Revista Cultura y Ocio
Nada hay más intrincado que una mitad del mundo, Que una vena esparciéndose en ceniza Y un niño muriendo de hambre en un mercado.
Hay paisajes, rocas abiertas solicitando la muerte, Marejadas de sombreros distorsionando el polvo Y una fila de muchachitos a punto de pedir un día.
Es que no hay una esquina para esconderse de los anuncios, El frío se percata de las ganas del amor y muerde. Por entre la tierra, que huye, la basura bloquea los caminos Y suele mostrar, las evidencias certeras de los sueños.
De noche es peor, el silencio pasa revista y fusila, Nadie sabe de dónde viene el desamparo, Ni el mar que ruge, ni el desierto invadiendo el olvido.
Algunos pasan, otros se bajan y registran la miseria Otros se quedan para siempre y la gente les arregla una tumba O se los lleva a envejecer para siempre en las montañas. El maíz lo sabe todo, es testigo de los vientos fuertes tumbando la miseria.
Los viejos sólo hablan una lengua inventada para morder la coca Y aunque la lluvia, apenas es una noción de los que perdieron la memoria, Los que la han imaginado, hacen el amor y fabrican casas para morir contentos
Hay días repletos de sol y frío y mujeres guiando los caminos Hay tiempo y eternidad para mantener el barro, y a veces, los latidos,
Y unos niños, siempre, con las barrigas hinchadas, jugando. ¡ Sí!, como si no importara.