El Gobierno aprobó el 25/04/2014 un paquete de medidas para impulsar el retail que parece poner la vista en el turismo. Es la segunda edición del Plan Integral de Apoyo al Comercio Minorista. Pero si creemos que el sector está formado por pequeños empresarios autónomos que recibirán ayudas a manos llenas, estamos equivocados.
¿QUIÉNES FORMAN EL SECTOR RETAIL?
- grandes superficies y grandes almacenes
- outlets
- supermercados
- hipermercados
- bazares
- tiendas de conveniencia o “24 horas”, que tanto agrupan a las de las gasolineras como a los colmados pakistaníes
- ventas a distancia: e-commerce, telemarketing, TV/radio…
- máquinas de vending
- mercadillos semanales y ventas ambulantes
- y por supuesto, los comercios tradicionales, que la Wikipedia define como todos aquellos que tienen mostrador, vendedor y almacén
Muchas manos entre las que repartir tan poco pastel. Si sabemos que las posiciones de poder están descompensadas, entre una red inmensa y descoordinada de pequeños comerciantes, y un lobby de grandes corporaciones muy reñido entre sí, pero que defiende unos intereses comunes con todos sus recursos (económicos, legales y de contactos), podemos averiguar hacia donde se inclinará la balanza.
El consumo interno está muerto. Vamos a incentivar el consumo externo: el turismo
EL CONSUMO INTERNO ESTÁ MUERTO
Hay verdades que se presentan claramente antes nuestros ojos. Un desempleo del 25% y una masa cada vez mayor de ciudadanos que agotan las prestaciones y susbsidios sociales, no dan para tener dinero en el bolsillo. El consumo interno está muerto.
Los que trabajan en la economía sumergida tampoco pueden aflorar su pequeño capital en ciertos bienes (vehículos o compra de inmuebles), pues saben que la Todopoderosa Hacienda vigilará estas operaciones.
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VAMOS A INCENTIVAR EL TURISMO
Ahí, en el turismo, es donde el Gobierno ha puesto toda la carne en el asador para redactar el nuevo Plan Integral de Apoyo al Comercio Minorista 2014. En él encontramos:
- Medidas para potenciar las sinergias y puntos de enlace entre el turismo y el comercio.
- Medidas de libertad horaria a comercios enclavados en Zonas de Gran Afluencia Turística (ZGAT). Ahí resultarán beneficiados tanto los comercios tradicionales como las grandes superificies, aunque sabemos que la batalla será desigual y el desgaste de los pequeños en su difícil conciliación laboral y personal puede dejar mella.
- Impulso a los Centros Comerciales Abiertos, ubicados preferentemente en cascos urbanos. Este es un objetivo muy loable y nada sencillo, dado el rechazo de muchos comerciantes a un asociacionismo real, más allá de pagar unas cuotas. La medida tiene el ojo puesto en el turismo, que busca poder disfrutar de una experiencia de compra completa en pleno núcleo urbano.
- Medidas para promocionar fuera de nuestras fronteras el comercio minorista español. El objetivo, muy sabio y que puede dar grandes frutos a medio y largo plazo, es vender España como destino de compras. Barcelona y Madrid son las ciudades mejor situadas para ello, y en el caso barcelonés hemos visto en las Navidades de 2013 una campaña clara para atraer turismo de shopping en esas fechas señaladas, como ya hacen Londres o Nueva York. La campaña “Madrid destino 7 estrellas” también va orientada en el mismo sentido.
- Programas de rehabilitación urbanística y de edificios en zonas turísticas y urbanas.
- Impulso al desarrollo de aplicaciones móviles (apps) a modo de guías para turistas, con un peso relevante del shopping.
- Inversiones en equipamientos comerciales para áreas turísticas
Ejes comerciales turísticos – Mapa de Barcelona Turisme
¿PERO QUÉ QUIERE EL TURISTA Y QUÉ LE DAMOS?
Vemos por tanto una buena batería de medidas que apuntan a un mismo objetivo: EL TURISMO. Pero el turista tiene sus preferencias y sus necesidades.
- Siguiendo el ejemplo de Barcelona, el turista busca compras de calidad a precios reducidos: ahí triunfan los outlets como La Roca Village, un amplio resort de marcas de lujo, a 40 km de Barcelona.
- El turista tampoco acepta decenas de tiendas de souvenirs regentadas por pakistaníes, con productos fabricados en China y motivos ridículamente trasnochados: toros, sevillanas, abanicos… y gorros mexicanos. El turista no quiere ser tratado como tonto y busca comercios auténticos y artesanía autóctona. Ese podría ser uno de los focos del Gobierno para apoyar al pequeño comercio.
- Pero el turista no tiene todo el tiempo del mundo. Quiere encontar rápidamente sus tiendas y destinar su tiempo a ver monumentos, ir a la playa o visitar puntos de interés situados a varias horas en autocar. Se sabe que el turismo crucerista de Barcelona apenas se mueve de Paseo de Gracia, con sus grandes marcas de moda y sus alquileres prohibitivos para otro tipo de comercios, y de Maremagnum, Portal de l’Àngel y la Rambla, con incursiones esporádicas al Barrio Gótico, al Raval o a la Ribera. Una zona muy concentrada para una ciudad tan grande como Barcelona.
- En esas zonas, y con la finalización de los alquileres de renta antigua, los pequeños comercios y los talleres artesanos no tienen lugar. Quedan excluidos del ámbito del turismo.
- De nuevo, cuando el turista llega a destinos aislados de la ciudad principal, llamémosle el Monasterio del Escorial, o el de Montserrat en Cataluña, o los Pirineos o l’Empordà, lo que quiere es comprar rápido y barato. En muchas ocasiones, la única solución serán las “tiendas de conveniencia” estratégicamente ubicadas en estos puntos, y operadas por marcas que todos conocemos de verlas en aeropuertos, grandes estaciones de trenes y autopistas.
Turismo y comercio en Las Ramblas – Flickr Creative Commons – Autor Txapulín
UN EJEMPLO CLARO: LAS RAMBLAS DE BARCELONA
El Estudio Económico y Comercial de La Rambla, comisionado por la asociación Amics de la Rambla, indicaba claramente en marzo de 2013 que los 100 millones de paseantes anuales de este céntrico espacio barcelonés no quieren tiendas de souvenirs, ni precios altos, ni masificación, ni franquicias.
El estudio mostraba una sorprendente realidad: La Rambla gusta menos a los turistas que otras zonas de Barcelona. El turista espera encontrar productos y establecimientos autóctonos, “auténticos”. Disfruta, por ejemplo, con el Mercado de la Boquería.
Se echa en falta áreas de descanso y bancos donde sentarse, así como artistas callejeros y un enfoque no tan orientado a vacíar la cartera de los visitantes.
En Las Ramblas, el 59% de los establecimientos comerciales tiene menos de 25 años. Solo un 5% son comercios centenarios y un 14% superan los 50 años.
Sobre la tipografía de los negocios, un 50% pertenece a grandes marcas o cadenas, a los que se debe sumar un 8% de franquicias. Los comercios independientes son un 40%.
Por lo que respecta a la superficie,un 27,9% de los negocios tienen menos de 50 metros cuadrados, un 32,2% tienen entre 50 y 100 m2, un 18,6% ocupan dentre 100 y 250 m2, un 12,6% entre 250 y 500, y un 8,7% más de 500 m2.
En cuanto a los servicios y productos demandados por los turistas, un 45,8% son restauración, un 14,1% recuerdos de la ciudad, un 9% ropa y un 7,9% alimentos.
El día en que se realizaron las encuestas para este Estudio, el gasto medio del turista en Las Ramblas fue de 69 €, frente a los 33,6 € del ciudadano local, que prefiere gastar en otras zonas. Esto explica que el 70% de los ingresos de esta zona proceda del turismo.
RESUMIMOS: IMPULSAR EL COMERCIO MINORISTA, SÍ ¿PERO CUÁL DE ELLOS?
La ecuación que ha planteado el Gobierno parece clara: turismo, lobbies, apuesta por una política comercial neoliberal de libertad horaria y trabas a la conciliación familiar-laboral para los pequeños comerciantes, inversión en el extranjero (campañas publicitarias) para reactivar el consumo interno, en lugar de procurar empleo, crédito y unos salarios adecuados a los autóctonos…
Las políticas están orientadas hacia unos resultados y se obtendrán exactamente esos resultados. Lástima que el pequeño comercio no sea capaz de organizarse y dotar del poder necesario a los órganos que lo representan.