El arancel de necedades consiste básicamente en una variada lista de estupideces merecedoras de sanción.
Para quien no ande muy sobrado de conocimientos de vocabulario, un arancel es -y era- una "Tarifa oficial que determina los derechos que se han de pagar en varios ramos, como el de costas judiciales, aduanas, ferrocarriles, etc".
En la obra de Alemán, "un grupo de Zaragozanos quiere aplicar este arancel o impuesto a los estúpidos de la ciudad. Forman una cofradía benemérita (digna de galardón, premio o recompensa) que pretende detectar y penar a los imbéciles locales".

"- Los que fueren andando y hablando por la calle consigo mesmos y a solas o en su casa lo hicieren;
- Los que brujulean los naipes con mucho espacio, sabiendo cierto que no por aquello se les han de pintar o despintar de otra manera que como les vinieron a las manos;
- Los que cuando están subidos en alto escupen abajo, ya sea por ver si está el edificio a plomo, ya para si aciertan con la saliva en alguna parte que señalan con la vista;
- Los que yendo caminando preguntan a los pasajeros cuánto queda hasta la venta o si está lejos el pueblo, por parecerles que con aquello llegarán más presto;
- Los que orinando hacen señales con la orina, pintando en las paredes o dibujando en el suelo, ya sea orinando a hoyuelo;
- Los que cuando el reloj toca, dejando de contar la hora, preguntan las que da, siéndoles más decente y fácil el contarlas;
- Los que sonándose las narices, en bajando el lienzo lo miran con mucho espacio, como si les hubiese salido perlas dellas y las quisiesen poner en cobro;"
Hay más inclusiones interesantes:
Los que al andar van pasando las manos por las paredes; los que reparten naipes con ademanes especiales como si ello tuviera algún efecto sobre la suerte; los que se limpian los zapatos con la capa; los que tropiezan con algo que les daña el pie y, enojados con el obstáculo lo miran de hito en hito con mucha flema y llenos de cólera…
A unos se les castiga a tres meses de necios públicos, A otros, a prestaciones sociales.
Pues bien. Más de 400 años más tarde, la lista de necedades o estupideces merece ampliación y aplicación inmediata, con carácter retroactivo, para evitar la presencia y abundancia de notables estúpidos que pueblan nuestros días, algunos más notables que otros, por cierto; a saber:
Tertulianos petulantes, políticos desahogados, periodistas seguidistas, "intelectualoides" beligerantes, Salvadores Sostres en cualquiera de sus presentaciones, militantes en busca de prosélitos, "artistillas" mentecatos, dirigentes aquejados de ceguera selectiva, contumaces opinadores, faltones varios y, en fin, todos aquellos que insultan nuestra inteligencia con conductas u opiniones permisivas con el delito o con el poderoso, con comentarios y actitudes provocadores, con sensacionalismo manipulador…
Alguno de los citados podrían incluirse como pícaros; pero la mayoría no merecen ese califiactivo. Son, simplemente estúpidos, y, por ello, merecerían un impuesto de obligado pago para paliar nuestros desasosiegos cada vez que los escuchamos.
Y no he visto en los programas electorales ninguna inciativa en este sentido. Debe ser que no tiran piedras contra su propio tejado.
Me honra, como zaragozano, que tan magna iniciativa viera la luz en mi ciudad. Me pena que no exista en nuestros días para poner a raya a tan insignes estúpidos como habitan en nuestros días, no solo en mi ciudad: en mi país, en el mundo…
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Bibliografía:
• Mateo Alemán: Guzmán de Alfarache. Pueden descargar el pdf y leer el arancel de necedades original a partir de la página 308.
• Guillemo Fatás. Arancel de necedades. Heraldo de Aragón, 15 de mayo de 2011. Edición impresa.