Es increíble que el mismo día 31 de diciembre ya no queden apenas dulces navideños en los supermercados. Este año no he hecho el mazapán yo mismo, así que esperaba poder comprarlo para la Nochevieja. Error garrafal: parecen decididos a retirarlo todo antes, o a no reponer existencias, no vayan a tener que venderlo más barato pasado Año Nuevo.
Los Miserables, la película estrenada en Navidad, es un magnífico experimento. Puede que Sweeney Todd sea lo más parecido que he visto en un cine, aunque esta me gusta más. Los actores están estupendos, aunque entre todos Anne Hathaway sobresale. Su Fantine es inolvidable y su emocionante solo nos hará recordarla siempre. El director logra conectar todos los momentos de dramatismo con soltura, ayudado por una partitura grandiosa y por todas esas voces cantando en directo durante el rodaje. Una verdadera joya.
El café del Museo Romántico, tan maravilloso como lo pintan, decepciona. Tenía muchas ganas de pasar un rato junto a una buena taza de café, un indio por ejemplo; entonces lo veo llegar a nuestra mesa... ¡servido en vasos de caña!, sí, de los de vidrio de 20 cl. Si a eso le sumamos sillas incómodas con tapizados sucios... en fin, menos mal que su jardincito es una chulada.
Mucho me temo que mientras el Partido Popular domine Televisión Española nos tendremos que olvidar de la cultura y del buen entretenimiento. El programa de fin de año de Josema Yuste fue una paletada lamentable, pseudo-crítica y tristemente complaciente con el Gobierno y su infame atentado contra nuestros derechos y libertades. Si el único mérito de un programa de televisión está en el maquillaje, poco más hay que decir. ¡Cómo echo de menos al gran José Mota!
La tarde del 31 hizo frío en Madrid. Mucho frío. Podía haberlo evitado si en vez de acudir a ver la San Silvestre la hubiera corrido, aun creyendo con firmeza que correr no es lo mío. De todas maneras, la experiencia por Vallecas fue estupenda, barrio cálido a pesar del leve principio de congelación en mi nariz.