En la literatura universal, a veces aparecen autores que destacan por la manera en que son capaces de prever las situaciones futuras con una claridad asombrosa. A todos nos pude venir a la cabeza, por ejemplo, el caso de Jules Verne, quien fue capaz, en pleno siglo XIX, de imaginar viajes a la Luna, máquinas voladoras, submarinos e infinitud de situaciones, entonces auténtica Ciencia Ficción pero que, con el tiempo, se han visto realizadas, al menos en lo substancial.
Cuando era pequeño, recuerdo haber leído con avidez las obras de un autor más contemporáneo, Isaac Asimov; este prolífico autor norteamericano, de origen ruso, fue capaz de escribir multitud de obras, algunas divulgativas y otras de ciencia ficción. Cultivó tanto la divulgación científica como la histórica pero también fue capaz de escribir obras de Ciencia Ficción de alta calidad, algunas de ellas llevadas al cine, valgan como ejemplo obras como “Yo, robot” o “El hombre bicentenario”. Una de las obras principales de Ciencia Ficción de este autor fue escrita allá por los años cincuenta del siglo XX, dividida originalmente en tres novelas y a las que años después se les añadieron precuelas y secuelas hasta crear una saga épica, me refiero a “La Fundación“.
En “La Fundación”, Asimov imagina una Humanidad evolucionada y que ha sido capaz de colonizar toda la galaxia, formando un Imperio Galáctico (¿le suena a alguien a Star Wars?) pero un científico, Hari Seldon, desarrolla una nueva ciencia, a la que denomina la Psicohistoria, que consiste en aplicar métodos estadísticos y matemáticos a la Sociedad humana en su conjunto y así poder prever el futuro de la evolución de la Humanidad entendida como un todo. Es decir, que esta disciplina no sería capaz de prever lo que una persona o un grupo de personas puede hacer en un momento dado, pues éstas son imprevisibles, pero sí que podría determinar los patrones de comportamiento de la Sociedad en su total y así poder prever la Historia antes de que se produzca, evitando, por tanto, guerras, crisis económicas y demás de situaciones poco agradables.
He aquí que Seldon pronostica, gracias a la psicohistoria, la inevitable crisis del Imperio y una larguísima época de decadencia y oscuridad; dispuesto a evitarlo, convence a las autoridades de crear dos fundaciones, una en cada extremo de la galaxia, que se dedicarán a recopilar el saber universal, evitando su pérdida en los años oscuros, y acortando significativamente el período previsto de crisis, originalmente de treinta mil años, para que sea superada en sólo mil años. Una vez puestas en marcha, los acontecimientos le van dando la razón y las fundaciones van superando todas y cada una de las vicisitudes que se van presentando y, gracias a los acertados cálculos de Seldon, poco a poco van creando un nuevo Estado que, con los años, constituye el germen de un Segundo Imperio. Ahora bien, como no puede faltar nunca en Estadística, aparece un imprevisto y la situación cambia, aparece un líder rebelde capaz de aglutinar las masas y que pone en jaque a la Fundación; la aparición de una situación imprevista no había sido tenida en cuenta en los cálculos iniciales y todo el sistema se tambalea, pues nadie sabe exactamente qué hacer.
La preclaridad de Asimov en esta obra no lo es tanto por la situación en sí, sino porque reconoce implícitamente uno de los problemas más importantes de la Economía; la Economía es una ciencia social que busca modelar y explicar con certidumbre matemática el comportamiento económico de la sociedad, y para ello, muchas veces usa la Estadística, algo así como la ciencia imaginada por el escritor. El problema de la Economía es que tiende a ser demasiado reduccionista, a no tener en cuenta variables importantes o bien a estudiar modelos simplificados. Precisamente, es por este aire reduccionista que tantas veces nos encontramos con la aparición de situaciones inesperadas que pueden trastocar los eficientes cálculos y las previsiones macroeconómicas de los países.
En estos tiempos en los que parece que, poco a poco, se va a ir superando la crisis, las tensiones sobre el euro y sobre el precio del petróleo son evidentes. Si no apareciera ninguna situación imprevista, seguramente con las políticas expansivas aprobadas recientemente se podría corregir la inflación y relanzar el consumo. Ahora bien, ciertamente, están apareciendo fenómenos inesperados, véase la aparición súbita de nuevos movimientos políticos que ganan elecciones en países de la UE muy castigados por la crisis y la austeridad. Imaginemos por un momento que Syriza, el partido griego flamante ganador de las Elecciones Generales en ese país, decidiera incumplir totalmente y de repente con las obligaciones griegas en materia de Deuda y que Grecia fuera expulsada del euro; me refiero a un incumplimiento total y sin negociación, cosa improbable, pues también se podría producir una renegociación de la deuda griega, por supuesto. ¿Acaso debemos creer que la debacle que se produciría en la moneda única, en la confianza al respecto de la Eurozona y en la misma UE ha sido estudiada o prevista? Mucho me temo que no. Imaginemos que, de repente, Grecia es expulsada de la UE y del euro, y que la moneda única se devalúa de manera súbita arrastrada por Grecia, ¿alguien en Bruselas imaginó que el descontento en los países más castigados por la crisis aumentaría si las medidas de austeridad sobre estos eran demasiado severas y que, por tanto, podían haber cambios políticos substanciales? Pues, seguramente, no, en mi opinión, estas variables tan importantes no fueron suficientemente tomadas en cuenta.
La preclaridad de Asimov no radica, en mi opinión, en imaginar una situación futura de tipo galáctico y crear deliciosas obras literarias, sino en reconocer que, en el ámbito de las Ciencias sociales, a veces manda la imprevisibilidad. ¡Cuánto les gustaría a tantos economistas poder disfrutar de una ciencia predictiva evolucionada, como la psicohistoria de “La Fundación”!, no obstante, no olvidemos que, aún con una herramienta tan potente y que en la novela se muestra tan infalible, siempre se pueden producir imprevistos que trastocan las previsiones, como podemos ver últimamente en las noticias. Si no fuera así, si los modelos económicos fueran infalibles y tuvieran en cuenta cualquier situación, quiero creer que las crisis económicas jamás se producirían, ¿o, quizá, sí?
Issac Asimov, in memoriam (1920-1992)
Moltes gràcies, mestre, pels bons moments que em vàreu fer passar!