Revista Toros
A finales de Abril, uno de los meses más taurinos del año, nos dejaba Francisco Medina Espinar, Kiko como era conocido por sus amigos y por los que, desde que tenemos uso de razón, como es mi caso, rondamos por la plaza de toros de Priego.
Hijo de Luis, el conserje durante tantos años del coso taurino, a Francisco el gusanillo del toro le venía casi desde la cuna, y hasta tal extremo llegó su afición que hizo sus pinitos, actuando incluso como sobresaliente en varias novilladas, anunciándose, como no podía ser de otra manera con el sobrenombre de "El hijo del Conserje".
Gran aficionado, tras la muerte de su padre fue el conserje de la plaza hasta que en el año 2002 la compró el Ayuntamiento, siendo precisamente uno de sus anhelos volver a ser el responsable de la instalación y del personal, como durante tantos años fue, tras su reapertura, algo que desgraciadamente no pudo conseguir.
Tal vez sea esa una de las espinitas con las que Kiko se nos fue, aunque seguramente desde el mismo día que subió al Cielo, ya lo nombraron Conserje de la Plaza Celestial, y en sus ratos libres cogerá la muleta y desplegará sus vuelos ante un imaginario toro, ese que tantas veces toreó de salón.
Se nos fue Kiko, "el de la Plaza de Toros", como rezaba bajo su nombre en la esquela mortuoria, para que no hubiera dudas, y como no podía ser de otra manera, porque la plaza de toros de Priego fue una parte de su vida, su familia e hijos quisieron que los últimos momentos de su estancia entre nosotros, los viviera en el centenario albero. Y así fue, como recogen las imágenes que amablemente nos ha cedido uno de sus hijos y que sirven para ilustrar este sencillo homenaje a un gran aficionado a los toros.
Descanse en paz.