iron Fisticle es que el juego está pensado simple y llanamente para ser divertido, frenético pero sobre todo divertido. Y eso lo consigue, sin duda.
Más info en la web del juego
Visita la página en Steam de Iron Fisticle